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Ganar, la eterna obligación

Un triunfo garantiza acabar el año en cabeza, empatar o perder significaría una caída ostensible. El Real Zaragoza, con ocho bajas relevantes en sus filas, visita el duro campo de Tarragona (18.00).

El equipo escucha a Ranko Popovic al inicio del entrenamiento de ayer en La Romareda.
Aránzazu Navarro

El cuento de nunca acabar vuelve a traer a escena hoy un nuevo capítulo para su principal protagonista, el Real Zaragoza, esta vez en la vecina y limítrofe Tarragona (18.00). Se trata de ese libreto que obliga a ganar siempre a los aragoneses en su desenfrenada carrera por volver a Primera División cuanto antes. Un mandamiento estresante que, según va avanzando la liga –hoy se juega ya la 18ª jornada–, adquiere mayor relevancia por lo irrenunciable de sus encomiendas y porque el estado de la clasificación va reduciendo a la mínima expresión el margen de error, una vez cometidos ya unos cuantos que eran evitables.


Tarragona, como lo fue Bilbao hace 12 días en el último viaje, es sinónimo de victoria innegociable y apremiante para los muchachos de Popovic. El líder Córdoba ha dejado patentes síntomas de querer ser el primer escapado del pelotón de aspirantes al ascenso directo. El Zaragoza ya no lo tiene a tiro de un partido (con 33 puntos, los andaluces suman 6 más que los blanquillos) y conviene no cederles demasiado espacio para que su demarraje acabe siendo inalcanzable a largo plazo. Anoche, los cordobeses cayeron 2-1 en Elche. Hoy es un buen día para recortar distancias y ponerse a mano del primero.


Los blanquillos aspiran todavía a terminar el año natural, 2015, en segunda posición. O sea, en puesto de ascenso directo. Para ello, además del imperioso triunfo hoy en la romana Tarraco, ha de darse una carambola a tres bandas: que el Alavés pierda en su visita a Ponferrada y que, mañana domingo, el Oviedo no le gane al colista Almería en el Carlos Tartiere astur. Podría darse. No es descabellado. Así que el aliciente que tienen hoy los chicos de Popovic es más que sugerente.


Además, más de un millar de zaragocistas van a estar en las gradas del campo tarraconense insuflando ánimos a los suyos. Esa inquebrantable hinchada aragonesa que sueña con poder repetir éxodos masivos a partir del año que viene a los campos naturales de la historia del Real Zaragoza: los de Primera División.


El Nástic es un rival engañoso. Con aristas cortantes para cualquier rival que se ponga en su camino. Vienen de Segunda B (le ganaron el ascenso a la SDHuesca en el duelo directo de campeones), pero han entrado con una fuerza inusitada en el fútbol profesional tras varios años purgando en la división de bronce. Mantienen el mismo bloque de cursos pasados en categoría inferior y, a priori, parecen un grupo sin nombre (solo el veterano Emaná, camerunés exbético, asoma como fichaje de brillo). Esa comunión interna, de grupo consolidado, los hace potentes y seguros de sí mismos. Están en la 7ª posición. Todo el año arriba. Son la revelación del curso, sin duda alguna. Ya en verano, en la pretemporada, le dieron un baño al Zaragoza durante 75 minutos del amistoso disputado el 1 de agosto. Estuvieron ganando 2-0, dispararon dos veces al larguero y pudieron golear. Solo dos tantos postreros de Dorca y Ángel arreglaron un día gris para el Zaragoza que hoy ha de servir de aviso.


Popovic viajó anoche al sur de Cataluña con un equipo mermado. Una vez más. Esto también forma parte del cuento de nunca acabar. Hasta ocho futbolistas de alto rango dentro de la plantilla están imposibilitados para jugar. El portero Manu Herrera, con un problema en una rodilla, es el último en sumarse a la larga lista que componen Jaime, Wilk, Diamanka, Hinestroza, Mario –todos por lesión- y los sancionados por acumulación de tarjetas, Ángel y Rico. Semejante sangría obliga al entrenador balcánico a improvisar de nuevo un once inicial.


Ahí, en un extremo, Jorge Díaz será la gran novedad. Isaac y Dorca, cumplido ya su castigo por tarjetas, volverán al equipo. Abraham continuará, seguramente en la medular, por su recorrido y llegada al gol. Si es así, Isaac cambiará al lateral zurdo. El banquillo, un poema, una denuncia. Con gente tocada y varios chicos del Aragón. Aun así, la obligación es ganar. Lo contrario será síntoma de un preocupante paso atrás. Hasta el 11º de la tabla, el Mirandés tiene a tiro al Zaragoza y espera su fallo. La caída podría ser profunda. Conviene evitarla.