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Escocia también se confina ante el galopante avance de la nueva cepa de la covid-19

Desde este martes solo se podrá salir del domicilio por un "motivo esencial" a fin de contener los contagios, que ya rondan los 60.000 por día en Reino Unido

-Desde este martes solo se podrá salir del domicilio por un «motivo esencial» a fin de contener los contagios, que ya rondan los 60.000 por día en Reino Unido
El primer ministro británico Boris Johnson en una visita a Escocia.
Reuters

Reino Unido vuelve a adoptar el confinamiento domiciliario como receta práctica contra el galopante avance de la nueva variante del coronavirus, que se ha propagado desde el sureste de Inglaterra hasta el resto del Estado. De hecho, el mensaje de «quedaos en casa» se convertirá en una orden con fuerza legal, a partir de este martes, en Escocia. Solo se tolerarán las escapadas del hogar por un «motivo esencial», entre los que se incluye pasear o hacer ejercicio al aire libre.

«No es una exageración decir que la situación que afrontamos ahora me preocupa más que en cualquier otro momento desde el pasado marzo», confesó la ministra principal del Gobierno autonómico, Nicola Sturgeon. La dirigente independentista activó las alertas contra la pandemia, reunió este lunes a su Gabinete y convocó al Parlamento de Edimburgo en una sesión de emergencia, que interrumpió la temporada festiva navideña.

Más de 50.000 positivos de coronavirus se vienen registrando a diario en Reino Unido desde hace una semana. El lunes, el número de contagios subió a 58.784 casos nuevos en solo 24 horas y se confirmaron 407 fallecimientos con covid-19, según datos gubernamentales que elevan el total de infecciones a 2,71 millones y a 75.431 los decesos desde el estallido de la pandemia a inicios del pasado año. La curva de ingresos continúa ascendiendo y la red de hospitales del servicio público nacional, el NHS, está al borde de la saturación.

«Debo recalcar que no hemos adoptado estas decisiones a la ligera. Soy muy consciente del impacto que tienen y sé que no son bienvenidas. Pero, a nuestro juicio, son esenciales», justificó Sturgeon en su intervención parlamentaria. Las nuevas restricciones incluyen el cierre de colegios y guarderías hasta por lo menos el próximo 1 de febrero y limitaciones más severas respecto a los locales, servicios o comercios que se consideran «esenciales». A su vez, las reuniones en espacios abiertos quedarán limitadas a dos personas de núcleos domésticos distintos.

Escocia e Inglaterra impusieron regímenes de confinamiento similares a los que están en vigor en Gales e Irlanda del Norte desde finales de diciembre. Los diferentes planes de choque tratan de contener la propagación de la nueva cepa del virus que, según la metáfora empleada por Sturgeon en el Parlamento de Holyrood, «ha aprendido a correr mucho más velozmente» que las mutaciones anteriores. Se estima que la transmisión es un 70% superior.

En el otro carril, en la carrera imaginaria de la jefa del Gobierno escocés, compite el programa de vacunación, que también este lunes amplió miras. Así, Reino Unido se adelantó a la Unión Europea en la administración del preparado del consorcio Pfizer-BioNTech y lo hizo precisamente con la fórmula desarrollada por la Universidad de Oxford y la farmacéutica Astra Zeneca.

Brian Pinker, de 82 años y paciente de diálisis, recibió la primera dosis de la vacuna de Oxford en un hospital de la misma ciudad. El Gobierno de Boris Johnson, que firmó un prepedido de 100 millones de antídotos del grupo farmacéutico británico-sueco, confiaba en administrar más de 500.000 en la jornada inicial laboral del año nuevo inglés. El objetivo pasa ahora por poner dos millones de vacunas a la semana en un plazo de tiempo todavía indefinido.

«Es un momento crucial en nuestra lucha contra este horrible virus y espero que aporte a todos una esperanza renovada de que el final de la pandemia está a nuestro alcance», dijo, por su parte, el ministro de Sanidad, Matt Hancock.

Cerca de un millón de personas han recibido la primera dosis de la vacuna de los laboratorios Pfizer-BioNTech, mientras perdura la polémica por la decisión de posponer a doce semanas la administración de la segunda dosis, en vez de los 21 días recomendados inicialmente.