Al Zaragoza es muy posible que le dé para salvarse con lo que ya tiene, con esos cinco puntos de colchón a falta de tres jornadas por jugarse. Una permanencia encarrilada gracias a la ayuda de los resultados ajenos y a aquellas cinco victorias seguidas de comienzo de temporada con Fran Escribá. Si aquellos 15 de 15 tuvieron un aroma histórico, así lo ha confirmado el paso de los partidos: ese pleno de triunfos no ha servido para subir a Primera, pero sí para evitar un descenso de categoría que hubiera sido una mancha imborrable en la vida del club.

El Zaragoza ha llegado a tres jornadas del final con la permanencia pendiente, aunque bien enfilada, y con la cosecha de puntos más baja de su actual ciclo en Segunda División. Como sus anteriores pasos al actual por la categoría fueron efímeros, ganadores y ascensores; estamos ante el peor Zaragoza desde la posguerra, desde aquellos años 50 en los que se bajó a Tercera. El Zaragoza oficialmente presidido por Jorge Mas, dirigido por Raúl Sanllehí, concebido por Juan Carlos Cordero y entrenado por Fran Escribá, Julio Velázquez y Víctor Fernández es el peor de la historia moderna del club a falta de tres jornadas de liga. Nunca el equipo había sumado una cifra tan pírrica, 46 puntos, en la jornada 39. Estaba muy difícil caer más bajo que en la triste secuencia de las últimas temporadas, y lo era más hacerlo con el soporte del cuarto mejor límite salarial de la categoría, pero el Zaragoza aún se ha empeorado a sí mismo.

Sus 46 puntos actuales equivalen a una proyección de 49,5 en 42 jornadas. Es decir, por debajo de los 50 puntos, el tradicional termómetro de la mediocridad para equipos como el Zaragoza, la frontera en la que se suelen estimar los puntos de la salvación. Ni a esos 50 puntos apunta a llegar el equipo de Víctor Fernández en las tres jornadas que quedan de campeonato. Su fútbol, su dinámica y sus sensaciones están lejos de eso. El Zaragoza solo ha firmado 50 puntos dos veces en su actual etapa en Segunda. Lo hizo en la 20-21(15º) y en la 16-17 (16º), cursos en los que en la jornada 39 sumaba 47 y 48 puntos, respectivamente. Eran, ambas campañas, hasta la actual, las dos peores del Zaragoza moderno con la aritmética en la mano.

A falta de tres jornadas para el final, el año pasado, el Zaragoza de Escribá sumaba 49 de los 53 con los que finalizó en la clasificación. Un curso antes, con JIM, llevaba 49 de los 56 puntos finales. En la mencionada campaña 20-21 llevaba solo 47 en plena misión de rescate de JIM: era, hasta hoy, la peor temporada en Segunda desde 2013 y bajo los formatos de competición actual. Ese Zaragoza acabaría con 50. En la temporada 19-20, la del parón por la pandemia, el equipo aragonés tenía 62 puntos, en aquel accidentado final en el conjunto de Víctor Fernández derramó un ascenso tras la reanudación del fútbol. Acabó la campaña con 65 puntos. 

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En la 18-19, el Zaragoza sumaba 50 puntos a tres jornadas de la conclusión e terminó con 51. En la 17-18, en plena escalada con Natxo González, se habían ganado 62 puntos en la fecha 39. Tres victorias finales elevaron la cosecha a 71 puntos, récord del Zaragoza en este periodo de doce temporada en Segunda. Una temporada antes, el Zaragoza llevaba 48 puntos, un curso en el que César Láinez firmó las tres victorias justas para salvar al equipo ante los rivales que acabaron descendidos: Elche, Mirandés y Mallorca. Acabó con 50 puntos.

En la campaña 15-16, se habían conquistado 60 puntos a tres jornadas del final, con una plaza de promoción que se perdería en el triste partido contra la Llagostera en Palamós. Los 64 puntos no le dieron al Zaragoza para jugar por el ascenso. Sí le dieron los 61 de un año antes con Ranko Popovic, cuando se había cruzado la jornada 39 con 57 puntos. Y en el primer curso de esta negra serie de 12 años, en la temporada 13-14, el Zaragoza sumaba 51 puntos a tres etapas del final, adonde llegó con 53 puntos.

Ahora el conjunto de Víctor Fernández tiene sus tres partidos para elevar su puntuación, corregir su proyección y al menos tocar los 50 puntos: por decoro, por poder decir, al menos, que no le han salvado otros, y también por no entrar en la historia negra del club como la peor versión jamás vista en el Zaragoza moderno.