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Zaragoza también tuvo coches de caballos

Simón



Parece increíble, pero en fecha tan reciente como 1953 (reciente para los que ya peinamos canas), todavía existían coches de punto en Zaragoza: aún podías trasladarte de una esquina a otra de la ciudad en un coche de caballos de alquiler. Pero ya era un servicio que agonizaba. Lo contaba Marcial Buj en las páginas de HERALDO:

Aquel don Simón, el castizo madrileño famoso alquilador de coches de la capital de España -de ahí que tomase el nombre de 'simón' la clásica berlina- no pudo sospechar la muerte del coche de caballos. Ni lo pudo sospechar ni hoy resistiría ver como desaparece la vieja estampa, que aun vieja y todo, tiene el encanto de hacernos recordar...

El 'simón' muere. Se le ve rodar agonizante por las calles de la ciudad, triste, como un fantasma del pasado. Én su último y supremo esfuerzo por vivir, lucha denodadamente con la muerte; una lucha inútil, que de nada ha de servirle...

En Zaragoza sólo quedan cuatro 'simones' en el punto. De los cuatro, dos no salen ahora porque son abiertos. De los particulares no vamos a ocuparnos, puesto que no morirán mientras no lo quieran sus propietarios... Hemos venido a la parada del Coso, frente a la calle de D. Jaime, y nos encontramos con el coche de Cayetano García, el decano de los cocheros zaragozanos del servicio público en activo.

-¿Poco servicio?

-¿Poco? ¿Nada?. Aún no me he estrenado y llevo aquí toda la mañana. Ya pronto me marcharé a comer.

-¿Cuántos son ustedes en Zaragoza?

-Emilio y yo. Somos cuatro, pero Hilario y Esteban no salen porque sus coches son abiertos y no van con el tiempo frío. Puede decirte que hoy somos cuatro los supervivientes en el punto; pero a este paso pronto acabarán son nosotros.

-¿Por qué?

-Porque hacemos pocos servicios y tenemos muchos gastos.

-¿Cuántos?

-¿Saben ustedes lo que valen los piensos? Mi yegua se come cinco kilos diarios entre pienso y paja. Pues eso supone siete duros todos los días. El animal que sale a trabajar tiene que estar bien comido. 

-¿Cuántos piensos diarios?

-Tres. Les aseguro que no ganamos para pienso. Luego, no se meta usted a operaciones...

-¿No compensan los servicios?

-No, y por eso esto se acaba.

-¿Qué solución ve usted...?

-Un pequeño aumento en las tarifas?

-¿Las actuales?

-Cuatro pesetas carrera. Créame que se pierde dinero. Por eso mismo se retiraron los demás. Todas encerraron y vendieron los caballos. El coche no da para mantener a una familia. Si no fuera porque la mujer también trabaja...

-¿Cuántos años tiene, Cayetano?

-Cincuenta y siete.

-¿Desde cuando es cochero?

-Desde los quince, poco más o menos. Llevo cuarenta años en el pescante.

-¿Cuántas paradas existían en aquella época?

-Cuatro: una en la plaza de España, frente al Arco de Cinegio; otra en el Paseo, desde el Banco a Requeté Arggonés; otra a la puerta del Café París, frente a la calle de Alfonso, y la que había entre el Hotel Oriente y la calle de la Audiencia.

-¿Ocupaban siempre los mismos puntos?

-Nos turnábamos.

-¿Coches entonces?

-Unos cuarenta.

-¿Desde cuándo son sólo cuatro?

-Desde hace tres años.

-¿Cuántos eran?

-Doce o catorce.

-¿Dónde ha ido más veces con su coche?

-Al Parque.

-¿Prefieren carreras o por horas?

-Carreras.

-¿Invierno o verano?

-Verano. Hay más horas para trabajar.

-¿En dónde encierra el coche?

-Tengo la cochera en la calle de Casta Álvarez.

-¿Sus clientes más asiduos?

-Los que quieren pasear, hacer visitas, gente forastera que quiere verlo todo despacio y algunos que le tienen cariño y simpatía al 'simón'; pocos, desgraciadamente.

-¿Van a hacer servicio de estaciones?

-De vez en cuando. Los que vienen en el tren alquilan taxis. Si nosotros vamos es porque siempre hay caprichosos...

-¿Añora aquellos tiempos?

-¿Que si los añoro? ¡Ya lo creo!

-¿Qué clase de servicios hacían?

-De todo. Entierros, bodas, bautizos, comuniones... ¡Ay, aquellos carnavales y aquellas verbenas en la 'playa' de Torrero! Un servicio que hacíamos mucho era el de la Quinta Julieta, cuando, iba la góndola por el Canal Imperial y se celebraban fiestas campestres en aquel lugar. También hacíamos mucho la salida de los teatros. ¡Pues mira el día 5 de marzo, cuando llevábamos a los clientes a la fuente de la Junquera y a San Gregorio a merendar! ¡Pues y los toros! ¡Ay, aquellos desfiles...!

-¿Fue cochero su padre?

-Mi padre fue el que puso el primer coche de punto en Zaragoza.

-¿Dónde?

-En la parada de la plaza de España, frente a la Farmacia Ríos. Antes había servido a los condes de Sobradiel y de Bureta.

-¿Qué coche llevaba?

-Una berlina y después salió con un landó de dos caballos. Más tarde pasó a las cocheras de 'La Brígida' y se casó con una hija de ésta, que es mi madre.

-¿Recuerda, algo más de su padre?

-Que llevó la diligencia que hacía el servicio de Huesca al Balneario de Panticosa.

-¿Cuántos caballos llevaba?

-Seis, pero cambiaban de tiro varias veces

-¿Asientos?

-Doce.

-¿Algún recuerdo más, Cayetano?

-El coche de don Paco Urzáiz. ¡Cómo alegraba las calles zaragozanas aquel soberbio 'milord' de cuatro jacas con sus cascabeles y sus adornos! ¡Qué color le echaba! ¡Y qué lástima que dejara de salir! ¡Pobre 'Don Paco'!

-¿Alguno que se vaya sin pagar?

-Bastantes, y a eso no hay derecho.

-¿Cómo se las arreglan...?

-El último caso fue en las últimas fiestas del Pilar. Me alquilaron unos individuos jóvenes para toda la tarde y, después de llevarlos de bar en bar, me dijeron: "A la Feria de Muestras". Les llevé, me dijeron que esperase "un momentito" y... hasta ahora. Aún deben estar allí. En fin, para qué vamos a recordar... Con otra de las cosas que hay que tener cuidado es con el examen del interior del coche al terminar un servicio.

-¿Por qué?

-Porque se puede dar el caso de que haya perdido el cliente la cartera u otros objetos en determinado lugar y diga que se los dejó en la berlina. Como ello puede meternos en lío, cuando el cliente se apea, acabado el servicio, le preguntamos: "¿Se deja usted algo?".

El 'simón' se muere y con él se va algo nuestro. Lo sentimos.