El arte es un arma de guerra en Ucrania

Alexander Dets, que se hizo viral por sus viñetas sarcásticas al inicio de la invasión rusa del país, triunfa jugando con los símbolos nacionales.

Una de las obras de Alexander Dets criticando a Vladimir Putin.
Una de las obras de Alexander Dets criticando a Vladimir Putin.
Vocento

"El 24 de febrero del año pasado me despertaron las bombas que cayeron en el aeropuerto, a pocos kilómetros de aquí. Tuve que huir con mi familia al pueblo de los abuelos, a 200 kilómetros, y durante los primeros días de la invasión rusa incluso me aposté en la carretera con otros voluntarios, armado con un rifle de caza de mi padre, para evitar que los militares avanzasen».

Alexander Dets recuerda así el inicio de la 'operación militar especial' que Vladímir Putin inició hace poco más de un año, y reconoce que es un hecho traumático que le ha cambiado como persona. Para empezar, ya no escribe su nombre con la transliteración rusa. Ahora firma Oleksandr, como dicta el ucraniano. De la misma forma que hace el presidente Zelensky cuando se presenta como Volodymyr o como cuando se incide en utilizar Kyiv o Járkiv en vez de las versiones rusas de Kiev o Járkov.

El dilema de este artista de 36 años es que su marca personal aún utiliza el Alexander original. «Mucha gente se ha convencido ahora de la necesidad de fortalecer nuestra identidad nacional. Hemos entendido que la independencia -de la Unión Soviética- se logró fácil, pero que ahora tenemos que ganárnosla y que eso es muy caro. Y que tenemos que dejar a un lado nuestras diferencias políticas para combatir unidos», explica.

Una de las obras de Alexander Dets criticando a Vladimir Putin.
Una de las obras de Alexander Dets criticando a Vladimir Putin.
Vocento

Ese discurso ha provocado un vuelco dramático en el estilo de sus creaciones. El divertido oso panda que desde 2009 le servía de logotipo para las prendas de lujo que diseña, y con las que pretendía transmitir armonía y buenas vibraciones, contrasta con las viñetas que disparó desde su tableta durante el primer mes de la guerra total. Se desquitó humillando a la figura de Putin y sus dibujos del presidente ruso con la soga al cuello o como un zombi sediento de sangre se hicieron virales.

«Como no me dejaron alistarme, porque no tengo experiencia militar, creí que debía ayudar a mi país desde el terreno que mejor conozco, porque el arte es también un arma de guerra», explica. Cuando los tanques rusos avanzaron hacia la capital, Dets vomitó sus sentimientos sin filtro. Sus obras de marzo y abril reflejan la ira que le provocaron las matanzas que las tropas de Putin provocaban a su paso. «Era como una terapia», admite.

Pero luego comprendió que tenía que canalizar mejor las sensaciones y apostó por transmitir esperanza y unidad. «Utilizo símbolos nacionales y la figura de héroes anónimos como la de los soldados de Azovstal. Porque Ucrania necesita algo de lo que sentirse orgullosa, algo por lo que luchar. Y los militares, mensajes que les levanten la moral», cuenta Dets en su estudio de Kiev, donde una camiseta espera sobre un caballete a que acabe la figura del cosaco que la decora.

No es el único. Ucrania se ha convertido en el territorio más fértil para el arte activista. Lo ha demostrado Banksy con sus pinturas en algunas de las zonas más devastadas. Pero el misterioso artista callejero no puede eclipsar a las obras de sus homólogos locales, que también se extienden por paredes, marquesinas, publicaciones y galerías.

Colores de resistencia

'Haz Europa, no la guerra', se lee en un edificio semiderruido por las bombas en Borodianka. En la vecina Irpín, una montaña de automóviles destrozados por los combates se ha convertido en el lienzo perfecto para los girasoles que han pintado artistas anónimos bajo la etiqueta #flowersforhope (flores para la esperanza).

Es un esfuerzo creativo colectivo que ha logrado una abrumadora victoria frente a la vetusta propaganda rusa. Para muchos en todo el mundo, el azul y el amarillo eran antes una combinación de colores sin ningún tipo de simbolismo. Ahora, sin embargo, se han convertido en sinónimo de lucha y de resistencia. Porque la paleta de la bandera ucraniana se plasma en todo tipo de creaciones reivindicativas. Y algo parecido sucede con el tridente en el escudo del país, que antes de la invasión rusa pocos conocían.

«La gente percibe la realidad a través de los símbolos, que son clave también para llamar a la reflexión. No estamos hablando de arte clásico que se regodea en lo estético, sino de creaciones contemporáneas que son un vehículo para trasladar ideas», analiza Dets. Preguntado por si considera que sus creaciones pueden ser consideradas propaganda, se para a pensar un momento y niega con la cabeza. «No quiero imponer mi visión. Ni convertir a Zelensky en un héroe, aunque sí lo veo como un símbolo de libertad y valentía», responde.

En las calles de las ciudades ucranianas sí que abunda la propaganda. Desde grandes vallas en las que se afirma que 'Jersón es Ucrania' y 'Los soldados son héroes', a menudo acompañados por llamadas para alistarse en las Fuerzas Armadas, hasta eslóganes más sutiles como 'Sé valiente como Ucrania'. Ese último, además, se ha convertido también en el lema de una compañía de ropa local, que en sus escaparates afirma 'La valentía es una marca ucraniana'. Porque el patriotismo también es un buen negocio.

Dets reconoce que sus ventas se han disparado desde que ha introducido elementos patrióticos, y no hay más que visitar cualquier supermercado para confirmar que son un buen reclamo comercial. Por ejemplo, para vender vodka. Hay botellas que en su etiqueta proclaman 'Ukranian Freedom' (libertad ucraniana) o que incorporan figuras de militares. Algo similar sucede en las tiendas de productos típicos, que han escondido las tradicionales muñecas matrioska para vender figuras de Putin con un bolígrafo insertado en el culo o parches de las diferentes compañías militares de Ucrania. E incluso la compañía de correos hace su agosto imprimiendo sellos con motivos bélicos que ensalzan la fuerza del país.

«Es verdad que el patriotismo puede convertirse en una moda que los negocios aprovechan», reconoce Dets, que reflexiona también sobre el simbolismo que con el tiempo han adquirido figuras como la del Che Guevara o Mao Zedong, a menudo utilizadas obviando sus claras sombras. «Ucrania está escribiendo la historia global y es lógico que sus símbolos acaben representando la lucha universal contra la dictadura», comenta.

Dets está convencido de que Ucrania tendrá su Guernica. «Será Mariúpol, o Bucha, o Irpín. Candidatas con una devastación similar no faltan», señala. Con lo que Ucrania no cuenta es con un Pablo Picasso. «El arte ucraniano no se ha desarrollado tanto. No cuenta con figuras de esa prominencia, y ahora el mercado está copado por nombres de China y Estados Unidos. Pero la guerra creo que será un revulsivo creativo», afirma.

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