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En busca de un nuevo hogar para las cigüeñas de la torre de Peñaflor

Los vecinos del barrio rural aseguran que la caída de ramas y nidos pueden suponer un peligro para viandantes y vehículos.

Nidos de cigüeña en Peñaflor
AVV Río Gállego

Las cigüeñas siempre han formado parte del barrio rural de Peñaflor como si fueran unas vecinas más. Hace un tiempo hicieron de la torre mudéjar de la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles su hogar y fue allí donde comenzaron a construir sus nidos. Parece que las aves están muy a gusto en el templo y no tienen ninguna intención de marcharse, pero los vecinos no están demasiado contentos con su presencia y reclaman una solución para poder trasladarlas. La suciedad que generan y el temor a que caigan sobre las calles trozos de nidos son algunas de las razones que esgrimen para desahuciarlas.

“El problema de los nidos, que pueden llegar a pesar centenares de kilos, es que pueden caerse”, explica Gustavo Robres, presidente de la Asociación de Vecinos Río Gállego de Peñaflor. De hecho, según denuncian los vecinos, ya han sufrido la caída de ramas y han tenido que recurrir a los servicios de los bomberos en varias ocasiones. “Han tenido que acudir para retirar las partes de nidos que más peligro suponían, pero solo se actúa en casos de urgencia”, apunta.

Además, Peñaflor constituye un emplazamiento ideal para estas aves, ya que suelen anidar en las iglesias que tienen cerca campos de cereal, y el número de nidos ha ido incrementando con el tiempo. “Pasamos de tener uno o dos a tener entre seis y siete nidos, no solo en el tejado de la torre, sino también en repisas inferiores”, lamenta Robres.

Cansados de la situación y las molestias de las aves, los vecinos comenzaron en 2017 a elevar sus quejas a la alcaldía para intentar que retiraran los nidos y los llevaran a otra parte, una tarea compleja y que requiere de las autorizaciones del Instituto Aragonés de Gestión Ambiental (Inaga). También fue entonces cuando la entidad vecinal empezó a ponerse en contacto con la administración y con el obispado, propietario de la iglesia. “El arzobispado nos contestó que tomaría las medidas necesarias y que restablecería el cable eléctrico disuasorio que había en la torre y que se había estropeado, pero que el responsable de dar permisos para quitar los nidos es el Inaga”, comenta Robres.

A este respecto, fuentes del Instituto explican que las retiradas se autorizan “fuera del periodo en el que la cigüeña está en la época de cortejo y cría”. Es decir, es prácticamente imposible que desde la segunda semana de febrero hasta la mitad del mes de agosto se autorice ninguna retirada, aunque puede haber excepciones, como que se valore y se certifique a través de informes que los nidos suponen un riesgo real. Aunque advierten que estos últimos “son casos muy puntuales”. Asimismo, señalan que la población de cigüeñas está en auge y que ha tenido una gran expansión. “Ahora no todas emigran, muchas se quedan y la convivencia puede hacerse difícil, pero no hay que olvidar que se trata de una especie catalogada”, apuntan.

Torres eléctricas en desuso, una posible solución

El presidente del colectivo vecinal explica que, en una de las reuniones que mantuvieron con la alcaldía de Peñaflor en marzo 2018, les comunicaron que Endesa estaba dispuesta a cederles unas torres de luz en desuso para colocarlas en la zona de Barrigüelos y trasladar ahí los nidos. No obstante, en octubre de 2018 todavía estaba pendiente la cesión de dichas torres y, por tanto, todo el proceso posterior. “Parece que no se va a llevar a cabo”, indica Robres, que cree que en estos dos últimos años “no se ha avanzado nada” en el asunto de las cigüeñas. “Sabemos de las reclamaciones que está haciendo la alcaldía a las instituciones, pero no están siendo eficaces”, lamenta.

Sin embargo, a pesar del desplante de Endesa, colocar una torre disuasoria sigue siendo la principal alternativa que baraja la alcaldía de Peñaflor. “Estamos mirando el presupuesto. Queremos que sirva para que aniden tanto cigüeñas como otras especies”, explica Mamen López, alcaldesa del barrio rural.

“Hay que hacer algo definitivo, no podemos estar llamando a los bomberos cada dos por tres. Por eso trabajamos en ello con el área de Medio Ambiente del Ayuntamiento”, apunta.

López asegura que está previsto que en los próximos días puedan debatir el asunto del presupuesto y empezar a trabajar en el proyecto de las torres, que no será sencillo, pues tienen que tener una altura determinada y contar con el visto bueno del Inaga. “No es cualquier cosa”, señala la alcaldesa. Lo que es seguro es que será un primer paso para conseguir un nuevo hogar para estas aves.