Real Zaragoza

El año pasado, contra pronóstico, el Zaragoza ya conquistó Vallecas

En la fase inicial de Agné en el banquillo, en la antesala de la Navidad, los zaragocistas ganaron 1-2 a un Rayo recién descendido de Primera, un triunfo con intrahistoria.

Priméra página y crónica de HERALDO DE ARAGÓN del Rayo Vallecano-Real Zaragoza de la temporada pasada en Madrid, que ganaron los aragoneses por 1-2.
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El Real Zaragoza vuelve a Vallecas 16 meses después de la última vez que jugó allí... y ganó por 1-2, contra pronóstico, a un equipo que circulaba el año pasado por la liga con la vitola de recién descendido de Primera División y, por ello, como gran favorito para retornar a la élite en junio. Así que el antecedente más cercano es realmente agradable y gusta ser recordado. Se jugó en la antesala de la Navidad, el 19 de diciembre de 2016 y, por lo tanto, significó un regalo perfecto del equipo a la afición blanquilla, que ya había vivido el relevo de un entrenador, Milla, y los primeros golpes al hígado de una temporada que acabaría fatal, al borde del descenso a Segunda B, que acababan de traer al club a Raúl Agné, el que sería segundo técnico del curso antes de dar paso al postrero, César Láinez..

En las crónicas, en todos los rincones del zaragocismo, se celebró aquella victoria en Vallecas por todo lo alto porque, entre unas cosas y otras, resulta que el Real Zaragoza llevaba desde abril, en la anterior campaña (la que acabó con la catástrofe de Palamós), sin saber ni poder ganar un partido fuera de La Romareda. Cada viaje era un suplicio hasta esa noche invernal en la barriada madrileña.

Fue un partido feo, trabado, pero dominado por un Zaragoza mucho más ágil que en los negros días precedentes lejos de casa (en el anterior viaje, sin ir más lejos, encajó un rotundo 3-0 en Cádiz, que pudo ser goleada de órdago, e hizo temblar los cimientos seriamente en el vestuario). Hasta que faltaban apenas 12 minutos para el final, la cosa parecía encaminada hacia el 0-0, pues el Rayo era un flan de nervios y el Zaragoza no atinaba a generar una ocasión nítida ante la portería vallecana (la de la tapia, la que no tiene público detrás). Pero en el minuto 78 estalló la efervescencia larvada de aquel choque y todo sucedió de ahí al final, comprimido, como lo son las dimensiones métricas del propio terreno de juego franjirrojo.

El 0-1 que abrió la lata del éxito zaragocista fue una donación altruista de los rayistas. Una cesión atrás del lateral Alex Moreno hacia su portero, el argentino Gazzaniga, fue respondida por este con una pifia digna de los vídeos caóticos de los programas de 'zapping'. En el momento de parar el balón con el pie, no calculó bien el bote anterior y no pudo controlar que la pelota le pasara por encima del empeine, entrando mansamente en la red ante la estupefacción de la hinchada local y la algarabía de los muchachos del Real Zaragoza.

Los del Rayo sintieron seriamente semejante golpe bajo y, enseguida, llegó el 0-2 que apuntilló el éxito zaragocista. Solo 5 minutos habían pasado de la jugada de 'charlot' de Gazzaniga cuando Xiscu, el extremo del filial -RZD Aragón- a quien Agné le dio cancha durante su primera fase al llegar a Zaragoza, entró en el área por el lateral y fue derribado por un defensor local. El árbitro, Arias López, señaló el penalti que transformó el goleador Ángel para sujetar una victoria que puso a los blanquillos muy cerca de la promoción y abocó al Rayo a su segunda crisis de su mala campaña. De hecho, los rayistas ese día tenían como entrenador a Rubén Baraja, el segundo inquilino de su banquillo tras haber destituido a José Ramón Sandoval en octubre. Baraja caería poco después y llegaría como tercer plato Míchel Sánchez, que es hoy en día quien lleva las riendas de los madrileños en su pugna por, esta vez sí, volver a Primera al término del torneo.

En tiempo de aumento, los zaragocistas estuvieron en un tris de estropear su victoria, que acababa con 8 meses sin saborear algo así como visitantes. Facilitaron el gol local, anotado por Javi Guerra. Y sufrieron hasta el punto de que Marcelo Silva, el central uruguayo del Zaragoza, fue expulsado por doble amarilla en un momento de gran apuro. Al final, todo acabó bien.

Lástima que de aquel episodio reciente, el más cercano en el tiempo que se da antes de este Rayo Vallecano-Real Zaragoza del domingo, solo tres jugadores blanquillos puedan tener noción. Dos de ellos estuvieron en el campo como titulares, Zapater y Javi Ros. El otro, era el portero suplente Ratón. De los demás, no queda nadie.

Todo lo contrario que sucede en el Rayo, donde la continuidad ha sido el patrón seguido, con los buenos refuerzos pertinentes que le han dado buen resultado esta vez. En aquel 1-2 de la campaña pasada, con los franjirrojos ya estaban los Embarba, Alex Moreno, Dorado, Beltrán, Comesaña, Amaya, Javi Guerra, Manucho..., que venían incluso del bloque de Primera División.

A ellos, en el pasado verano, la dirección deportiva rayista incorporó al portero Alberto (lo quiso el Zaragoza como primera opción, pero el dinero pudo más y acabó en Vallecas), al lateral brasileño Baiano (Sporting de Braga), a Unai López (del Leganés), al goleador De Tomás (cedido por el Real Madrid y vieja pretensión zaragocista año tras años)... y llevó a cabo una curiosa operación retorno de viejos jugadores franjirrojos, Trejo, Chori Domínguez y Armenteros, de los cuales el primero, mediapunta argentino, está dándole un resultado sobresaliente a base de juego y goles.

En aquella noche victoriosa, el Real Zaragoza del curso pasado jugó con Irureta; Isaac (Bagnack, 68), Marcelo Silva, Cabrera, José Enrique; Zapater, Javi Ros (Morán, 63); Cani, Xiscu; Dongou (Lanzarote, 73) y Ángel. En frente, el Rayo formó con Gazzaniga; Aguirre, Zé Castro, Dorado, Quini; Beltrán, Trashorras; Embarba (Manucho, 78), Miku (Piti, 73), Alex Moreno; y Javi Guerra.

Del 1-2 favorable al Real Zaragoza tienen más emociones presentes, por lo tanto, los rayistas que los zaragocistas. Por pura cuestión presencial. Pero, pese a ello, viene bien mencionarlo porque, ya se sabe, las rachas y las trayectorias en determinados estadios suelen tener cierta continuidad, tanto para bien, como para mal. En este caso, Vallecas siempre fue un territorio amable, a lo largo de la historia, para las visitas rentables del club zaragozano. Este año, por lo que hay en juego, sería magnífico continuar por ese camino ancestral que ya se recuperó la temporada anterior, cuando el Rayo volvió a la vida del Zaragoza al descender de Primera.