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Andorra tendrá su casino

El negocio de los juegos de azar tiene sus ojos puestos en el Principado de Andorra, donde en dos años se alzará un macrocasino.

Andorra tendrá su casino
L. V.

Trece propuestas esperan la resolución este próximo mes de abril del Consejo Regulador Andorrano del Juego (CRAJ) para saber cuál de ellas se queda con la construcción del primer casino en Andorra, que aumentaría su oferta turística, y que ofrecen el caramelo de las inversiones en el principado que van desde los 10 millones de euros a los más de 140.

Las autoridades andorranas han tenido muy presentes los fracasos sucedidos en España de propuestas similares, como el espejismo de una macro ciudad de casinos en los Monegros, la imposible Eurovegas, la marcha atrás de la Comunidad de Madrid tentada con otro proyecto faraónico de las apuestas o la espantada de inversores del Barcelona World (en Salou y Vila-seca), poco después de anunciarlo el proyecto y a lo grande por Artur Mas.

Las propuestas vienen de la mano de empresas punteras en el negocio del juego de Francia, Rusia, Austria, España y Asia, porque entre los aspirantes se encuentran monstruos del sector como la española Cirsa, la malaya Genting, la luxemburguesa Sithel, las francesas Partouche y Barriere además de un grupo de empresarios locales, pero también con mucho capital andorrano. La ubicación ha sido elegida por los propios candidatos: Andorra la Vella y Escaldes-Engordany son los escenarios propuestos.

Como en Andorra siempre ha estado prohibido el juego, a excepción del bingo, se ha aprobado una ley que abre la puerta a todas las apuestas de azar, y el primer sector en atravesar ese umbral (en el futuro lo harán las loterías y el juego online) ha sido el de los casinos. Aunque la norma es muy restrictiva y limita la autorización para casinos a un único negocio, con una licencia para operar de diez a veinte años.

Xavier Bardina, director del CRAJ, recalcaba hace unos días en ‘La Vanguardia’ que Andorra se plantea la construcción de un casino como "un complemento más a la oferta lúdica del país y el modelo tendrá que encajar con esta filosofía y ser sostenible. No queremos pecar de ilusos". Confesaba, también, estar sorprendido por la cantidad y calidad de las ofertas recibidas (son nueve grupos empresariales con trece modelos y ubicaciones diferentes) y reconocía que "no va a ser fácil elegir al ganador". El director del CRAJ no disimulaba, asimismo, su satisfacción "por la respuesta que la iniciativa ha tenido entre los empresarios locales, que se han preocupado de buscar a esas empresas expertas en el negocio de los juegos del azar interesadas en construir un casino en Andorra para sumarse a la inversión".

ESPEJISMOS

Las autoridades andorranas parecen tener claro que los aspirantes no van de farol, y los candidatos han tenido que acreditar su solvencia y demostrar que no tienen antecedentes. Valoran la inclusión de inversores andorranos y se prevé que la construcción del casino esté hecha en uno o dos años.

Han tenido muy presente ‘engaños,’ como los sucedidos en Eurovegas en Madrid o el Barcelona World, un proyecto presentado por el mismísimo Artur Mas un día después de darse por perdido Eurovegas. Una propuesta que ha ido desinflándose y ha pasado de un macro complejo junto a Port Aventura con una inversión de 4.700 millones de euros a un proyecto de 700 millones para un casino de la firma Hard Rock. La licencia debía darse en verano, luego en octubre y aunque oficialmente Hard Rock mantiene su interés, al situación política ha congelado su aprobación.

También sucedió en los Monegros, donde el proyecto Gran Scala prometía diecisiete mil millones de inversión, 32 casinos, 70 hoteles, 5 parques temáticos y 65.000 empleos. Una propuesta lanzada en 2007 por el consorcio International Leisure Development (ILD), que prometía convertir en el desierto de los Monegros en una nueva Las Vegas. Pero todo fue nada. Pocos años después del anuncio, la realidad volvió a imponerse. Los inversores llegaron a iniciar los trámites de compra de tierras, pero nunca se llegaron a cumplir los compromisos adquiridos con sus dueños. ILD desapareció tan rápido como llegó a Aragón, que obligó además a las autoridades a cambiar la ley para adaptarla a la obra mientras se generaba un gran debate social sobre su establecimiento y todo lo que suponía, todo ese lado oscuro que lleva el juego.