Entrenamiento del Real Zaragoza previo a su partido contra el Huesca
Entrenamiento del Real Zaragoza previo a su partido contra el Huesca
Francisco Jiménez

 Ante la extrema equivalencia de fuerzas y la naturaleza imprevisible y democrática de la categoría, el lío es tan gordo esta temporada en Segunda que ni Real Zaragoza ni SD Huesca tienen aún claro qué camino tomar. Se agota ya la primera vuelta y todo queda más o menos cerca: la zona de peligro, el balcón de la promoción, la corona del ascenso directo… Si todos los años la Segunda concede segundas y terceras oportunidades, esta vez los aspirantes dispondrán de una cuarta. En ese universo incierto y constreñido, sobreviven el Real Zaragoza y el Huesca mientras se citan en un nuevo enfrentamiento regional, un pulso entre vecinos ya asentado en la realidad cotidiana de cada uno de ellos en Segunda. La Romareda será el escenario de un duelo con todas las características de partido grande: las rivalidades íntimas, el colorido ambiental, las voces a presión… Al plato hay que ponerle el fútbol. Por aquí es complicado prometer nada o aventurar algo en una Segunda de juego cada vez más bloqueado, adusto, reactivo, conservador y descapitalizado de talentos e improvisación. En tal planicie, persiguen sus objetivos las escuadras aragonesas.

Por un lado, un Zaragoza edulcorado con la llegada de Fran Escribá, aún invicto en liga tras una victoria y tres empates, dinámica que ha alejado no mucho pero lo suficientes las posiciones de peligro y permite no descuidar las alturas con media temporada aún por delante. De momento, el equipo ha restaurado su fútbol, lo ha afilado, enriquecido y ajustado. Una victoria, como es natural, le daría un impulso prometedor, espantaría fantasmas y le instalaría dentro de una tendencia apreciable. Por su parte, la SD Huesca se ha ido acercando con progresiva paciencia al fútbol acorazado, práctico y efectivo que distingue al Cuco Ziganda. Es un entrenador que conoce bien cómo se ganan puntos y partidos en Segunda, y hacia esa fórmula ha guiado al Huesca en su proceso de construcción. Pasó de la irregularidad a la consolidación, y ahora es un equipo, ante todo, complicado, frente al que hay que derramar mucho esfuerzo para hincarle el diente. Tiene los puestos de promoción a tiro desde la zona media de la tabla.

Al partido se le adivinan las intenciones protagonistas con la pelota del Zaragoza de Escribá y la gestión de los espacios defensivos del Huesca de Ziganda. Por ahí, parece que girará la trama. En el conjunto local, se preparan cambios respecto al partido intersemanal de Albacete. Gámez podría retomar plaza en una defensa en la que se mantendrían Francés y Jair: que ambos se reencontraran en el Carlos Belmonte como pareja de centrales nos dice mucho de que el equipo dejara su portería a cero. En el medio, Grau y Francho apuntan al doble pivote, con Vada y Bermejo, si sus molestias se lo permiten, en la zona de aceleración y generación. Arriba, en el indudable 4-4-2 de Escribá, revolotearán las avispas Mollejo y Simeone. Serán baja el sancionado Petrovic, el lesionado Cristian Álvarez y Azón, aún escaso de ritmo de entrenamientos.

En los oscenses se celebra como un primer gol que Jorge Pulido vaya a estar disponible, férula protectora mediante, después de haberse roto el tabique nasal en el partido del pasado miércoles con el Andorra. Regresan tras sus sanciones Gerard Valentín y David Timor pero se pierde el derbi el máximo goleador azulgrana, Juan Carlos Real, por la roja que vio la pasada jornada. Tampoco estará el lesionado Mateu. La variante de los tres centrales nació con éxito y Ziganda podría volver a recurrir a ella con Carrillo de vuelta como futbolista más adelantado.

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