Entramos en la semana del Debate del Estado de la Ciudad más veraniego de la historia. Se celebra, caprichos del calendario, en la misma semana en la que, tras 23 años de rifirrafes y a la quinta propuesta, se despeja al fin el camino hacia la nueva Romareda. Tan alejados están la oposición y el Gobierno que ni siquiera en las fechas del debate se ponen de acuerdo. Aunque en esta ocasión, no cabe la discusión. Es potestad, dice el reglamento municipal (artículo 109), de la alcaldesa, y Natalia Chueca se ha decantado por el 11 y 12 de julio al elegir las fechas.

La actualidad municipal, como la vida, depende siempre del color del cristal con que se mira. Y en el Ayuntamiento de Zaragoza hay cuatro visiones distintas, tantos cristales como grupos consiguieron representación el año pasado en las urnas.

El protagonismo corresponde a la alcaldesa, que abrirá el debate ofreciendo su visión de la ciudad. Tiene la sensación de que llegan a la cita con los "deberes cumplidos", en un momento "dorado" para la ciudad, que es "referente" en inversiones tecnológicas y en calidad de vida, con estabilidad económica y política y una "excelente" colaboración con el Gobierno de Aragón.

Que no estén a la gresca el principal ayuntamiento de la Comunidad y la DGA parece una buena noticia pues facilita una proyección que redunda en un beneficio común. Con un solo matiz, se necesita un perfecto equilibrio en la adjudicación de los éxitos y el reparto de los fiascos.

Ningún alcalde ha dejado escapar la ocasión de utilizar el debate como un escaparate para ‘vender’ sus propuestas. Siempre hay importantes anuncios y se espera que con Natalia Chueca la tradición se mantenga. Con una relación casi inexistente con la oposición a su izquierda y la justa y necesaria a su derecha, intentará ponerse la venda antes de la herida y fijará las críticas en el PSOE, al que pedirá alternativas, un cambio de actitud y más colaboración.

Espera la socialista Lola Ranera que Chueca ofrezca un balance "serio" que vaya más allá de un listado de medidas a desarrollar y "promesas repetidas", al considerar que cinco años de Gobierno, cuatro como concejala, deberían dar para mucho. Confía en una "autocrítica sincera" y en que "no busque la foto", aunque dude de que lo haga después de hacer coincidir la cita con las obras de La Romareda, decisión que le parece partidista.

También cree Elena Tomás, de ZEC, que la alcaldesa "se alabará a sí misma" y a sus concejales, aunque piensa que los eclipsa, y dice estar segura de que hablará mucho de La Romareda y del Mundial 2030. Estima la portavoz de ZEC que Chueca ha llevado su profesión, el márquetin, a la Alcaldía. En su caso, se va a centrar en la falta de políticas frente a la crisis climática y social. En su estreno en el debate, irá de lo global a lo más local.

Interesante va a ser ver cómo afronta Chueca su relación del Vox, socio necesario y, en ocasiones, incómodo, y el portavoz Julio Calvo la suya con la alcaldesa. Sobre todo en momentos como el actual, cuando la inmigración enfrenta a la derecha y tensa el pacto en la Comunidad.

Entre dos aguas se mueve desde hace tiempo Vox, que quería gobernar y lo dejaron fuera. Clave para el proyecto económico del PP, pues solo negociaron con ellos el presupuesto, tensan y aflojan la cuerda en un equilibrio inestable difícil de preservar. Las críticas de Calvo podrían caer a la derecha y sobre todo a la izquierda. Aunque su modelo de ciudad se alinee con el del PP, los populares, en cuestiones ideológicas, intentan en ocasiones marcha distancias. Disiente la derecha en sus prioridades y en movilidad.

Con fondos europeos, y Zaragoza captó 119 millones, es más fácil plantar cara a las adversidades. El dinero ayuda, pero no es lo único que importa. El debate se recordará por los anuncios de Chueca, el grado de crispación entre el Gobierno y la oposición y la salud del acuerdo entre la derecha. El próximo jueves llegará la respuesta.