Será, en el peor de los casos, un premio provisional, con permiso de lo que consigan esta jornada el Almería y el Fuenlabrada, pero la segunda plaza premia los muchos méritos de la Sociedad Deportiva Huesca. Conquistada con una trayectoria brillante en El Alcoraz, donde este sábado se ha celebrado la sexta victoria de la temporada y, en lo particular, por saber adaptarse a las exigencias que ha planteado el Real Oviedo (3-1). Los azulgranas son segundos porque en casa han sumado 19 puntos de 24 posibles, porque el bloque funciona y porque cada día emerge una figura principal diferente de entre los casi infinitos recursos con que cuenta Míchel Sánchez.

Le ha tocado a Mikel Rico con su doblete. Pero este Huesca no se explica si solo se subraya a los solistas. La adaptación al medio se demuestra con partidos como este, en el que los locales enchufaron la trituradora durante los primeros 20 minutos, supieron sufrir ante los arreones del contrincante y controlaron el segundo tiempo gracias al matiz táctico introducido por el entrenador, que ha retornado a las esencias con la entrada de Ferreiro para expandir el campo y minimizar los riesgos y errores que provocaron el gol ovetense. De nuevo, con el balón parado como gran asignatura por aprobar. Y con un Okazaki negado: dos goles anulados más para una cuenta que empieza a ser demasiado larga.

El resto de calificaciones se acerca al sobresaliente en un Alcoraz que se ha acostumbrado a la solvencia. A domicilio hace más frío, pero el de esta jornada puede servir como banco de pruebas para los siguientes compromisos lejos del hogar: Fuenlabrada, Alcorcón y Miranda de Ebro cerrarán el año natural y la primera vuelta. El Huesca se gusta como local, ofrece en su estadio la medida de favorito que los técnicos rivales definen y la clasificación ya enseña.