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"Cada día estamos menos zapateros en Zaragoza"

Solo quedan unos 50, según Ramón García, presidente de la Asociación Provincial Empresarial de Artesanos Reparadores de Calzado de Zaragoza. Uno de ellos es Ana Duato, que aprendió el oficio de su padre Antonio Laborda, más conocido como el zapatero de la calle de Rufas.

La zapatera Ana Duato en su establecimiento del paseo de Fernando el Católico, número 41.
Heraldo.es

Ramón García, presidente de la Asociación Provincial Empresarial de Artesanos Reparadores de Calzado de Zaragoza (Arte-Recal), aún recuerda a su padre, Ramón García Sancho, trabajando sentado junto a un pie estable, donde se apoyaba el calzado, en su establecimiento de la calle de San José de Calasanz. De ese zapatero remendón aprendió todo lo que sabe de un oficio que se ha tenido que reinventar a lo largo de los años, pero que no ha dejado de ser ante todo artesanal. "Cuando yo tenía unos 18 años, mi padre compró maquinaria de reparación de calzado. Fuimos de los primeros zapateros de la ciudad que nos levantamos de la silla", señala.

Tras casi 40 años de profesión, este veterano zapatero regenta Artesana Ramón García en la calle de Santander, 32, (en la que trabaja junto a otras dos personas) y en el paseo de María Agustín, 15-17, (que lleva su mujer, que a su vez aprendió de él). En su caso sus negocios siempre le han ido bien porque han ido diversificando, pero no todos pueden decir lo mismo. "Hace 35 años en una calle de Delicias había tres zapateros, por ejemplo. Ahora no habrá ni 50 zapateros en toda la ciudad. Cada día estamos menos porque no hay trabajo. El negocio no es rentable; la maquinaria vale mucho dinero para ganar tan poco", se lamenta. "Zapatos buenos los lleva muy poca gente. La mayoría de la sociedad se va al calzado chino, al de cuatro perras que no merece la pena repararlo. A ello se une la moda de las deportivas, que no se arreglan", explica.

Ramón considera que para ser un buen zapatero te tiene que gustar la profesión y trabajar lo mejor posible. "Que la reparación sea como si el calzado fuera nuevo. Ser zapatero es tiempo y aprender. Somos artesanos y en según qué cosas no se cobra el tiempo que estás trabajando", sostiene. Él hace de todo: desde cambiar suelas y tacones y arreglar bolsos y maletas, entre otros artículos, a elaborar llaves desde hace más de 30 años.

"Ser zapatero es tiempo y aprender. Somos artesanos y en según que cosas no se cobra el tiempo que estás trabajando"

Por su parte, la zapatera Ana Duato también aprendió el oficio de su progenitor Antonio Laborda, más conocido como el zapatero de la calle de Rufas y recientemente fallecido. En Rápidos Duato  (hoy en la calle de Pedro Joaquín Soler, 3, y con su hermana Sandra al frente)  estuvo hasta hace 15 años, cuando se independizó y abrió su propio establecimiento en el paseo de Fernando el Católico. "Era mecánico de precisión de tubos en Suiza, cerca de Ginebra, y cuando regresamos a Zaragoza se convirtió en zapatero. Era muy inventor y cabilaba con arreglos raros. Cuando la gente no sabía dónde llevar sus zapatos, se los traía a él", dice Ana, quien destaca el consejo que le dio: "Para perdurar en este oficio, además de trabajar bien, hay que saber especializarse en alguna cosa".

Ella se ha especializado "en todo" y desde el pasado verano también vende zapatos y bolsos de segunda mano. "Me gusta mi trabajo y hago igual un roto que un descosido; todo lo que esté a mi alcance. Tal vez por ser su hija tenga esa facilidad para arreglar cosas. A simple vista es un oficio que parece sencillo, pero no lo es. No se limita a tapas y suelas; es mucho de artesanía", cuenta mientras enumera los trabajos que ha realizado. "Muchos zapatos de novia, de baturra y a medida, forro de bolsos...", apunta. Asimismo, afirma que está de moda el reciclaje de calzado. "Yo también lo hago. Zapatos que son buenos y los tuneas cambiando los tacones, por ejemplo".

"A simple vista es un oficio que parece sencillo, pero no lo es. No se limita a tapas y suelas"

Tanto Ana como su hermana Sandra no se pueden quejar de cómo les marchan las cosas. "Mi padre nos enseñó su manera de trabajar y eso es una gran ventaja. Los Duato (en referencia a otros Rápidos Duato que hay en Zaragoza) somos todos de la misma familia e independientes y nos va bien", asegura. Ella ya lleva cerca de 25 años entre cordones, suelas, plantillas y tacones.