Adiós a dos leyendas de la cantera blanquilla

Cani y Arbeloa, formados desde infantiles en las categorías inferiores del Real Zaragoza, han puesto punto y final a dos exitosas trayectorias en la élite del fútbol.

Cani y Arbeloa, en cuclillas, primero y segundo por la izquierda, con Aragón en 2006.
Adiós a dos leyendas de la cantera blanquilla
ESTHER CASAS/heraldo

Dos de los mejores futbolistas forjados en la cantera del Real Zaragoza han cerrado sus exitosas carreras profesionales. Rubén Gracia ‘Cani’, de 35 años, lo hizo en un emocionante acto que tuvo lugar en La Romareda el pasado jueves. Álvaro Arbeloa, de 34 años, comunicó su decisión el 24 de junio, tras una campaña decepcionante en el West Ham. Ambos dejan atrás un laureado currículo y se enfrentan al desafío de un futuro alejado del que ha sido su hábitat natural durante casi dos décadas.

Tanto el genio de Torrero como el campeón del mundo comparten sus orígenes deportivos. Su formación se desarrolló íntegramente en el club blanquillo. El primero ingresó en el infantil B, con 11 años, y fue subiendo escalones hasta debutar con el primer equipo el 11 de mayo de 2002, contra el Fútbol Club Barcelona. Una admirable superación de etapas y de notables obstáculos. El segundo también accedió al infantil B con 11 años y permaneció en la entidad hasta los 17, cuando fue fichado por el juvenil del Real Madrid. "Jamás olvidaré aquellos seis años que milité en el Real Zaragoza. Fueron fundamentales para crecer como futbolista, pero también y, sobre todo, como persona. Siempre he considerado el Real Zaragoza como mi casa", ha reconocido –y sigue reconociendo– Arbeloa.

La imagen que ilustra este artículo es tremendamente simbólica. El centrocampista y el lateral aparecen juntos posando con el resto de sus compañeros de la selección aragonesa que derrotó a Chile (1-0, con gol de Javi Suárez en el 91) en un amistoso que se disputó en una Romareda asaltada por la niebla el 28 de diciembre de 2006. La alineación que confeccionó Víctor Fernández la completaban Alberto Zapater, Ángel Lafita, Pablo Alfaro, Moisés, Toño Longás, Rodri, Chus Herrero, Víctor Bravo y Rubén Pérez.

Ambos se hallaban en el punto de inflexión de sus trayectorias. Cani devoraba sus primeros capítulos en un Villarreal en el que se convirtió paulatinamente en figura, con más de 300 partidos a sus espaldas y apariciones en la Liga de Campeones o en unas semifinales de la Liga Europa. Desembarcó en el conjunto castellonense con el bagaje de haberse erigido en ídolo del zaragocismo, aportando su calidad en conquistas de la magnitud del ascenso a la máxima categoría en 2003 o los títulos en la Copa del Rey y la posterior Supercopa de España en 2004.

Por su parte, en aquel invierno de 2006, Arbeloa impresionaba en su estreno con el Deportivo, un despliegue que pocas semanas después le valió para fichar por el Liverpool de Rafa Benítez. Anfield fue el escaparate ideal para ser citado por Luis Aragonés para la selección absoluta. El resto es gozosa historia: finalista de la Liga de Campeones con los ingleses, doble campeón de la Eurocopa (2008 y 2012), campeón del mundo (2010), dos Ligas de Campeones con el Real Madrid (2014 y 2016)...

Dos caminos fecundos y soleados que Cani selló con unas palabras que brotaban del corazón: "El Real Zaragoza ha sido mi vida, mi pasión, donde tendré siempre mi corazón. Aquí llegué de niño, y aquí me he hecho como persona".

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