El zaragozano Carlos Jalón se vuelca en la asistencia a un orfanato de Tailandia
Cónsul honorario de España en ocho provincias del norte del país asiático, Jalón lleva 13 años residiendo en la zona.
![Las niñas del Daughters of Ruth Orphanage Children's Home de Chiang Mai (Tailandia).](https://imagenes.heraldo.es/files/image_990_556/uploads/imagenes/2022/05/23/tailandia.jpeg)
Carlos Jalón, nacido en Zaragoza en 1969, lleva 13 años en Tailandia. Desde julio de 2021 es cónsul honorario de España en ocho provincias del norte del país: Chiang Rai, Lampang, Lamphun, Mae Hong Son, Nan, Phayao, Pharae y Chiang Mai; la capital de esta última provincia es su localidad de residencia, a 700 kilómetros de la capital, Bangkok. Después de volcar sus esfuerzos en la asistencia a refugiados birmanos (de la actual Myanmar, en situación de guerra civil), Jalón y su equipo se han enfocado en la asistencia a un orfanato de niñas, la Daughters of Ruth Orphanage Children's Home, situada a apenas media hora en coche al norte de Chiang Mai.
Jalón está casado con una tailandesa y lleva dos negocios en Chiang Mai: la agencia de viajes y consultoría turística Flexible Travel Consultants (desde 2012) y el restaurante Chicken Embassy (desde el pasado verano), donde mezcla en la carta las especialidades locales con croquetas y patatas bravas. “Ya llevo más trece años en este país, desde octubre de 2009, y trabajo con un equipo de cuatro mujeres locales. Durante diez años, y además de las actividades laborales, hemos centrado nuestras tareas solidarias en la asistencia a desplazados birmanos; allá hubo un golpe de estado y la guerra civil sigue activa. Socorrer a quienes huyen de ella es caro y peligroso, te juegas la vida cada vez que cruzas esa frontera, no muy lejana de donde vivo”.
Nuevo reto
Hace apenas dos meses, y gracias a un amigo francés que forma parte del amplio contingente extranjero radicado en Chiang Mai, Jalón supo del orfanato femenino antes mentado. “Me pareció oportuno empezar a concentrar esfuerzos en esas 33 niñas que viven actualmente allá; no solo en lo coyuntural, sino también con una mira a medio y largo plazo. Desde la pandemia han vivido una situación muy dura, ya que contaban con donaciones de extranjeros de la zona que abandonaron Tailandia para regresar a casa tras la aparición de la pandemia. Es un proyecto sencillo de manejar, al lado de casa, se le puede dar seguimiento y la verdad es que mirar por el futuro de esas niñas, que no lo tienen nada fácil, motiva mucho”.
Las chiquillas de Daughters of Ruth (Hijas de Ruth) tienen entre 4 y 18 años. “Hay una fundación que regula el orfanato, y lógicamente tienen un cuidado extremo con cualquier intromisión en el día a día de la institución. No se lo reprocho, y más siendo extranjero, están acostumbrados a lidiar con buena y mala gente, y deben desconfiar de primeras ante un iluminado que pueda llegar con discursos y proyectos grandilocuentes. El hecho de llevar tiempo aquí, trabajar con personal local como es el caso de mis colaboradoras Jeeraporn, Ploy, Im o Papapich y poder exhibir una trayectoria en el tema solidario ayuda a la credibilidad, por supuesto”.
Desde cubrir lo básico a labrar sus futuros
Jalón está entusiasmado con las posibilidades de esta iniciativa. “Ahora mismo los fondos de los que disponen dan justo para comer e higienizar, las instalaciones son muy justas, necesitan chapa y pintura, amén de equipamiento y mejora de cocina, porque la cocinera de ahora hace milagros con lo que tiene. Una docena de profesionales de la zona nos hemos propuesto consagrar media jornada a tareas de apoyo allá; además, al ser cónsul, tengo acceso a empresarios en Tailandia que pueden hacer pequeños aportes logísticos, desde arroz y víveres a camas, útiles escolares, asistencia médica y un poco de todo”.
Jalón no tiene problema en teorizar, pero prefiere pasar a los hechos. “El mes que viene nos juntaremos varios a repintar las habitaciones, pero al mismo tiempo estamos procurando facilitar a las niñas educación extra a la que reciben en la escuela, para que cuando salgan del orfanato tengan salidas francas al mercado laboral. De no mediar ese extra de habilidades adquiridas, sus opciones son bajas y no precisamente halagueñas, esa es la realidad”.
En el orfanato hay muchas niñas literalmente huérfanas, que conviven junto a otras con sus padres en prisión o situaciones marginales de difícil resolución. “La mayoría de ellas pertenecen además a una etnia minoritaria y sin soporte social, los mon. En Tailandia también hay racismo, como en todos los rincones del mundo, y una etnia con poca solidez social tiene todo más difícil. Tratamos de identificar los gustos e intereses de las niñas para buscar docentes apropiados a esas habilidades potenciales, desde los idiomas, que son necesarios aquí para optar a trabajos de cierto atractivo, a ofimática, baile, cocina especializada... se trata de darles herramientas".
Jalón apunta que "las más pequeñas tienen todo el tiempo del mundo para formarse, pero a las mayores también les podemos brindar ayudas puntuales desde ya; por ejemplo, una de las mayores, con 18 años, va a hacer prácticas en mi restaurante y podrá desenvolverse laboralmente en un ambiente controlado y amable”.
Primera vista del mar
Jalón y su equipo, en coordinación con los representantes de la fundación que regula el orfanato, se llevaron hace poco a las 33 niñas a que viesen la playa por primea vez. El trayecto desde Chiang Mai a la playa de Hua Hin (200 kilómetros al sur de Bangkok) es de 900 kilómetros y se cubre en unas 12 horas, con paradas mínimas para reposar. “Además del alegrón que les iba a proporcionar el hecho de ver el mar, el viaje era clave para que mi equipo y el de la Fundación se conocieran y pudiéramos ganarnos su confianza. Íbamos 10 adultos con las 33 niñas, y fue espectacular verlas correr hacia las olas con una alegría gigante”.
El viaje de cuatro días suponía una inversión de casi 3.500 euros entre el bus, el conbustible, las pernoctas y las comidas. “Clemente, de Implaser, y Carlos de Nabegos completaron el monto necesario. A mi familia y amigos de Zaragoza ya los tengo sangrados desde los primeros años de apoyo a los refigiados, pero siempre aparece gente dispuesta a echar una mano en estos menesteres”.