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Blog - Los desastres de la guerra

por Gervasio Sánchez

Una retirada imprudente

Kabul (Afganistán)


La salida de todas las tropas españolas de la provincia de Bagdis es una retirada imprudente cuando apenas faltan seis meses para unas elecciones presidenciales trascendentales para Afganistán, previstas para el 5 de abril de 2014.


Cuando en mayo de 2012 la OTAN incluyó Bagdis entre las provincias recomendadas para realizar el relevo con las autoridades y fuerzas de seguridad afganas, también reafirmó que este proceso global de transmisión tendría que finalizar a finales de 2014.


Los últimos 150 soldados españoles, que esta madrugada abandonaron la base de Qala-e-now, capital de Bagdis, se han ido 15 meses antes de esa fecha tope.


Cuando los españoles llegaron a Bagdis en 2005, esta provincia de 21.858 km2, habitada por 400.000 habitantes, era un oasis de paz y tranquilidad. El número de incidentes era nimio si se comparaba con la situación en otras provincias donde había tropas españolas desplegadas.


Pero en los últimos años las actividades insurgentes se han multiplicado y es muy posible que la espiral violenta se agrave mientras se acerca la fecha de las elecciones presidenciales.


Noar Mohammed Noar, portavoz de la comisión electoral de Afganistán, comentó ayer a HERALDO que la situación de seguridad es muy deficiente en varios distritos de Bagdis. Admitió que va a ser muy difícil garantizar el proceso electoral sin el apoyo de las tropas extranjeras.


A los largo del país ya se han producido varios incidentes muy graves contra funcionarios electorales a pesar de que aún falta medio año para la convocatoria electoral. Recientemente ha sido asesinado el responsable electoral de la provincia de Kunduz y la semana pasada fueron secuestrados cinco trabajadores de la comisión en la provincia de Faryab. Tres de ellos fueron liberados posteriormente.


El principal déficit del ejército afgano son los medios aéreos. En la provincia de Bagdis los helicópteros de combate españoles daban cobertura durante las operaciones contrainsurgentes y ayudaban en el traslado de los heridos.


Desde hoy el ejército afgano ha perdido su capacidad aérea, clave en una guerra contra un enemigo oculto que utiliza la emboscada para golpear. España ha hecho un gran esfuerzo logístico y económico en Afganistán desde enero de 2002 y ha pagado un precio muy alto en vidas. Es evidente que hay un gran cansancio tras nueve años de presencia permanente. Cualquier misión militar es muy costosa. Se habla de un millón de euros diarios, una cantidad mareante.


Pero los afganos se enfrentan en los próximos meses a un calendario clave que garantice su futuro. La fragmentación política, las rivalidades étnicas, la corrupción galopante y la presencia de los talibanes en la mayoría de las provincias impiden la estabilidad política y militar.


Los insurgentes intentarán, como ya hicieron en agosto de 2009, boicotear el proceso electoral ya que su principal objetivo es convertir al país en ingobernable.


Lo lógico hubiera sido mantener la misión militar española en Qala-e-now, capital de Bagdis, hasta la primavera del año que viene. Reduciendo el número de soldados durante el invierno en que la actividad insurgente es mucho menor. Volviendo a enviar refuerzos las semanas anteriores al 5 de abril de 2014 para garantizar las elecciones presidenciales.

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