Zaragoza

Colmenas en Zaragoza: ¿es posible convivir con las abejas?

Nace en la Asociación Zaragozana de Apicultura Urbana con el objetivo de ‘endulzar’ la imagen que existe en torno a este insecto.

Cada vez es más habitual encontrarse con un enjambre de abejas en núcleos urbanos, sobre todo con la llegada de las buenas temperaturas y la inminente primavera. Los motivos son de lo más variados y entre ellos se encuentran la gran variedad de plantas y flores disponibles en las ciudades, la ausencia de plaguicidas y una menor presencia de depredadores.

¿Cuál es el principal problema? Que la gran mayoría de las personas temen a este hostigado insecto polinizador. Las causas de este pavor que despiertan son de lo más variadas pero, como explican Luis Pueyo y Juan Comas, fundadores de la Asociación Zaragozana de Apicultura Urbana, la mayoría son completamente infundadas.

Precisamente, para cambiar la deteriorada imagen que existe en las ciudades en torno a estos insectos, que tanto valor tienen para nuestro ecosistema, Pueyo -presidente de la asociación que proviene de una familia de apicultores desde hace tres generaciones- y Comas -como vicepresidente- se han puesto manos a la obra para tratar de concienciar a la ciudadanía de la importancia de cuidar a las abejas y, sobre todo, la posibilidad de convivir con ellas.

"La Apicultar urbana trata de salvaguardar los enjambres de abejas que aparecen en las ciudades para evitar que produzcan un daño a la ciudadanía"

“Nosotros hemos sido amantes de las abejas desde hace mucho tiempo, una actividad que siempre hemos tenido como un hobby”, explica Pueyo. Ambos están jubilados y encontraron en la apicultura un gran entretenimiento. Además, ambos son fieles defensores de un concepto poco extendido en Aragón como es la Apicultura Urbana, una modalidad dentro de este ámbito cuya práctica consiste en “salvaguardar los enjambres de abejas que aparecen en las ciudades para evitar que produzcan un daño a la ciudadanía, o bien retirándolo y desplazándolo a las afueras o protegiendo la zona”, añade el presidente.

Se trata de una práctica muy extendida en otros países como Inglaterra, Francia o Eslovenia, pero que en España no ha calado lo suficiente. Sin embargo, fue precisamente esta fama como amantes de la apicultura urbana la que les puso en contacto con los Bomberos de Zaragoza quienes comenzaron acudir a ellos cuando recibían un aviso por la aparición de un enjambre.

Así, retiraron uno la azotea de la Academia General Militar y otro en un nicho en el cementerio de Casetas, entre otros lugares de lo más sorprendentes. “En las ciudades, las abejas aprovechan cualquier espacio u oquedad en la que crean que pueden asentarse de manera segura”, admite Pueyo.

Enjambre protegido en el paseo del Canal

Otro ejemplo de ello es el enjambre que desde marzo del año pasado protegen en el paseo del Canal. Un cartel colgado de un árbol advierte al viandante: ‘¡Cuidado, abejas!’ Sin embargo, nada más llegar a la zona y prepararse para la inspección con los equipos de protección adecuados, no tardan en llegar algunas personas a mostrar su preocupación sobre esta convivencia. “¿Lo vais a quitar?”, les preguntan. Tanto Pueyo como Comas tratan de explicar que, si no se les molesta, las abejas no atacan a nadie. “Es algo que tenemos tan interiorizado que resulta muy difícil de cambiar”, opina el presidente.

En este caso se trata del tronco de un árbol completamente hueco y en el que decidieron instalar una colmena el pasado año. “Calculamos que puede haber en torno a 40.000 abejas aquí dentro, la única solución para eliminar el enjambre sería arrancarlo”, admiten. Sin embargo, y tras varios intentos frustrados de las autoridades por ahuyentarlas, con el objetivo de evitar que las inquilinas del árbol molestasen a los viandantes colocaron una malla que las obliga a salir por la copa, evitando el contacto con la gente que transita la zona.

Entre los utensilios que portan se encuentran las típicas caretas protectoras, los guantes de goma y un ahumador, el cual prenden con algunas ramas de maleza que encuentran en la zona. “Esta es la defensa fundamental de cualquier apicultor. Al lanzar humo en la colmena las abejas se ponen en modo alarma y comienzan a prepararse para una evacuación o un ataque en lugar de atacarte”, afirma Comas. El equipo lo completa una aspiradora de abejas construida por ellos –con una aspiradora real que, en lugar de un saco, lleva una caja para transportar abejas- con la que logran retirar varios ejemplares para mover el enjambre a lugares más seguros.

Integrantes de la Asociación Zaragozana de Apicultura Urbana
Camino Ivars

Más de 30 enjambres en 2019

Sin embargo, esto no es lo habitual. Como norma general, cuando reciben una llamada de bomberos, Pueyo y Comas tienden a retirar el enjambre y llevarlo a las afueras de la ciudad. “Tan solo el año pasado retiramos una treintena de enjambres que llevamos al campo”, reconoce Comas que asegura que la temporada álgida dará comienzo a finales del mes de marzo. De hecho, otro de sus objetivos a medio plazo es realizar un censo de enjambres en la ciudad para tratar de llevar a cabo un control y cuidado de estas colonias.

"“Nuestro objetivo es que la gente entienda que las abejas no son agresivas por naturaleza”

Actualmente cuentan con un total de siete colmenas al aire libre en un terreno ubicado en Villamayor. “Cada año se nos muere la mitad y eso que estamos pendientes”, añade el vicepresidente, que asegura que la tasa de mortandad de esta especie, que fue declarada en 2018 como el ser vivo más importante del planeta por el Instituto Earthwatch, supera el 50% debido a enfermedades como el acaro varroa, uno de sus principales enemigos, y otro factor fundamental como es el cambio climático. “El año pasado, sin ir más lejos, hizo tanto calor que colapsaron varias colonias y llegó a fundirse la cera”, explican.

Otro de los fenómenos que más asusta es el de los enjambrazones, "que se producen cuando una colonia ha crecido mucho, nace una nueva reina y se divide en dos, por lo que la mitad se va en busca de un nuevo lugar donde establecerse”, relata Comas. Precisamente ese traslado, y esa suerte de nube de abejas que se forma, suele generar alarma en la ciudadanía. “Nuestro objetivo es que la gente entienda que las abejas no son agresivas por naturaleza. Obviamente se van a defender si se sienten atacadas, pero como norma general no son peligrosas”, resume.

Abeja vs Avispa

Precisamente, otro de los errores más extendidos guarda relación con la confusión existente a la hora de diferenciar entre una avispa y una abeja. “A veces nos llaman pensando que hay una colmena y es una colonia de avispas”, añade Comas. Estas son mucho más reducidas, en torno a 20 ejemplares, y no producen miel ni otro producto. “Además son mucho más agresivas”, añade. Una de las claves a la hora de diferenciarlas tiene que ver con el color –en este caso es un amarillo más intenso- y la forma, pues las avispas son más alargadas. “A la hora de picar también actúan de manera distinta, la abeja deja el aguijón y parte del abdomen en el momento de la picadura y posteriormente muere”, añade.