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Blog - Al Alba

por Mariano Gistaín

El Príncipe en San Gregorio

El Príncipe otea el horizonte sangregoriano con gesto preocupado: parece que se dispone a invadir Cataluña.


El problema es que no está hecha la autovía y si hay que pagar el peaje de los tanques por la autopista la operación no compensa. Y por la N II, ni a tiros.


Aragón aprovecha el caos identitario financiero y el descontento unánime para NO reclamar los bienes de las parroquias. (Según todos los indicios siguen en el museo de Lérida, donde se detecta un cierto poltergeist porque algunos retablos ya se menean solos).


La locura es total. Portugal va a pedir asilo o acogida en España para hacerse sistémica y que la mencione Obama. El salvamento es inminente, pero no se sabe a quién. Esos cuatro puntos que ha bajado el déficit público nos han partido el corazón privado. Ay.


En este corrimiento hacia el abismo programado los empleados públicos ya van a ser transformados en emprendedores. El Estado exprime a sus súbditos (por su bien): no hay día que no decrete una troikada.


La autarquía del huerto electrónico avanza: autogeneración, autoconsumo, pymes de guerrilla, corporaciones de una o dos personas que, como las grandes, van con con un pie por dentro y otro por fuera de la Iberia sumergida y mirando a hispanoamérica...


El Príncipe ha estado de maniobras en San Gregorio y su sola presencia y sereno temple ya son buenas noticias: los uniformes son vistosos, queda gasolina para los blindados, llueve sin excesos y se acerca un puente. ¡España live!