Límite entre la calma y los nervios para el Real Zaragoza ante la Ponferradina

El partido que este domingo disputa el Real Zaragoza en Ponferrada esconde muchos más valores y repercusiones de lo que a priori puede parecer. De no mediar un triunfo de los blanquillos ante la potente Ponferradina (son quintos en la tabla los bercianos y llevan todo el curso en puestos de promoción de ascenso e, incluso, ascenso directo), tenga todo el mundo por seguro que se instaurará en el zaragocismo el estado de crisis futbolística por pura decantación de las cosas. La calma de los primeros meses de la liga, esos de la expectación y la paciencia, pierde sus márgenes de error.

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Todo es consecuencia del mal año que lleva arrastrado, en términos globales, el equipo que dirige Juan Ignacio Martínez ‘Jim’, por más que se trate de edulcorar permanentemente el día a día a base de brochazos de maquillaje, algo que siempre está a mano cuando hace falta. Este aserto, que duele asumir desde el prisma fororo o acrítico, tiene bases sólidas en lo objetivo. No parte del capricho analítico de nadie. Hablan los números. Gritan, diríase.

El Real Zaragoza llega a El Bierzo en el puesto 16º de la tabla, a cinco puntos de la zona de descenso tras el empate del Amorebieta ante el Tenerife el viernes y a expensas de lo que haga el Fuenlabrada en Gerona a las 2 de la tarde de hoy. Ese colchón de seguridad, que viene perdiendo aire desde hace mes y medio tras el ‘arreón’ positivo de aquella trilogía de victorias ante Burgos, Sporting de Gijón y Las Palmas que están quedando como un oasis enmedio del Sahara entero, puede seguir reduciéndose preocupantemente. 

Los de Jim asomarán esta noche por el túnel de vestuarios con tres derrotas seguidas en su mochila –Almería, Tenerife y Mirandés–, días torcidos en los que, además, han sido incapaces de marcar un solo gol: 3-0, 0-2 y 2-0 son los antecedentes. El tramo de cuesta abajo nacio hace seis jornadas, con otra bofetada de este tenor (el 0-2 ante el Leganés en La Romareda), que se cargó de percusión con el feo 1-1 de Amorebieta, por cómo aconteció aquel empate. En definitiva, este Zaragoza actual lleva un parcial de 4 puntos sumados de los últimos 18, y gracias al único triunfo reciente, el 1-0 ante el Eibar, flor de un día.

Que en la jornada 23, la de hoy, un equipo llegue con solo cinco triunfos en su balance dice mucho de su problemática. Y que solo haya marcado 17 goles (exactamente los mismos a estas alturas que llevaba el año pasado, cuando el pavor inundaba el día a día de todo el zaragocismo por creer que el equipo se iba por el sumidero), sube los decibelios de sus alarmas. Este es el Real Zaragoza. No otro.

Por todo esto, que no es poco, este domingo deben reaccionar los muchachos y Jim. Da igual que enfrente tengan a la sorpresa de la temporada, una Ponferradina que vive de los goles de un cuarentón, Yuri, que ficha poco pero acierta –Sergi Enrich, Ojeda, Agus– y que acaba de reforzarse con el céltico Baeza, vieja aspiración zaragocista para la mediapunta que siempre ha quedado fuera de su alcance o del gusto del muchacho y su agente.

Jim viajó ayer sin el lesionado Nano, con un problema muscular inexplicado desde el día 1. Sin el sancionado Vada, que se auto expulsó e hizo el harakiri a sus colegas el otro día en Miranda. Sin Clemente, que se despidió el viernes y ayer fue presentado por la Real Sociedad para su filial (singular cesión esta). Y sin Azón, Francés ni Igbekeme, cuyas bajas coincidieron esta semana con sendos anuncios de casos de covid en la plantilla. Solo es novedad Nieto, que jugará con máscara facial tras una operación nasal.

Los locales recuperan de la covid a Amir y Agus, pero pierden por expulsión a Copete, Naranjo y Espiau. Y son duda el exzaragocista Morán, Enrich y Yuri.