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Los vecinos del edificio quemado en Coso Bajo podrán recoger sus enseres en los próximos días

Los trabajos de apuntalamiento previos al derribo avanzan a buen ritmo.

Rocío, Marian y Serigne, vecinos del portal 184 de Coso Bajo, el edificio que hay a sus espaldas.
Rocío, Marian y Serigne, vecinos del portal 184 de Coso Bajo, el edificio que hay a sus espaldas.
E. R. B.

La idea es hacerlo paso a paso. Los vecinos del edificio que se incendió en el Coso Bajo el pasado domingo podrán recuperar parte de sus enseres en los próximos días y de forma gradual. Desde el martes la empresa contratada por el Ayuntamiento de Zaragoza está centrada en apuntalar el techo del local en el que se originó el fuego. Los trabajos avanzan a buen ritmo y podrían quedar completados en breve. Ello permitirá el acceso de los vecinos del primer piso a su casa. Después, se repetirá la operación. Cuando esté asegurado el suelo del segundo piso, si es posible, se dará acceso a sus residentes con la supervisión de un policía o un bombero y lo mismo ocurrirá con los de la última planta, la tercera. Una vez hecho esto, se derruirá el inmueble, del que el servicio de Inspección Urbanística municipal ha determinado que tiene riegos de ruina inminente.

La tarea no está siendo sencilla. El local del que partieron las llamas se encontraba lleno de lo que lo vecinos definen como “trastos y basura”. A la par que se ha ido vaciando, se han colocado los puntales. En su interior, de vez solo puede haber tres operarios.

Las personas que tuvieron que ser desalojadas son doce, los nueve vecinos del bloque incendiado, el número 184, y, por precaución, los tres del adyacente, el 186. Estos últimos pudieron entrar el lunes en sus domicilios a buscar alguna de sus pertenencias y podrían volver de forma definitiva en unas dos semanas. El momento exacto se decidirá en función de los peligros que entrañe la demolición.

Distinta es la situación de los residentes del 184. En el edificio estaban habitados cuatro de sus seis pisos ya fuese en régimen de alquiler u okupados. El Ayuntamiento se comprometió a ofrecer soluciones habitacionales y sociales a través de Servicios Sociales. Sin embargo, los afectados reclaman más ayuda de la hasta ahora recibida, que en varios casos consideran insuficiente. Principalmente, demandan un nuevo hogar y piden entrar cuanto antes en las que eran sus casas para recuperar desde elementos de primera necesidad como medicamentos, hasta dinero u objetos de importante valor sentimental. El domingo tuvieron que salir con lo puesto para ya no volver.

Marian y Nadia vivían en el 3º izquierda y están pasando las noches en la calle. “Necesito mis medicamentos y mi marido el dinero que tenía guardado para pagar una multa, aunque sea los bomberos podrían entrar con un elevador”, reclama ella. El Ayuntamiento les ofreció ir al Albergue Municipal. Sin embargo, no se quieren separar de sus dos mascotas, Pelé, un perro, y Mar, un gato. “Son nuestra familia”, afirman. Por ello, están durmiendo en la calle, lo que les ha hecho vivir ya situaciones de peligro. “Hay un hombre que me ha pegado dos veces por estar en una escalera, por eso nos hemos ido a un parque, pero ahí tampoco nos sentimos seguros. Cada hora, nos turnamos para vigilar”, comentan. Su intención para la noche del jueves al viernes es “acampar con una tienda que nos han dejado frente al Consulado de Rumanía”, país del que proceden.

Rocío y David eran los vecinos del 1º derecha. “Nuestro dormitorio está justo debajo del local que se ha pegado fuego, es un milagro que no nos pasase nada”, recuerda Rocío. El lunes consiguió que un bombero subiese a su piso para coger las llaves del coche, que estaban justo en la entrada. Desde entonces, duermen en él. “La primera noche la pasamos en el albergue, pero después nos dijeron que teníamos que dormir separados y no queremos eso”, explica.

“Es la segunda vez en seis meses que me tengo que ir de una casa por un incendio. Antes vivía en la calle del Doctor Palomar y por lo menos de ahí pude rescatar bastantes cosas, ahora a ver qué es lo que me puedo llevar”, expone Rocío. “El Ayuntamiento tiene viviendas sociales, nos debería de facilitar algo”, pide.

En un improvisado debate frente al edificio quemado sobre el asesoramiento y las ayudas que han recibido en los últimos días y la manera de repartirlas, Serigne, del 2º izquierda, pide “paciencia”. “Pronto podremos recoger nuestras cosas, estos días están siendo duros, pero hay que aguantar”, comenta. Él vivía de alquiler, lo mismo que sus vecinos de rellano, también senegaleses, y el Ayuntamiento les ha facilitado una pensión. “La tenemos pagada hasta el 9 de junio y ahora estoy buscando un nuevo piso en las inmobiliarias porque mi familia regresa la semana que viene de Senegal y tiene que tener un sitio en el que quedarse”, cuenta. También recibió ropa y ahora lo que sí entiende es que “para estas situaciones tendría que haber previstas casas en las que poder quedarnos un par de meses para poder hacer las cosas con más calma”.

El fuego, por causas que se están investigando, se declaró el domingo sobre las 7.00 y pronto generó una columna de humo que se pudo ver desde varios puntos de la ciudad. Una patrulla de la Policía Local que pasaba por la zona fue la primera en darse cuenta de lo que estaba ocurriendo. Por su parte, los Bomberos de Zaragoza tuvieron que realizar un gran despliegue para contener las llamas y evitar su propagación. A consecuencia del incendio quedó calcinada una viga maestra y también se produjeron daños en el forjado.

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