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Escribá y el buen uso del banquillo

El técnico valenciano está sabiendo manejar el superávit de jugadores de la plantilla. Casi todos suman, ya sea partiendo como titulares o como suplentes. 

Foto del partido Villarreal B-Real Zaragoza, jornada 23 de Segunda División
Escribá da instrucciones a Gabi Fuentes, que en Villarreal recuperó la titularidad, durante el partido en La Cerámica.
OMAR ARNAU - LOF

Fran Escribá ha conseguido que un teórico problema, la superpoblación de la plantilla zaragocista, se convierta en una fortaleza. El técnico valenciano está sabiendo conectar al mayor número posible de efectivos. Casi todos cuentan para él, ya sea partiendo como titulares o sumando desde el banquillo.

El partido de Villarreal fue el perfecto ejemplo. Tras una primera parte en la que el Real Zaragoza se fue con 2-0 abajo y una clara sensación de impotencia, Escribá consiguió reactivar al equipo a través de los suplentes. La entrada de Vada y, sobre todo, Azón resultó clave al descanso. Y después también fueron relevantes las incursiones de Miguel Puche, autor del pase que trajo el empate, y Manu Molina, que aportó poso y frescura a la medular en la recta final.

Incluso Carlos Nieto volvió a tener minutos, esta vez residuales, demostrando que Escribá lo tiene en cuenta y que su titularidad frente al Mirandés, apenas una semana antes, no fue anecdótica.

El rendimiento de Gabi Fuentes había decrecido en la recta final del año, fundamentalmente en el duelo frente al Leganés en Butarque, y Escribá decidió darle un toque de atención en el inicio de la segunda vuelta, con una suplencia que no se producía desde el 3 de diciembre (Real Zaragoza-Ibiza) y que sirvió como estímulo al defensor colombiano.

La pasada semana, Fuentes completó varios entrenamientos notables y su entrenador lo devolvió al once titular en Villarreal, donde fue uno de los zaragocistas destacados gracias a sus continuas subidas y a un preciso centro que, en el tiempo de descuento, derivó en el gol de la victoria de Mollejo.

La competencia trajo resultados. De eso se trata. De tener a todos los jugadores ‘enchufados’. De ver cómo Miguel Puche salta al campo a comerse la hierba, tratando de demostrar que puede darle otro aire al extremo.

El turiasonense también ha incrementado su aportación con Escribá. Ha participado -siempre empezando en el banco- en cinco de los ocho partidos dirigidos por el nuevo entrenador, convirtiéndose en uno de los recursos más utilizados cuando el partido requiere de agitadores.

Puche posee más llegada al área que Larrazabal y Eugeni y, durante el periodo que Bermejo siga al margen a causa de su dolencia en el aductor, no extrañaría que lo podamos ver dar el salto a la titularidad en alguno de los próximos compromisos.

Del mismo modo, el elenco de centrocampistas que han visto reducida su participación por el cambio de sistema al 4-4-2 y la llegada de Alarcón como indiscutible, los Jaume Grau, Alberto Zapater o Manu Molina, también podrían tener cabida en próximos onces, en función de cómo vayan respondiendo las piernas del propio Alarcón y de un Francho Serrano que en las últimas semanas ha dado un salto cualitativo importante.

Mucho más complicado lo tiene Petrovic, señalado como transferible para liberar masa salarial en este mercado invernal, y que lleva desde el 27 de noviembre sin aparecer en las alineaciones. Concretamente, desde que fuera expulsado en Burgos, con la consiguiente sanción de tres partidos, y Escribá le colocase la cruz.

Tan solo el serbio y Jairo Quinteros, a quien también se le busca salida, están totalmente olvidados por el preparador valenciano a pesar de entrar rutinariamente en las convocatorias. El resto de los jugadores del primer equipo, sin contar al recién llegado y transferible James Igbekeme, han tenido minutos con Escribá.

Ahí está el caso de los porteros que se repartieron las titularidades en ausencia de Cristian (Ratón y Rebollo) o de un Carlos Vigaray que reapareció de forma esporádica en el Carlos Belmonte de Albacete, jugando después de 563 días.

Y es que, a diferencia de Carcedo, Escribá acostumbra a agotar todos sus cambios. Lo hizo en cuatro de sus ocho partidos al frente del Real Zaragoza (Villarreal B, Leganés, Ibiza y Málaga) y en los demás compromisos introdujo cuatro, poniendo de manifiesto la importancia que en el fútbol actual tiene la contribución de aquellos hombres que entran de refresco.

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