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La SD Huesca juega una final en noviembre

Los azulgranas reciben este sábado al Eibar en busca de la primera victoria y tras las últimas goleadas. Mikel Rico y Pedro López están disponibles.

Momento distendido durante el entrenamiento del viernes.
Momento distendido durante el entrenamiento del viernes.
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Una final en noviembre, en El Alcoraz y ante un rival directo. No se trata de uno de esos manoseados términos periodísticos que se emplean para designar un partido de fútbol que cobra importancia aun en una fase temprana de la temporada. Lo han dicho los jugadores de la SD Huesca y lo ha recalcado el entrenador, Míchel Sánchez: el de este sábado con el Eibar (14.00, Movistar LaLiga) cobra una importancia capital. Se pone nombre a la necesidad, se vocaliza el hambre de triunfo. Se busca la primera victoria con carácter de urgencia. La demanda un equipo zarandeado por la Real Sociedad y el Real Madrid, que ha perdido por el camino parte de la identidad que le adornó al comienzo del campeonato.

Más allá de la situación en la tabla, con los azulgranas penúltimos, la cita de esta novena jornada pone a prueba la capacidad de reacción tras el doble golpe en San Sebastián y Valdebebas. El Huesca siguió patrones similares ante los dos mejores equipos de la Liga. Un comienzo para el optimismo y una personalidad de cristal cuando el rival apretó el acelerador. Si la entrega no se negocia, los oscenses sacaron la bandera blanca. Se puede perder, y se caería nueve de cada diez veces contra estos gigantes, pero a veces importa el cómo. De ahí que la cita de este sábado pida una voz más reconocible en los de Míchel.

La Primera División avanza a velocidad de vértigo. Se encuentra a las puertas de otro parón de selecciones al que el Huesca se asoma con cinco puntos. Serán ocho si doblegan a los eibarreses, un rival de ‘su’ Liga al que se alcanzaría. El triunfo pondría fin a la sequía de victorias en una tarde que se presenta lluviosa, con la capital en alerta amarilla por precipitaciones, y que puede condicionar el desarrollo del partido. De perder se encendería la alerta roja en el club azulgrana, abocado así a un diagnóstico pesimista durante el paréntesis de la semana que viene. De ahí lo de final, sin que el término tenga por qué añadir una presión extra al Huesca. Sí una exigencia bien entendida que conduzca al equipo a la plenitud de sus facultades.

Lo peor no es haberse marchado del Real Arena-Anoeta y del Alfredo di Stéfano con el mismo saldo de puntos, sino la sospecha de que este Huesca no ha sido el mismo de Valencia o Villarreal, ni tampoco el que se labró un empate heroico contra el Atlético de Madrid. Los azulgranas han de esquivar ese carácter amable que les persiguió durante la anterior experiencia en la máxima categoría una semana sí y otra también. Parecerse al Eibar, sin ir más lejos. Un rival y un espejo en el que mirarse puesto que los armeros cumplen su séptima campaña consecutiva en la élite fieles a una personalidad combativa que no han traicionado.

El Huesca debe aprender a manejar los partidos cuando se tuercen, lo que sucedió poco la pasada temporada y ocurrirá bastante más en la presente. Como señala Míchel, ser intensos no significa coser a patadas al rival. Y el Huesca de Míchel sabe ser intenso. Lo fue en La Cerámica y en Mestalla; no tanto cuando se han perdido siete puntos ante Cádiz (0-2), Elche (0-0) y Valladolid (2-2).

Dos regresos deseados

El Eibar exige un duelo cuerpo a cuerpo y para ello Míchel Sánchez recupera a dos piezas clave. Mikel Rico regresó el miércoles a los entrenamientos tras dejar atrás la covid-19. Ha sido asintomático y se ha entrenado en casa, de un modo similar al de los meses del confinamiento domiciliario. Quizá sea suficiente para el vizcaíno vuelva al once después tras ver los tres últimos partidos por la televisión. Conociendo las capacidades físicas del centrocampista y su importancia para Míchel, parece más que probable que acompañe a Mosquera en el centro del campo. La tercera plaza se la disputarían Seoane y Borja García.

El otro jugador que se vuelve a subir a la nave es Pedro López, un tratado de experiencia con botas que también puede ayudar al Huesca a ganar enteros a la hora de controlar los tiempos de otro partido que se antoja largo y con fases diferenciadas. Si retorna al equipo lo haría en lugar de un Pablo Maffeo que ha generado dudas en el aspecto defensivo. El lateral derecho es el puesto que más problemas está ocasionando a Míchel, ya que los dos futbolistas han arrastrado molestias físicas en estas nueve jornadas y ninguno se ha encontrado por ahora a su mejor nivel.

El que no llega a tiempo es Shinji Okazaki, que no superó la prueba final en el entrenamiento de ayer y al que habrá que aguardar para el partido con Osasuna del 20 de noviembre. En ese caso, su periodo de baja habrá sido de un mes y medio aliviado por el empuje de Rara Mir. El murciano se han convertido en el principal referente ofensivo azulgrana y hoy podría estar acompañado de nuevo por dos suplentes en Valdebebas: David Ferreiro y Sandro Ramírez.

En los armeros, el siempre volcánico José Luis Mendilibar recupera a Pedro León, que ha dejado atrás las molestias que le impidieron ser convocado la pasada semana ante el Cádiz. Causarán baja el central Recio y Cote. Los vascos han ganado dos partidos a domicilio, a Valladolid y Sevilla, y son un rival experto que no quiere bajar al barro del descenso.

Posibles alineaciones

SD Huesca: Andrés; Pedro López, Pulido, Siovas, Galán, Mosquera, Mikel Rico, Seoane o Borja García, Ferreiro, Sandro y Rafa Mir.

Eibar: Dmitrovic; Arbilla, Oliveira, Burgos, Rodrigues, Sergio Álvarez, Expósito, Pozo, Inui, Enrich y Kike García.

Árbitro: Melero López (Comité Andaluz).

Estadio: El Alcoraz (14.00, Movistar LaLiga).

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