¿Un partido entre iguales?

Alejandro Francés, en La Romareda, después del entrenamiento del Real Zaragoza.
Alejandro Francés, en La Romareda, después del entrenamiento del Real Zaragoza.
Francisco Jiménez

A juzgar por la clasificación, el derbi de mañana entre la Sociedad Deportiva Huesca y Real Zaragoza, en el estadio de El Alcoraz, será un partido entre escuadras iguales, entre conjuntos de la zona media que tratan de afrontar el tramo final de la competición del modo más digno y aceptable posible.

Ambos equipos están separados por la corta distancia de un partido, por tres puntos, brecha que se debe a la diferencia existente en el número de empates y derrotas, no al valor de las victorias. Los dos cuadros aragoneses han sumado hasta aquí nueve triunfos. Exactamente los mismos.

Apoyados en este punto de vista, quizá haya que entregar la plena razón a Leo Franco -quien jugó y defendió las dos camisetas- cuando afirma que prevé un choque más bien cerrado, que se decidirá en un sentido u otro por detalles, por lo que surja y deparen los duelos individuales, antes que la táctica, la estrategia o el funcionamiento colectivo.

Dictado este principio, que es de lógica impecable y poco discutible sobre el papel, tampoco hay por qué descartar otros escenarios en un Alcoraz que estará hasta arriba, de lleno prácticamente absoluto, colmado por una afición altoaragonesa que creará un ambiente especial y, seguramente, de récord de asistencia.

El fútbol, que siempre está abierto a lo imprevisible, todavía acentúa más este carácter cuando se trata de partidos que poseen el rango de rivalidad estrecha, de derbi. Como todos sabemos, este tipo de enfrentamientos no suelen atender a guiones preestablecidos. Tienen algo de libertario, de ingobernable. Cualquier detalle puede alterar los planes más sesudos y tenazmente trabajados en los campos de entrenamiento: un error impensable, un regalo, una entrada a destiempo, una salida en aluvión del rival, la presión ambiental que se desata en un momento concreto y que se cuela en el ánimo de un equipo...Nada de esto se entrena. Casi nada de estos aspectos se sujetan entre rejas durante noventa minutos. Hay que jugar y contar con ellos. 

En la primera vuelta de la presente liga, ocurrió algo de esto. Nadie esperaba que el Real Zaragoza pudiera vencer por tres goles a cero en La Romareda al Huesca, atendiendo, sobre todo, a los problemas de falta de gol que para entonces ya se habían declarado en el bloque blanquillo. Pero, por paradójico que pueda resultar, aquello fue así. 

En pocas tardes más, de hecho, encontró la afición del Real Zaragoza la comodidad de un triunfo holgado en su estadio. Después, de modo dominante, tuvo que conformarse, resignarse o sufrir para llegar a la orilla de la victoria. 

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