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Las puertas del retablo mayor de San Pablo vuelven a abrirse por Navidad

Los fieles que acudieron el domingo al concierto del organista Carlos González pudieron disfrutar de las pinturas exteriores del retablo, visibles solo en ocasiones especiales.

COLOCACION DE LAS PUERTAS EN EL RETABLO MAYOR DE LA IGLESIA DE SAN PABLO / 25/12/2014 / FOTO : OLIVER DUCH[[[HA ARCHIVO]]]
Las puertas suelen estar abiertas para que los fieles aprecien el retablo.
Oliver Duch | duch

Cuentan que antaño se cerraban para Semana Santa y Adviento. Los días litúrgicos de duelo dejaba de verse el estupendo retablo tallado por Damián Forment en el siglo XVI, pero sus puertas volvían a abrirse el Domingo de Resurrección y para Navidad. Así sucedió el pasado domingo, cuando las puertas del retablo mayor de la zaragozana iglesia de San Pablo se cerraron y abrieron con brillantez con motivo de las fiestas navideñas durante un concierto con piezas de maestros aragoneses del barroco a cargo de Carlos González, organista titular del templo.

La historia de estas puertas del retablo, un auténtico ingenio del patrimonio aragonés, es de lo más interesante. A mediados del siglo XIX se fijaron e, incluso, llegaron a desmontarse en la década de 1980 cuando sus paneles se dividieron en cuadros y los de color quedaron expuestos en las naves de la iglesia. Tras una minuciosa restauración en el año 2014, las puertas volvieron a ponerse en funcionamiento en lo que constituyen el único ejemplo en Zaragoza de un retablo articulado pues, aunque los mayores de la Seo y el Pilar también tuvieron paneles, estos no se han conservado. Sí hay mecanismos semejantes en otras retablos aragoneses como los de Ibdes, Longares o Paracuellos del Jiloca

Los fieles que acudieron el domingo al concierto del organista Carlos González pudieron disfrutar de las pinturas exteriores del retablo, visibles solo en ocasiones especiales.

Las puertas, habilitadas para tapar el retablo mayor, suelen permanecer abiertas por lo que es difícil ver las pinturas exteriores que las decoran. Entre las grisallas se representan cuatro escenas bíblicas pintadas -según documenta la parroquia- por Antonio Galcerán y Jerónimo de Mora (hijo) allá por el año 1596. Se trata de ‘Perdón de la mujer adúltera’, ‘Resurrección de Lázaro’, ‘Expulsión de los mercaderes del templo’ y ‘Entrada de Jesús en Jerusalén’. En la parte interior, la que sí puede verse en cualquier liturgia o en las visitas guiadas a la iglesia, hay estampas como las de ‘San Pablo en Malta’ o ‘San Bernabé en Listra’. Estas escenas, cuando el retablo está cerrado se enfrentan a las del Ecce Homo o el Descendimiento.

Los dos paneles gigantes se mueven gracias a la ayuda de unas sirgas y cuerdas, accionadas manualmente por cuatro parroquianos. Estas están ancladas a los bastidores de madera del retablo, que están a su vez sujetos al muro. Toda la estructura fue recuperada gracias a una inversión de 337.000 euros a cargo del Ministerio de Cultura hace seis años. La operación fue compleja pues para mover el gran tamaño de los lienzos hubo que echar mano de unos cilindros de dimensiones considerables. Durante más de un año se prepararon los bastidores para que fueran montados posteriormente en una de las naves de la iglesia y recuperar así el aspecto original del gran retablo. 

Se colocaron ménsulas de madera en las paredes laterales con un sistema de rodamiento que permite un giro más suave de las puertas, de unos 450 kilos de peso cada una y unos 10 metros de alto por 6 de ancho. Como medida de conservación se recomienda no abrirlas más de cinco o seis veces al año.

Ana Carrassón, técnica de conservación y restauración del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE), digirió el proyecto de restauración junto a Rocío Bruquetas y Cristina Salas. Uno de los objetivos era dar una solución adecuada a la conservación de las pinturas, que se localizaron en muy mal estado. Además, tampoco había espacio físico en la iglesia del Gancho para su exposición y, ante ese problema y para evitar que pudieran quedar sine die almacenadas o descontextualizadas, el IPCE propuso la reconstrucción de las puertas y su colocación, “cumpliendo la función que tuvieron en origen”. Esta obra permitió recuperar el único ejemplo en la capital zaragozana de un sistema relativamente común en los retablos aragoneses. En “ocasiones especiales” puede verse abrir y cerrar las puertas en el templo del corazón del Gancho, que está catalogado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde 2001. La iglesia de San Pablo Apóstol ya había sido anteriormente declarada Monumento Artístico Nacional y Bien de Interés Cultural.

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