En un momento primaveral, entusiasmado y pletórico, el Zaragoza acude a Ponferrada con la misión de continuar su asalto a las dos primeras plazas de la clasificación. Impulsado a reacción por el queroseno de tres victorias consecutivas, el equipo de Carreras se enfrenta a un rival, la Ponferradina, con una dinámica opuesta: tres derrotas seguidas y una crisis abierta, con relevo en el banquillo y caída a los puestos de descenso. No es tiempo ahora, pese a las datos gruesos del duelo, para la confianza en el Zaragoza. La guardia debe permanecer alta, más ahora que el fútbol, el desarrollo del juego, ganó credibilidad, contenido y claridad en la victoria contra el Alcorcón. Es el fútbol lo que debe marcarle la senda del ascenso al Zaragoza. No tendrá a mano ningún argumento mejor que una idea definida, reconocible, bien ejecutada y competitiva. El partido del Toralín pone también al descubierto el fondo de armario y la variedad de recursos que transformó al Zaragoza en el mercado de invierno, con la dirección de obra de Narcís Juliá. Se amontonan las bajas, relevantes, de cuatro jugadores de primer orden (Vallejo, Hinestroza, Lanzarote y Culio), pero hay soluciones, unas más naturales que otras, en el vestuario, un grupo bien conectado al hilo competitivo por la gestión del entrenador.

Lluís Carreras ha enfocado el trabajo de la semana hacia la recomposición de su frente ofensivo, zona del equipo más afectada por las bajas. Los dos extremos titulares hace una semana, Hinestroza y Lanzarote, no figuran hoy entre los disponibles. El entrenador practicará así cirugía en las alas del ataque. No hay especialistas puros en el banquillo para los extremos, por lo que el remedio tendrá mucho de improvisación. Pedro, una vez cumplida su sanción, tendrá una plaza en uno de los costados. La otra está muy abierta y sometida a condiciones: la Ponferradina, el dibujo táctico final (no debe descartarse tampoco el 4-4-1-1 con doble pivote predicado en anteriores partidos)... Isaac cuenta con muchas opciones de avanzar su posición desde el lateral con el regreso de Marc Bertrán y Campins a la convocatoria. En la otra banda, puede suceder los mismo con Abraham. Hay otros dos planes alternativos que ha barajado Carreras: incluir a Sergio Gil como falso extremo izquierdo, dejando a Rico el carril de punta a punta. Y, también, en el mismo sector, apostar por Ángel como un segundo punta que parte desde banda izquierda. En defensa, el Zaragoza presentará una novedad sustancial: el retorno de Leandro Cabrera como central acompañante de Guitián. La historia del partido también pasará por el estado eufórico de Dongou, cañonero y espadachín al mismo tiempo en el partido de hace una semana contra el Alcorcón. El camerunés se amarrará al once y encabezará la ofensiva del Zaragoza.

De cómo se presente la Ponferradina en su estadio también dependen buena parte de las maneras del Zaragoza. Los leoneses están en su punto crítico de la temporada. Acaban de despedir a su segundo entrenador del año, Fabri González, y el relevo ha dejado a Carreras sin referentes inmediatos a la hora de cocinar el partido. Lo ha hecho a ciegas, aunque con alguna pista: Rubén Vega, el nuevo técnico, ya dirigió un par de partidos en febrero. A la Ponferradina la envuelven las dudas: el mensaje del Vega ha predicado esta semana retomar la guía del fútbol ambicioso, alejado de los corsés. Cuenta con dos bajas en defensa, Ignasi Miquel y Lolo Pavón, pero recupera a las, quizá, dos principales fuentes de talento del equipo, Aguza y Berrocal. Un rival herido, pero no desfallecido. La guardia, en alto, porque a la tierra prometida se va por el Bierzo.