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Los seis investigados por arrojar ácido a un menor en Caspe serán juzgados por intento de homicidio

El auto de procesamiento del juez habla de una «venganza» ideada por la cuñada del chaval, de 17 años, para castigar a su marido, que había decidido abandonarla.

La cobarde y brutal agresión fue condenada por los vecinos de Caspe en una multitudinaria manifestación.
La cobarde y brutal agresión fue condenada por los vecinos de Caspe en una multitudinaria manifestación.
María Quílez

Lo que sufrió el joven Kamal M. H. en Caspe no fueron solo lesiones. El hombre que le arrojó una botella de ácido por la cabeza a la salida del instituto y quienes planificaron la emboscada podían haberlo matado. Así lo reconocieron los médicos, que temieron durante seis días por la vida del menor, de 17 años. Por ello y por las graves secuelas que le han quedado de por vida, el juez que instruye la causa acaba de procesar al autor material del ataque y a otras cinco personas por tentativa de homicidio. Y a falta de que la Fiscalía, las acusaciones particulares y las defensas presenten sus escritos de calificación, todo apunta a que los responsables del suceso que conmovió a la localidad zaragozana se sentarán pronto en el banquillo de la Audiencia Provincial.

En cualquier caso y dada la gravedad de los cargos, el juez ha dispuesto que la excuñada de la víctima, Sara G. C., una de las presuntas ideólogas del inhumano ataque, continúe en prisión provisional hasta que se celebre la vista. Las pesquisas de la Guardia Civil permitieron relacionar a media docena de personas con los hechos, pero solo dos siguen privadas de libertad hasta la fecha: la citada cuñada, de 28 años, y Aitor G. G., de 39, el mercenario al que parecer pagaron 500 euros para ejecutar el perverso plan. Y el instructor habla en plural porque cree que Sara G. C. no fue la única encargada de maquinarlo, sino que también habría participado en la planificación su tío José G. C., nacido en Alcañiz hace 44 años.

No aceptó ser abandonada

La pregunta es: ¿Qué lleva a alguien a preparar una emboscada como esta a un chaval de solo 17 años? La Fiscalía y las acusaciones tienen una respuesta: una venganza irracional. Porque el único ‘pecado’ que habría cometido la víctima es ser hermano de Yahya, el hombre con el que estaba casada Sara G. C. La joven no aceptó que su marido decidiera romper unilateralmente la relación y abandonarla, por lo que trató de localizarlo incluso en Alemania, donde vivía una de sus hermanas. Le reprochaba la ruptura, pero también que hubiera huido dejando sin pagar unas deudas -dice la investigada, que por asuntos de drogas- que habían pasado a reclamarle a ella.

Sara G. C. no consiguió dar con su pareja, por lo que llegaron las amenazas. Según el juez, la encausada y su tío José G. C. –que también viajó al país teutón– advirtieron a la familia de que si Yahya no daba la cara alguno de ellos podría pagarlo. No eran meras palabras, ya que, tras intentarlo con varias personas, tío y sobrina  convencieron a Aitor G. G. para que diera una lección a Yahya arrojando una botella de ácido sobre su hermano pequeño.

El auto de procesamiento pone de manifiesto que fue una emboscada cruel y cobarde, ya que el supuesto verdugo se acercó al instituto de secundaria donde estudiaba Kamal, logró que alguien lo identificara y siguió sus pasos por las calles de Caspe hasta que se quedó solo. Fue entonces cuando, encapuchado y con la cara tapada con una braga, este hombre destapó la botella de ácido y se la arrojó al chaval sobre el rostro, el cuello, el tórax y las extremidades. Las consecuencias fueron fatales, ya que la víctima sufrió quemaduras profundas de tercer grado y hubo que trasladarlo urgentemente en helicóptero a la uci del Hospital Miguel Servet de Zaragoza.

El autor material del ataque sufrió alguna quemadura en las manos, por lo que acudió después a curarse a un centro sanitario de Huesca, donde al parecer Sara G. C. y su tío le buscaron un cobijo donde esconderse. Además de a estas tres personas, el instructor del caso ha decidido procesar a otras tres: dos hombres, Iván M. F. y Raúl C. G., y una mujer, Teresa P. L. A los dos primeros los considera colaboradores del delito de tentativa de homicidio por saber de las intenciones de los ideólogos de la agresión y haberles ayudado haciéndoles de chófer en varios desplazamientos. En cuanto a la mujer, que cuidaba a la madre del investigado José G. C., el juez le reprocha que, presuntamente, supiera también del plan y no hiciera nada por evitarlo.

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