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Mayores solos frente al calor en Zaragoza: "Por la noche abro todo y duermo pegadica al ventilador, si no sería horrible"

Según el Observatorio Aragonés de la Soledad, en la Comunidad hay 65.900 personas mayores de 65 años que viven solas, y 32.000 tienen más de 80 años.

Conchita Pueyo, de 88 años, vive sola en su piso de La Magdalena, donde dispone de aire acondicionado en el salón, y el apoyo de un ventilador portátil para dormir.
Conchita Pueyo, en su dormitorio, con un ventilador que lleva de un cuarto a otro para dormir. 
Víctor Mateo

La zaragozana Conchita Pueyo, de 88 años, vive sola desde que enviudó hace dos años y medio en su piso de La Magdalena, donde dispone de aire acondicionado en el salón y un ventilador para dormir en las calurosas noches de verano. "Por las mañanas me levanto y voy al Centro de Día Los Sitios desde las 9.15 hasta la 13.00, que vengo a comer a casa. Los martes y los jueves me dan comida, y me la caliento aquí", cuenta con una sonrisa, apoyada sobre la encimera de su salón-cocina.

Desde hace dos años, es usuaria del programa de comida a domicilio de la Fundación La Caridad, dedicado a apoyar a personas mayores y otros colectivos con falta de autonomía. Cuenta que entró en él gracias a una compañera que vive en el portal de enfrente y le dijo estar muy contenta con el servicio. "Me había quedado viuda en diciembre y lo pedí para tener una ayuda", indica. 

Conchita Pueyo, operada de cáncer de boca, enseña los menús que le proporciona la Fundación La Caridad.
Conchita Pueyo, operada de cáncer de boca, enseña los menús que le proporciona la Fundación La Caridad.
Víctor Mateo

El calor de estos días no supone un impedimento para Conchita, que tiene sus propios trucos para sobrellevar las altas temperaturas sin renunciar a su vida social. "Con mis amigas voy de 18.00 a 20.00 al Laín Entralgo y jugamos al rabino. En casa tengo aire acondicionado en el salón, y mosquiteras en todas las ventanas. Así, por las noches abro todo para que me entre airecico y duermo pegada al ventilador. Como se hace corriente se está bien, que sino sería horrible", afirma. 

Según el Observatorio Aragonés de la Soledad, en la Comunidad hay 65.900 personas mayores de 65 años que viven solas, y 32.000 tienen más de 80 años, como es el caso de Conchita. 

Conchita Pueyo, con las botellas de agua que le trae cada sábado su hijo para que se mantenga bien hidratada.
Conchita Pueyo, con las botellas de agua que le trae cada sábado su hijo para que se mantenga bien hidratada.
Víctor Mateo

La Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) recuerda que a partir de los 65 años aumenta el riesgo de sufrir un golpe de calor, por lo que insta a incrementar las precauciones ante la subida de las temperaturas. "Es importante identificar los síntomas en la población vulnerable para poder actuar a tiempo y evitar consecuencias mayores. Dolor de cabeza, piel seca, sudoración excesiva, respiración agitada, pulso excesivo, hiperventilación, sensación de debilidad, calambres y fiebre, en los casos más graves, son señales de alarma de que se está sufriendo un golpe de calor", avisan los expertos.

Según cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE), con la llegada del verano, los efectos del calor, la soledad y la falta de interacción con el entorno cercano representan riesgos significativos para la salud de las más de 297.000 personas mayores en Aragón

El calor agrava patologías crónicas

La doctora Isabel Paúles, vicepresidenta de Semg-Aragón y responsable del grupo de trabajo de eVIDE (Estilos de vida y determinantes en la salud) explica cómo el tipo de vivienda en el que se resida, los recursos de los que se disponga, el país de procedencia o el tipo de familia en el que se haya nacido -si es estructurada o desestructurada- son factores que influyen en el estado físico y emocional. "En cuestión de pacientes crónicos más delicados, que no pueden salir a la calle, vemos estos días de calor cómo se agravan sus patologías crónicas: desde el incremento de eccemas en extremidades inferiores, como procesos respiratorios que empeoran por las malas condiciones que tiene la vivienda", detalla esta doctora.

Para estar vigilantes en situaciones de vulnerabilidad, los centros de salud aragoneses cuentan con varios protocolos que permiten a médicos y enfermeras la posibilidad de hacer un seguimiento en función de criterios de dependencia -a pacientes que están encamados o con un estado de salud muy delicado- o bien por edad: personas que no están en situación tan extrema, pero bien caminan con andador o llevan absorbentes para la incontinencia usrinaria. Con todos esos pacientes -afirma esta doctora-, cuando vienen épocas de extremas temperaturas, en las que su salud se deteriora, se hacen listados, y bien la enfermera o el médico hace seguimiento telefónico para valorar aquellas situaciones que presenten un empeoramiento, o pueden citarlos o visitarlos en el domicilio para ver cómo se encuentran

En cualquier caso, Paúles avisa de que la soledad no elegida está a la orden del día y provoca situaciones de todo tipo en las casas que visitan. "A veces te encuentras pacientes que están solos, que hace poco me tocó, que no han bebido agua en varios días... En estos casos hay signos de deshidratación, el calor les merma sus funciones cognitivas y tampoco quieren comer, y eso les hace deshidratarse más. En vez de comer productos frescos como frutas y verduras, ricos en líquidos, igual comen una galleta y así pasan todo el día", lamenta esta doctora, quien explica que ante estas situaciones, tanto trabajadores sociales como sanitarios, deben tener en cuenta el estado económico de la persona a la que visitan para orientar bien su ayuda. 

"Hace poco me tocó en una guardia ir a casa de un paciente con un estado de salud muy crítico que estaba acompañado por sus familiares y cuidadores. El aviso fue que le veían un poco mal. Entramos a la vivienda a las 23.00 y la temperatura que hacía allí era extrema. La conclusión a la que llegamos fue que estaba agitado por el calor, con un disconfort térmico importante. En este caso, intentamos potenciar un poco el tema de los ventiladores, porque hay que jugar con cómo vive la gente. No puedes decirles: 'hace muchísimo calor, debería ponerse el aire acondicionado', porque a lo mejor no se lo pueden permitir. Hay que enfocarlos a que abran las ventanas pronto o, en su defecto, por la noche tarde, y que así con el frescor de la madrugada se refresque la casa, que estén bien hidratados, que tomen productos ricos en líquidos y que prioricen comer frutas y verduras", aconseja esta médica. 

Conchita Pueyo, por su parte, sigue al pie de la letra estas indicaciones. En su nevera guarda un envase de gazpacho que le trajo su hijo el fin de semana, además de purés y cremas de verduras que le han facilitado desde la Fundación La Caridad. "Todo lo que sean líquidos me lo traen mis hijos. El mediano viene todos los sábados a traerme botellas de agua, que tengo siempre encima de la mesa una grande y una pequeña. Además, los lunes y los jueves, de 12.45 a 15.45, me viene una asistenta del Ayuntamiento que me ayuda con la compra o a limpiar. Y cuando hay alerta por calor me suelen llamar. Si no, soy yo la que llamo a darles las buenas tardes y los buenos días, y se ponen contentas. Me insisten siempre en que beba mucha agua", señala.

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