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Un Real Zaragoza a la carrera

Un fútbol enfocado a los espacios, el contragolpe, el vértigo y la verticalidad comienza a definir el estilo del equipo de Víctor Fernández, que, en los últimos cuatro partidos, ha manejado menos posesión que sus rivales, pero ha marcado seis goles. 

Partido de máxima tensión en La Romareda. El conjunto de Víctor Fernández recibe al Elche, en el partido de la jornada 35 de Segunda División, con la necesidad de sumar una victoria que le distancie del peligro.
Maikel Mesa y Azón lanzan un contragolpe en La Romareda en el partido contra el Elche.
Oliver Duch

El gol de Adrián Liso al Huesca simboliza el fútbol desde el cual el Real Zaragoza está recuperando buenos valores competitivos y rearmando las garantías de su juego: una recuperación de Lluis López, movimientos directos, desmarque largo del joven chaval del Burgo de Ebro, un balón al espacio, un acción de uno contra uno frente al defensa, llegada al área… y gol.

Víctor Fernández le ha simplificado las cosas a su equipo con el paso de los partidos, evolucionando así su juego a un modelo menos determinado por la pelota y más por los espacios. Un fútbol enfocado al contragolpe, el vértigo, la verticalidad, los recorridos largos de la pelota y los jugadores… Así se está definiendo el estilo del Real Zaragoza, según sus rasgos más reconocibles. Este es el camino que ha tomado el cuerpo técnico después de semanas de análisis, estudio y exploración interna. El punto de inflexión se ubica en el partido contra el Tenerife. Hasta entonces, en las dos primeras jornadas con Víctor Fernández, el Zaragoza exhibía muchos de sus viejos vicios. Frente a Espanyol y Mirandés, se quedó sin marcar, aunque fue un equipo más dominante desde el balón, imponiéndose a ambos rivales en los índices de posesión: 60% contra los catalanes y 55% frente a los burgaleses.

Desde el duelo contra el Tenerife, la propuesta se ha ido matizando, moldeando al Zaragoza hacia lo que comienza a ser. Aquel día, muy favorecido por el tempranero gol de Francés, el equipo aragonés cedió campo al rival para explotarlo a la carrera. Así se produjo el 2-1 de Azón, por ejemplo. Ese día el Zaragoza apenas condensó el 34% de la posesión, ante un rival que estuvo casi toda la tarde a remolque. Desde entonces, el equipo ha sido inferior en dominio de la pelota a todos su rivales. Levante y Elche, dos conjuntos con el balón como núcleo de su propuesta, permitieron al Zaragoza potenciarse en su nueva idea. En Valencia, tuvo un 40% en un partido en el que en la segunda parte multiplicó su peligro a campo abierto y frente a los alicantinos tuvo otro 40%. De hecho, el gol de Azón al Elche contiene trazos del marcado por Liso en El Alcoraz. En Huesca, aún acumuló menos: 38%. Sobre todo en la última media, ante el asedio oscense, pero también en el tramo intermedio de la primera parte, justo antes del gol de Liso: el Zaragoza tenía en ese momento el contexto ideal para pegar su zarpazo.

Un factor con un elevado impacto en esta transformación es el regreso de Iván Azón. Su fútbol profundo, potente, constante y duelista estira al equipo, ataca espacios, remueve defensas y gana metros. Aún se ha magnificado ese juego más con Liso como socio en la delantera. No son futbolistas de pies finos o inspiraciones creativas, pero conforman una delantera de cantidad muy útil en el contexto de la Segunda División, como el año pasado sucedió las pocas veces que Azón coincidió con Giuliano Simeone.

Aunque en Huesca cambió el sistema al 5-3-2; el Zaragoza mantuvo varios de esos nuevos principios de su fútbol. Atraer al rival, emboscarlo, robarle y asaltarlo a la carrera, con un juego más veloz, más directo, más simple, más incisivo y más hiperactivo. Un papel de antagonista respecto al balón y el rival muy alejado del ideario propugnado por Víctor Fernández en su discurso histórico, pero que al Zaragoza le ha aclarado un tanto sus problemas ofensivos. El Zaragoza está atacando mejor a la carrera. Aunque tiene menos posesión, ha marcado siete goles en sus últimos cuatro encuentros tras quedarse a cero en los dos partidos iniciales con Víctor. Pero hay más datos que respaldan el crecimiento ofensivo de este Zaragoza de caballería. Contra Espanyol y Mirandés, tiró 1 y 3 veces a portería respectivamente. Además, protagonizó 20 y 17 acciones que dieron lugar a remates. En la siguiente secuencia de cuatro partidos, con el Zaragoza jugando más al espacio, estos índices han crecido. Al Tenerife le disparó 6 a puerta, los mismos que a Levante y Elche, por 3 frente al Huesca. También se incrementaron las acciones que dieron lugar a tiros: 22, 23, 25 y 17.

Otra de las causas -y consecuencias- de ese fútbol más afilado y vertical en el tercio ofensivo lo representan acciones individuales como las conducciones o penetraciones con el balón en el área, tal y como hizo Liso en Huesca. Contra Espanyol, el Zaragoza no firmó ninguna y solo dos contra el Mirandés. Sin embargo, realizó 5 contra el Tenerife, 3 frente al Levante, 6 contra el Elche y 3 en Huesca.

Jugar a la carrera también expone más, eleva riesgos y compromete las defensas; pero el Zaragoza ha mejorado en lo que más urgente era y en lo que le ha limitado la temporada. En ese fútbol trepidante y desbocado, su ataque da frutos.

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