Por
  • Javier Carnicer*

Crónica de un Día de Aragón. A Tomás Soláns

Tomás Solans, Juan Monserrat, Juan Antonio Bolea y Ángel Cristóbal Montes.
Tomás Solans, Juan Monserrat, Juan Antonio Bolea y Ángel Cristóbal Montes.
Aránzazu Navarro

Como tú nos enseñaste, Tomás, hoy hemos oficiado el acto del Día de Aragón con respeto y con cuidado; dejando a un lado nuestro propio pesar por tu partida. Así lo habrías hecho tú: anteponiendo nuestro deber como servidores públicos a nuestros sentimientos personales. Los ojos de todos tus compañeros no han podido ocultar esta mañana en el Palacio de la Aljafería el dolor íntimo de nuestros corazones. Pero, una vez más, te hemos hecho caso y hemos actuado siguiendo tu ejemplo.

Para que lo sepas, querido amigo, los discursos han recordado aquellos primeros momentos de recuperación de las instituciones autonómicas. Y, claro, tu nombre ha aparecido en las palabras de nuestros presidentes. Pocos saben que, en el cuarto punto del acta de constitución de la Diputación General el 9 de abril de 1978, celebrada en la Iglesia de San Pedro de los Francos de Calatayud, con las tres naves abarrotadas, aparecen las dos primeras unidades que se habrían de crear para echar a andar: una comisión jurídica y una comisión de organización de actos. Valoraron desde el principio, por tanto, los “padres fundadores” de nuestra Comunidad Autónoma (como los han denominado el presidente Azcón y el presidente Lambán) la importancia de la tarea que te encomendaban como jefe de Protocolo. Y acertaron contigo.

A las doce en punto, la Marcha de los Reyes de Aragón ha sonado al bajar la comitiva por la escalera de los Reyes Católicos. Sí, se ha oído en palabras del relator que es la de Juan II. Y, sí, Tomás, se ha dicho que era el padre de Fernando el Católico. Siempre insistías en la importancia de hacer pedagogía de lo nuestro. También, siguiendo tu diseño, han aparecido en orden inverso como es costumbre en Aragón desde, al menos, las ceremonias de coronación de nuestros reyes.

Un niño, una niña, un hombre y una mujer mayores, nietos y abuelos, han izado la cuatribarrada. Un momento que recuerda el hito de Bolea en la Plaza de Aragón. Como tú quisiste siempre. Ahí se ha quedado ondeando para todo el día 23 de abril.

Hemos puesto en su orden a los titulares del Estatuto de Autonomía. Y, también, en esta ocasión de acuerdo con la tradición española, han sonado los himnos en su precedencia. Primero, el de Aragón antes de iniciar el acto; y, tras él, el de España para cerrarlo con el máximo honor. Sí, la versión breve, Tomás, como dice la ley.

Las distinciones lo mismo, Tomás. Sí, también en orden inverso. Como los discursos. Para que veas que nos enseñaste bien y que así lo hacemos.

Hemos estado a lo pactado en materia de protocolo y hemos diferenciado -así nos lo dijiste- la precedencia del ceremonial para lograr que los aragoneses pudiesen apreciar en la tele que ahí estaba representado el entramado institucional, social, cultural y empresarial de Aragón.

Si nos has visto, te habrás ocultado. Pero hoy, querido Tomás, no podíamos ayudarte a ser invisible. En esta jornada de adiós queríamos tenerte más presente, más cerca, y, esta vez contra tus consejos, nos ha alegrado oir tu nombre y escuchar el hondo aplauso que te han dedicado todos los asistentes.

No se elige un día para dejar la vida y, además, no lo esperábamos, Tomás. Pero, si hay uno que tú mereces, es este, el Día de Aragón. Solo que no tan pronto, querido amigo. Cada 23 de abril te recordaremos con la admiración y con el cariño de tantos y tantos amigos que te queremos.

En silencio, seguiremos buscando tu complicidad y reclamando el auxilio de tu insustituible ayuda.

Descansa en paz.

*Javier Carnicer, en nombre de todos los compañeros de Protocolo.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión