Leticia Dolera: "Amas más a los personajes por sus fracasos que por sus éxitos"

Estrena la segunda y última temporada de 'Vida perfecta' en Movistar+, donde vuelve a romper tabúes con inteligencia y humor.

La actriz Leticia Dolera
La actriz Leticia Dolera
EP

Sorprendió, y de qué manera, con la primera temporada de 'Vida perfecta'. A través de la amistad que une a María, Esther y Cris y un embarazo no buscado, Leticia Dolera (Barcelona, 1981) se atrevió, con inteligencia, a poner sobre la mesa temas que a menudo se pasan de largo como las relaciones sexuales de las personas con discapacidad o los nuevos modelos de familia. La segunda y última temporada de la ficción, que se estrena este viernes en Movistar+, sube la apuesta para tratar asuntos como la depresión postparto, la reconexión con el cuerpo, el poliamor o las relaciones entre personas con grandes diferencias de edad.

-¿Por qué dar carpetazo a la serie ahora?

-(Ríe). Ya, eso me pregunta todo el mundo. Pues porque creo que los personajes al final de la segunda acaban en un sitio en el que necesitan pasar un tiempo y yo con ellas. Esta serie bebe mucho de mi momento y mi inquietud presente y siento que ahora mismo no puedo continuar con ellas y a mí tampoco me sale hacer por hacer.

-Pero no descarta volver a sus vidas pasado un tiempo.

-Yo qué sé, dentro de cinco años. Pero ahora mismo sí que es una temporada final y sí que acaban en un lugar en el que tienen que estar un tiempo y transitarlo y ver qué pasa.

-¿Tenía claro cómo debía seguir la serie en esta segunda temporada?

-Aunque al terminar el rodaje de la primera, yo ya empecé a fantasear con la continuación, cuando Movistar me propone hacer una segunda temporada, les pido un tiempo para reflexionar y hasta que no veo claro que había tres lugares a los que llevar a las tres protagonistas y tres caminos que explorar que tenían sentido para mí, no les digo que vamos hacia delante. Fue cuando le pregunté a Manuel Burque si quería escribir conmigo la segunda.

-Siendo un gran éxito de público y crítica, ¿notó mucha presión?

-La he sentido en el sentido de estar a la altura de los personajes, no he sentido una presión externa. Me podría haber pasado, pero no me ha pasado, ¿sabes? Ahora que pienso en otra cosa que quiero desarrollar y escribir, esa presión típica que viene después de un éxito sí que la siento y estoy intentando evadirme dentro de lo posible porque no es buena consejera.

-Su personaje María, está sumida en una depresión posparto...

-Está en un cuadro de ansiedad postparto.

-Casi todo su arco argumental gira en torno a ello. ¿Cómo evitó que esa oscuridad no se apropiara de toda la ficción?

-Fue difícil, porque en el momento en el que tienes un personaje triste y deprimido, no hace nada, solo quiere llorar y estar sentado. Fue un trabajo constante de no llevar a María a una depresión bajonera y llevarla a un lugar de ansiedad, de estoy mal y me doy cuenta de que estoy mal. Hay algo que no funciona y ya en el momento en el que empieza a ir a terapia, que es algo movilizador, ya tienes un personaje que está mal pero no es pasivo.

-A pesar de que María cae a menudo en el egoísmo y rechaza a su hijo, el espectador empatiza con ella sin problemas. ¿Hubiese sido más difícil si el personaje hubiera partido de aquí, es decir, si no hubiera habido primera temporada?

-Es posible, pero sí que creo que es importante que tu ves todo el rato al personaje sufrir, no la ves como a una tía sin sentimientos, a la que se la suda lo que le está pasando. La ves vulnerable e incapaz de conectar con su hijo, pero sufriendo por ello y eso la humaniza porque al final, como espectadora, amas a tus personajes más por sus fracasos que por sus éxitos.

-¿Cómo fue la preparación para escribir y dar vida a un personaje así?

-Esta historia surge de que antes de escribir 'Vida perfecta', una amiga muy cercana me cuenta en el primer año de vida de su hijo no sintió conexión con él, que se arrepintió de haber sido madre y que pensó: "¿Qué voy a hacer con esta persona que he traído al mundo?". Eso me lo contó tres años después y todavía con culpa y vergüenza, incluso habiéndolo superado, porque ya estaba en un lugar bonito con su hijo. Y a mí me sorprendió que ella lo viviera sola, no fue a terapia, no lo compartió con nadie, no se lo contó a nadie. Y eso me impactó mucho por eso cuando empecé a pensar en dónde llevar a María, me vino la historia de mi amiga a la cabeza.

-¿Qué descubrió en ese camino?

-A raíz de esto empecé un proceso de documentación donde empezamos a hablar con muchas mujeres que habían sido madres y ahí hay una cosa que desconocía y que está en la serie y que les pasa a muchas mujeres, que es el miedo a mirarse la vulva, en el caso de las mujeres que han tenido un parto vaginal. Pronto pensé que eso tenía que estar en la serie también al igual que la relación con el cuerpo. Por mi físico me parecía poco creíble llevar a María a una crisis con el cuerpo en cuanto a mi barriga, porque no tenía sentido, pese a que eso de tener que reconectar de nuevo el cuerpo, con las nuevas estrías, con la nueva forma del pecho y de la barriga, pasa mucho. Pero el tema de la vulva era un tema muy profundo, muy particular, que yo no había escuchado nunca y me parecía que 'Vida perfecta' era la serie donde retratarlo. Además, yo tenía claro que quería llevar a los protagonistas al retiro de sexualidad. De hecho, me llevé a Aixa y a Celia a uno para coger ideas. Supongo que era algo que yo misma quería hacer, así que tenía la excusa laboral, que yo me autoimpuse. De hecho todo lo que pasa en el retiro está inspirado en el retiro real que hicimos y que nos aportó muchas cosas a Celia y a mí. Hicimos dos retiros y a uno de llos Aixa no pudo venir y fue el que realmente nos transformó a Celia y a mí y es el que está en la serie. Tiene sentido todo. Quería llevar a los personajes a un retiro de conexión con el cuerpo y que tiene que ver con la vulva y toda la zona del aparato sexual femenino y eso conectaba, además, con una mujer que acababa de parir y que tiene un problema de conexión y de mirarse esa parte del cuerpo.

-¿Por qué siguen siendo temas tabú? ¿Por qué estos problemas no están más en la conversación y se obvian?

-Todo lo que tiene que ver con las mujeres, que implica sacarnos de ese esquema de valores patriarcal y de ese relato cultural donde las mujeres somos o las madres bondadosas o las putas al servicio del deseo masculino, sigue siendo una rotura de patrón de un relato que tiene siglos de historia y por eso cuesta. Todo el tabú que existe con el coño, con la vulva, con el olor, con la forma... Tengo amigas a las que les da vergüenza que les hagan un cunnilingus con la luz encendida, todavía hay vergüenza con los coños. Empieza a no haberla y hay todo un movimiento de ilustradoras que dibujan vulvas y que reivindican la diversidad y creo que lo necesitamos las mujeres porque llevamos muchos años creyendo que si no encajábamos en ese patrón de vulva, de cuerpo y de madre había algo incorrecto en nosotras.

-El recorrido que hace Esther (Aixa Villagrán), la eterna adolescente, que acaba de iniciar una relación con Julia, una mujer entrada ya en los cincuenta, es un descubrimiento.

-Lo primero que surgió sobre el papel es que Esther se iba a enfrentar a tener una relación con una persona bastante mas mayor. ¿Qué haces con una persona que tiene pulsión hacia el descontrol, hacia la inmadurez, la ausencia de límites, en una relación con una mujer que es todo lo contrario?

-Eso os ha permitido tratar otras realidades femeninas, más allá de los 30 y 40 años. Y salen temas interesantes como el de la menopausia.

-Una vez tuvimos al personaje de Julia, pensamos que ya que teníamos un personaje así íbamos a visibilizarlo y a hacerlo desde la vulnerabilidad, no desde un lugar moderno. Por eso surgió el tema de la menopausia. Julia está insegura porque piensa que realmente ha perdido algo en ella. Podemos ser muy modernas y saber mucho de feminismo, pero luego cuando las cosas nos pasan estamos vulnerables.

-¿Por qué cree que en la ficción cuesta ver personajes más allá de los cuarenta años? Me viene a la cabeza 'El método Kominski'.

-Bueno, pero ahí estás hablando de personajes de alrededor de setenta años. Sí que hay series y películas protagonizadas por hombres de cincuenta.

-Me refería más a series que hablen de los problemas que tienen hombres y mujeres de esas edades, que hablen de la impotencia, de la menopausia... ¿Es porque la mayor parte de los creadores se mueven entre los treinta y los cuarenta años? ¿Interesa menos a la potencial audiencia?

-Ya, supongo que algo de eso hay. Mira, yo tengo una amiga, Nuria Gago, que tiene un libro maravilloso, 'Quiéreme siempre', en el que las protagonistas son una mujer de treinta y otra de setenta y lleva tiempo intentando producirla y se está encontrando ciertas dificultades por el miedo que da que la coprotagonista sea una mujer de setenta. Bueno, yo creo que todavía tenemos esa cosa de no querer mirar a lo que nos va a pasar cuando seamos mayores, supongo que tiene que ver con un miedo atávico a hacerse mayor y desaparecer. Pero la covid ahora, por ejemplo, nos ha puesto sobre la mesa el problema de las residencias. No estamos pensando en el cuidado de la gente mayor que, si lo analizas desde un punto de vista político, son los que nos han traído hasta aquí, los que han pagado impuestos toda su vida y nos han educado, mejor o peor, pero lo han hecho. Y hay algo de no querer hacerse cargo de esa parte de la sociedad. Hay mucha gente mayor muriendo sola, antes de la covid, y sí es un tema que nos incomoda. En la serie se da una pincelada del tema de las residencias muy menor.

-¿Cuál ha sido el mayor desafío al que se enfrentó en esta segunda temporada?

-El mayor desafío ha estado en el personaje de Gari (Enric Auquer) porque era muy fácil caer en el mismo argumento que en la primera temporada. Es un personaje que tiene una característica tan fuerte y que define tanto su propia vida, que es ser una persona con discapacidad, y aunque sea muchas otras cosas -tiene un sentido del humor muy particular, es un amante de la jardinería, le encanta la naturaleza, es disfrutón, le gusta ayudar-, la discapacidad atraviesa su vida de manera profunda. Y entonces para mí era difícil no decir: "¡Hostia! ¿No estamos contando lo mismo? Que como tiene discapacidad no confían en él". Y no, ahora estamos contando que ni el mismo confía en él. Su viaje va a ser: tu vas a tener tus limitaciones, pero eres el padre de Juanito. No intentes ser otro tipo de padre.

-Con la pandemia, ¿han cambiado sus prioridades?

-Me ha hecho poner en valor la relación con mis vecinos en el bloque (ríe). Sí, ahora tenemos un grupo de WhatsApp, antes no, y ¡ostras! De hecho he pensado que qué mierda de persona individualista era yo viviendo con gente arriba, abajo y al lado y les saludaba y ya. A ver, tampoco vamos a quedar cada día, pero no sé. Y bueno yo creo que a todas y todos nos ha hecho conscientes de la fragilidad de todo. Todo es frágil, en un momento todo cae y se desmonta.

-No tiene mucho sentido en plena promoción, pero ¿cuál va a ser su siguiente proyecto?

-Acabo de llegar de Argentina que he dirigido los dos primeros capítulos de una serie que se llama 'El fin del amor', basada en un ensayo feminista de Tamara Tenenbaum, cuya protagonista es Lali Espósito. Erika Halvorsen, que es la 'showrunner' ha decidido coger ese ensayo y la vida real de Tamara, que es una feminista pero que su infancia la pasa en el ambiente judío ortodoxo argentino, para contar cómo una judía ortodoxa pasa a ser una feminista respetada y leída. Es un viaje muy interesante y de ese viaje habla la serie, además de la crisis de los treinta. Ha sido la primera vez que dirigía algo que no había escrito yo y ha sido una aventura muy interesante. También he tenido mucha suerte porque he trabajado con mujeres y hemos colaborado muy bien juntas. Lali también es productora y ha sido muy bonito ver como tres mujeres han levantado un proyecto en una industria como la argentina, donde es particularmente difícil porque rompe tantos tabús y estereotipos. Y, bueno, estoy escribiendo algo que a ver si me sale. Me estoy peleando con el papel, pero no lo quiero ni decir.

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