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Lanzar el tuit y esconder la mano, el berenjenal político de las redes

El grupo municipal de Podemos escribió y borró el fin de semana un mensaje con ofensas a la concejal de Cs Carmen Herrarte. La junta de portavoces analizará esta semana lo sucedido, pero la situación no es nueva: nuestros próceres tienen experiencia en liarse (y liarla) en Twitter.

Carmen Herrarte y Jorge Azcón consultan un móvil en una reciente comisión.
Guillermo Mestre

Hasta hace unos meses funcionaba una plataforma llamada ‘Digo Diego’ que se dedicaba a recopilar los tuits que los políticos habían ido borrando. En ocasiones eran simples (aunque dolorosas, de esas que hacen sangrar los ojos) faltas de ortografía el motivo por el que echaban marcha atrás a la publicación, pero en otras eran comentarios muy desafortunados que se veían obligados a rectificar tras una tormenta política.

En el Ayuntamiento de Zaragoza los concejales son bastante adictos a las redes sociales y en más de una ocasión han hecho un discutible uso de ellas y han tenido de desdecirse o, incluso, disculparse por meterse en algún berenjenal político-tuitero. En su día hubo un conato de regular el uso de los teléfonos móviles durante los plenos, pero finalmente se dejó al albur del sentido común de los mandatarios que, en ocasiones, brilla por su ausencia. 

El último caso es el de la agrupación municipal de Podemos que dejó entrever el fin de semana que la concejal de Ciudadanos Carmen Herrarte sufría algún problema psiquiátrico, lo que no solo es ofensivo para la edil sino también para muchas familias que atraviesan este tipo de enfermedades de la salud mental. Los podemitas enseguida borraron el tuit, conscientes de que habían sido muy torpes, y su portavoz Fernando Rivarés trasladó sus disculpas a la concejal Herrarte. “Este tipo de comentarios son inadmisibles e impropios de nuestra organización, así como de los valores democráticos y éticos que defendemos”, dijeron en Podemos, aunque el equipo de gobierno PP-Cs anunció que llevará el tema a la próxima junta de portavoces del Ayuntamiento.

¿Sale gratis a los políticos lanzar la piedra y esconder la mano? O, lo que es lo mismo, ¿poner un tuit, prender la polémica y luego borrarlo? Para los responsables de comunicación de los partidos y sus 'community manager' es todo un reto conseguir que los políticos controlen sus ansias y no se ‘enciendan’ ante cualquier controversia y lancen en las redes lo primero que se les pase por la cabeza. La imagen que Twitter o Facebook devuelve de los responsables públicos es cada día más relevante, según los politólogos y los responsables de las encuestas. De hecho, el 64% de los usuarios de Twitter tienen como motivación informarse de temas políticos, por lo que los profesionales de prensa de los próceres tratan de apostar por perfiles más asépticos y en los que no se viertan opiniones comprometidas y demasiado personales. Todo lo contrario de lo que sucede, por ejemplo, con los perfiles de Pablo Echenique o de Isabel Díaz Ayuso, que precisamente el pasado fin de semana denunció ser objeto de burlas y de 'memes' constantes, a los que ella se refirió como 'fake news'. 

En el Consistorio zaragozano las polémicas tuiteras han ido enraizando en los últimos mandatos y durante la pasada corporación fueron una constante. Ediles como Pablo Híjar, Alberto Cubero, José Ignacio Senao, Sebastián Contín o Roberto Fernández (por citar de diferentes signos: ZEC, PP y PSOE) gustaban de ‘provocar’ con algunos comentarios que, por lo general, solían ser más divertidos que hirientes. Aunque hubo alguna metedura de pata, por lo general el debate en Twitter no dejaba de ser una traslación de lo que se veía en los plenos. Los temas que más excitaban eran el 15M, las conexiones de Venezuela con ETA, los desahucios, las gominas y las condenas de la justicia a los raperos por faltar a la Casa Real.

De las polémicas más sonada del Twitter municipal está la de enero de 2018 del concejal Pablo Híjar que se grabó rompiendo y comiéndose el recibo del ICA, como ya había hecho anteriormente su compañero Cubero destrozando un requerimiento de la Delegación del Gobierno. También hay fotos sin acreditar poco favorecedoras que corrieron como la pólvora por todos los grupos de siestas de unos y otros en los maratonianos plenos y una supuesta gracieta de Cubero que aseguró que "Pedro Duque es el segundo ministro astronauta en España después de Carrero Blanco, que también voló muy alto". Ejemplos de torpezas o expresiones de mal gusto habría para aburrir, como cuando el entonces concejal de Economía Fernando Rivarés sugirió subvencionar con dinero del Ayuntamiento de Zaragoza antes a la Sociedad Deportiva Huesca que al equipo de la ciudad. Parece que en los últimos tiempos las aguas tuiteras bajan un poco más tranquilas a orillas del Ebro, también -acaso- porque la mayor parte de los plenos y las comisiones han sido telemáticos y eso dificulta el 'rifi-rafe' en las redes. 

El profesor Miguel López (@hematocrítico en Twitter) explica que antes del desembarco político masivo a la red social no había tanta crispación y que "los trending topics podían ser chorradas" en lugar de convertirse en un 'casus belli' político. Uno de los motivos de este "mal rollo" quizá sea la posibilidad que brinda la red de interactuar y contestar (hasta un 67% de los usuarios lo hace) a políticos de signo ideológico diferente al suyo.

En internet existen numerosos tutoriales sobre cómo borrar tuits, incluso de los más lejanos en el tiempo porque uno nunca sabe cuándo va a ocupar un cargo de responsabilidad para el que tengas que guardar las formas. De la cuenta de Quim Torra, por ejemplo, desaparecieron de la noche a la mañana decenas de comentarios xenófobos contra los españoles, aunque el sorpresivo presidente de la Generalitat decidió mantener otros con claves históricas más que discutibles.

Lo que no cabe duda es que cada cual percibe e interpreta Twitter como quiere: para muchos sigue siendo un patio de recreo y mero entretenimiento, mientras que otros lo ven como un ruedo político semejante al plató de 'La Sexta noche'...  Eso sí, los diputados, alcaldes, consejeros y concejales pueden ya borrar tranquilos sus tuits porque desde el cierre de ‘Digo Diego’ -que tuvo que echar la persiana por las condiciones de privacidad de Twitter- ya no hay quién recopile sus meteduras de pata, a no ser que -como sucede muchas veces- algún ávido internauta haga un rápido pantallazo y se dedique a difundirlo.