Real Zaragoza

De 'Agapaimar' a 'Agapitarch'

La situación del Real Zaragoza nada tiene que ver con el exhibicionismo inicial de Agapito Iglesias.

De 'Agapaimar' a 'Agapitarch'

Guardan las hemerotecas aquellas anacrónicas imágenes de Agapito Iglesias paseando del brazo del entonces apetecible Pablo Aimar, cuando la maquinaria propagandística del entorno zaragocista -alimentada desde el Pignatelli- anunciaba el final de lo que consideraban la atonía deportiva del Real Zaragoza y el inicio de una nueva era. Aquello era -como escribí entonces- el retrato de ‘Agapaimar’, la unión que presagiaba ese nuevo tiempo de grandeza, el camino que conducía hacia un universo distinto, repleto de méritos y gestas, según deslizaba el Gobierno de Aragón.


Y fue precisamente esa conexión terrible entre la política, la gestión de Agapito Iglesias, el derrumbe económico y el fracaso deportivo la que condenó al Real Zaragoza a su tiempo más oscuro. La entidad atraviesa por una situación insufrible para el zaragocismo, que ha visto cómo la manipulación de aquel proyecto ha empujado al abismo institucional, económico y deportivo al Real Zaragoza.


De aquel lazo entre Agapito Iglesias y Aimar se ha pasado hoy a otro retrato, el de ‘Agapitarch’: la del propietario y el director general, Jesús García Pitarch, sin casi nada que ofrecer hoy para reforzar a un Real Zaragoza necesitado de piezas fundamentales.


Hace años que el empresario soriano ya no se exhibe. Hoy se oculta detrás de su director general, encargado de dar la cara por el máximo accionista, que hace tiempo que no brinda a la afición las incorporaciones. Entre otras cosas, porque tiene muy poco que ofrecer.


Nada queda hoy de aquel tiempo de estrellas (fugaces), de fanfarrias y alardes de aspirante a grande -¡qué paradoja!-. Hoy, el Real Zaragoza se muestra en un director general que poco puede ofrecer, aunque no sea su responsabilidad -es natural en la situación actual de la sociedad- y que en nada se parece a aquellas imágenes de nuevo rico que gustaba de ofrecer el entonces crecido Agapito Iglesias: de ‘Agapaimar’ a ‘Agapitarch’. El camino de la decadencia.


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