La SD Huesca, un día de descanso y cuatro sesiones para preparar la visita al Elche
Semana decisiva en el devenir futbolístico e institucional del club oscense, que se juega buena parte de la salvación el próximo domingo en el Martínez Valero (21.00).
La SD Huesca descansará mañana y volverá pasado al trabajo para comenzar a preparar la visita al Elche el próximo domingo (21.00). Limpiar la cabeza y recargar pilas: es en lo que piensa la plantilla azulgrana para empezar una semana más que fundamental si el equipo quiere competir la próxima temporada en Segunda División.
Serán cinco las sesiones de trabajo que el conjunto azulgrana tenga por delante antes de viajar hasta Elche, que todo apunta que lo hará en la víspera, el sábado. Además de la sesión postpartido de esta mañana, serán cuatro -miércoles, jueves, viernes y sábado- los ensayos generales que el equipo lleve a cabo para ultimar el choque que se disputará en el Martínez Valero ante un equipo sumido en la pomada por acceder a la promoción de ascenso. Pese a ello, el cuadro de Sebastián Beccacece no llega al duelo mucho mejor que la SD Huesca. Los verdiblancos solo han conseguido una victoria en los últimos siete encuentros, lo que les ha expulsado de las posiciones de play-off.
Pero, en Segunda División, merece poco la pena fijarse en la trayectoria y necesidades del rival, menos todavía dada la situación en la que se encuentra el cuadro de Antonio Hidalgo, que deberá buscar la victoria sin complejos en un campo donde sus dos únicas visitas concluyeron en empate. Ya no hay tiempo para guardar cartas.
Dramatismo por doquier
La situación lo implica, pero la SD Huesca ni siquiera ha pisado el descenso y ya parece que el equipo jugará el año que viene en 1ª RFEF. Por un punto, cierto. Pero sumar una unidad más o menos a estas alturas de campeonato puede acabar significando una salvación. Un punto sobre el descenso más el gol average personal que el Huesca tiene ganado con todos sus rivales directos, excepto el Eldense, cuya victoria en El Alcoraz en el minuto 94 (0-1) provocó la catarsis y posterior destitución –inmediata– de Cuco Ziganda.
Otra de las razones del comportamiento que está desarrollando el conjunto azulgrana y que desemboca en un dramatismo sin freno es que siempre cuesta levantar más la cabeza cuando caes desde arriba que cuando subes desde abajo. Eso a lo que llaman inercia, y el Huesca la tiene muy en contra. Cierto es que la situación sería distinta si el equipo ocupara la posición actual tras haber ascendido escalones.
No tiene ningún valor ni significa ninguna referencia, pero la racha de seis encuentros sin conocer la victoria dificultan todavía más el reto que tiene por delante el equipo, el club y, desde luego, la afición. Momentos en lo que todo se presenta en contra son, precisamente, los idóneos para revertir una situación. Y de ganar el próximo encuentro se habría finiquitado con éxito el trabajo más arduo.
En otro orden, los nervios y la impotencia -tanto en el césped, como en el banquillo y, de manera más visible, en las gradas-, suelen conducir a la precipitación. Conservar la armonía y la paciencia es de lo más complicado en situaciones como la actual pero, a cuatro partidos del final de Liga, no es el momento para derruir lo construido y tirar la casa por la ventana, sino para tener fe en lo que se sabe hacer, en los puntos fuertes: la consistencia como bloque y mínimas concesiones en la zaga.
Es complicado mantener esa calma porque los últimos resultados solo invitan a la revolución, pero aún peor sería darle la vuelta por completo al equipo y, sin ningún tipo de orden, introducir y extraer piezas con las que Hidalgo no ha contado en toda la temporada. El ansia generalizada que para nada favorece hace pensar que la SD Huesca no tenga nada que perder, y la realidad está justo en el otro polo. Hay toda una temporada -y mucho más- que perder.
