Teruel
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Historia

Teruel, el Stalingrado español

Un libro del historiador Alfonso Casas cuenta la batalla de Teruel y remarca sus similitudes con el decisivo choque de la II Guerra Mundial.

Foto de un tanque gubernamental de fabricación soviética que ilustra la portada de 'Teruel, el Stalingrado español'.
Foto de un tanque gubernamental de fabricación soviética que ilustra la portada de 'Teruel, el Stalingrado español'.
Heraldo.es

El filón inagotable de la Batalla de Teruel para los libros de historia acaba de alumbrar un último retoño, ‘Teruel, el Stalingrado español’, del historiador Alfonso Casas. El volumen, publicado por la Editorial Renacimiento de Sevilla, alude en su título a las similitudes entre el decisivo combate librado en el invierno de 1937 a 1938 por el control de la capital turolense entre los republicanos y los franquistas en medio de gélidas temperaturas de hasta -18 grados y la decisiva batalla del frente ruso que cambió el rumbo de la II Guerra Mundial. En ambos episodios dos ejércitos de disputaron el control de una ciudad -Teruel en el caso español y Stalingrado en el soviético- en medio de un terrible invierno y los dos fueron decisivos en el devenir del conflicto que los enmarcó.

El libro de Casas introduce en la narración de los hechos bélicos múltiples citas y también testimonios recogidos por él mismo a lo largo de décadas de investigación. También incluye referencias de otros historiadores o de testigos presenciales, como las crónicas del premio Nobel Ernest Hemingway, que visitó la ciudad durante la batalla para elaborar sus crónicas periodísticas.

‘Teruel. El Stalingrado español’ se suma a la media docena larga de libros sobre la batalla de Teruel publicados en el último quinquenio, una auténtica época dorada para las publicaciones sobre este trascendental episodio histórico que situó a la capital turolense en el foco de la atención mundial. Entre otros títulos, se han incorporado a los escaparates en el último lustro ‘Liberad Teruel’ y ‘La batalla de Teruel desde el aire’, de Blas Vicente y Carlos Mallench; ‘El caudillo y las uvas de la derrota’, de Vicente Aupí; ‘70 días de fuego y miedo’, de Antonio Barea; ‘Teruel, la batalla que decidió la guerra civil española’, de Alberto Ayuso; y ‘De la sublevación a la batalla de Teruel’, de Serafín Aldecoa.

Alfonso Casas admite que la actual floración de publicaciones sobre la batalla de Teruel, unida a las decenas de títulos anteriores, hace que las aportaciones al conocimiento de los hechos sean “pocas”. Por su parte, ha procurado relatar los aspectos militares e incluir también “testimonios, acontecimientos históricos que tenían lugar en aquel momento en otros lugares, anécdotas personales en torno a la investigación sobre la batalla y curiosidades, como el ingente despliegue de intendencia necesario para alimentar a los dos ejércitos”.

‘El Stalingrado español’ arranca con la explicación sobre el origen la ofensiva republicana, una operación que sustituye a la previsión inicial del alto mando gubernamental de atacar a los rebeldes por Córdoba con el Plan P para llegar a la frontera de Portugal y cortar así en dos el territorio franquista. Pero ante la inminencia de una ofensiva de los sublevados contra Madrid que podría suponer el fin de la II República, el general Vicente Rojo opta por lanzarse contra Teruel con el objetivo de atraer a las tropas franquistas y alejarlas de la capital del país.

Se inicia así un choque en el que se ven implicados 200.000 soldados de los dos ejércitos entre diciembre de 1937 y febrero de 1938, cuando, finalmente, las tropas al mando del general Varela recuperan la ciudad de manos republicanas. Alfonso Casas cuenta que, entre medias, se registra el confuso episodio del 31 de diciembre de 1937, cuando las tropas franquistas están a punto de conquistar la ciudad pero, incomprensiblemente, el mando ordena detener el avance. El temporal de nieve y la reacción republicana logran retomar el control urbano y, más adelante, rendir los últimos reductos rebeldes -en el Seminario y la Comandancia Militar, bajo el mando del coronel Rey d’Harcourt-.

Alfonso Casas, durante una exposición conmemorativa de la batalla de Teruel en 2018.
Alfonso Casas, durante una exposición conmemorativa de la batalla de Teruel en 2018.
Jorge Escudero

Casas desmenuza con detalle ese capítulo de la batalla, que supone la primera -y única- conquista de una capital por el ejército republicano. También cuenta la visita por aquellas fechas de un grupo de periodistas internacionales auspiciado por las tropas de Franco que incluye al agente soviético Kim Philby -entonces camuflado como redactor de prensa-. El coche en el que viajan los reporteros es alcanzado por un obús republicano y tres de ellos perecen. Philby se salva milagrosamente y solo sufre heridas "leves".

La reacción franquista a la caída de Teruel fue fulminante y contundente. La previa ofensiva del Alfambra provoca una desbandada gubernamental y deja abierto el camino para la reconquista. El ejército leal a la II República quedará tan debilitado tras esta derrota que no puede impedir la inmediata ofensiva franquista que llega hasta el Mediterráneo y parte el territorio republicano en dos.

El balance final deja, como cuenta Casas, una visión “desoladora” de la ciudad, con 77 edificios totalmente destruidos y 1.068 dañados. La población civil sobrevivió a la destrucción recurriendo a los refugios subterráneos y a las evacuaciones, pero a costa de un enorme sufrimiento. Casas incorpora al relato testimonios escalofriantes, como el del turolense que presencia como un legionario asesina a un niño o como una unidad franquista desfila por las calles de la ciudad con manos y orejas de soldados enemigos clavadas en sus bayonetas. Pero, sobre todo, recoge testimonios de frío, mucho frío en aquel trágico invierno.

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