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Los vecinos del edificio que se incendió en el Coso Bajo de Zaragoza: “Tenemos que volver a empezar de cero”

Los nueve residentes del edificio buscan ahora nuevos hogares tras conocerse que el inmueble será demolido.

Los vecinos desalojados del edificio de viviendas del Coso Bajo de Zaragoza por el incendio.
Los vecinos desalojados del edificio de viviendas del Coso Bajo de Zaragoza por el incendio.
Oliver Duch

“Mi cabeza no funciona, no sé qué hacer, voy dando vueltas y todo el rato acabo parado delante de mi casa”. El día después no fue sencillo este lunes ni para Marian, ni para el resto de los vecinos que hasta el domingo vivían en el número 184 del Coso Bajo de Zaragoza, el edificio en el que a primera hora de la mañana se declaró un virulento incendio que obligó a su desalojo y al que ya solo podrán volver como mucho a recoger sus pertenencias personales una vez sea apuntalado. El análisis realizado por parte de los técnicos del Servicio de Inspección Urbanística del Ayuntamiento de Zaragoza ha determinado que el bloque tiene riesgo de ruina inminente y debe ser demolido. Hasta que esto ocurra, por precaución, tampoco retornarán a sus domicilios los residentes del portal contiguo, el 186.

En total, hay 12 afectados que en el momento del incendio se tuvieron que ir de sus hogares con lo puesto. Para todos, el Ayuntamiento afirma que a través de sus Servicios Sociales va a ofrecer soluciones habitacionales y sociales. Así, por ejemplo, se ha hecho entrega de ropa y de tarjetas para poder adquirir comida. Durante este lunes los vecinos del portal 186 pudieron acceder a sus pisos acompañados de un bombero para recoger algún enser. Distinta es la situación del 184. Tiene daños en el forjado y una viga maestra calcinada. El suelo de la primera planta está muy afectado y peor es la situación en los pisos superiores, en los que podría haber zonas inaccesibles.

Se siguen investigando las causas que provocaron el incendio. El fuego se inicio en la planta baja del número 184, en un local que estaba en desuso desde hace tiempo y en el que en su interior había almacenadas chatarras y objetos como colchones. El inmueble se encuentra entre las calles de Alcober y de José Luzán, junto al conocido como soloar del Conejo, data de 1917 y consta de tres alturas entre las que se reparten seis pisos de los que estaban habitados cuatro, ya fuese en régimen de alquiler u okupados.

Marian, de 42 años, se dedica a la chatarra y desde hace dos años y medio vivía en el 3º izquierda junto a su pareja Nadia, de 43. Son inseparables de un gato y un perro, sus mascotas. “La Policía y la asistencia social nos propuso ir al albergue, pero hemos preferido quedarnos en la calle con ellos”, afirmaban este lunes. “No conocemos a nadie aquí y ahora no sabemos bien qué hacer”, comentan.

En el 1º derecha residían David y Rocío, un matrimonio de 21 y 22 años, que este lunes apelando a la buena voluntad de un bombero pudieron recuperar sus carteras, una guitarra y las llaves del coche. Era lo que estaba nada más entrar en su casa. El bombero no se quiso aventurar más allá ante la peligrosidad que entrañaba.

“Necesitábamos las llaves del coche porque vamos a dormir en él”, explicaba Rocío. La pasada noche la pasaron en el albergue, pero en la próxima si seguían iban a tener que dormir separados y prefieren estar juntos. “Habré pasado ya hoy por el edificio más de cinco veces”, comentaba la joven a media. “Tenemos que volver a empezar de cero”, lamentaba su marido. Llevaban en el piso seis meses y se da la circunstancia de que de su anterior vivienda, en la calle del Doctor Palomar, también se tuvieron que ir por un incendio. Él realiza trabajos esporádicos y este lunes tenía previsto comenzar como carretillero en una empresa de Villanueva. “No he podido ir por no tener las llaves del coche”, contaba.

En el 2º izquierda tenían su hogar Serigne, de 54 años, y su hijo Yidril, de 21. Él trabaja como encofrador y su vástago, en Stellantis. Llevaban cuatro años viviendo en el edificio. “Hoy le he dicho a mi jefe que no podía ir, que tengo que encontrar una casa”, contaba Serigne. La última noche la han pasado en casa de un amigo, “pero no podemos quedarnos mucho más”. “He acudido a Zaragoza Vivienda para encontrar un nuevo alquiler, pero me dicen que tardarán y yo la necesito, ya”, reclamaba y por eso había preguntado también en agencias inmobiliarias. El mes que viene tiene previsto que regresen de Senegal, de donde procede, sus otros dos hijos y quiere para entonces “tener ya una casa para todos”. “Todas nuestras cosas están dentro del edificio”, subrayaba.

Bounama compartía el 2º derecha con dos compañeros, también todos de Senegal. Tiene 53 años y llegó a España en 2009, en la actualidad está contratado en una empresa de cartón. “Hoy me han dejado faltar porque tenía que hacer todo el papeleo, estoy en trámites de traer a España a mi mujer y mi hija, y tengo que tener un sitio en el que vivir”, comentaba. La noche la pasó con sus dos compañeros en una pensión que le ha pagado el Ayuntamiento y en la que podrán estar algún día más.

En el lugar del incendio, durante todo el lunes siguió como medida de prevención una dotación de Bomberos de Zaragoza por si algún rescoldó se reavivaba. La intención era mantener el dispositivo al menos hasta este martes.

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