Aragón
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NAVIDAD 2008

Otro empujón al carro de la compra

Pese a la crisis, las ventas aceleran con la vista puesta en Nochebuena. Los comercios abrieron ayer sus puertas en una típica jornada de compras navideñas.

Puede que las previsiones de consumo para este mes de diciembre anunciaran un sensible recorte en el gasto familiar. Pero la Navidad es mucha Navidad. Juguetes, comida, ropa y regalos de todo tipo siguen desapareciendo de las estanterías de los comercios de la comunidad. Ayer, una de las jornadas marcadas en el calendario por permanecer abiertas las tiendas, miles de aragoneses dieron el penúltimo empujón de la campaña navideña.


“Siempre adelanto las compras todo lo que puedo para evitar las aglomeraciones de último día”, explica Sergio Cuevas, un zaragozano que ayer ya compró uno de sus regalos para el día de Reyes. Madrugó y la apuesta le salió bien. La mañana de compras en la capital aragonesa se desarrolló con normalidad y sin grandes agobios, aunque los comerciantes reconocían que se estaba vendiendo “con alegría”. Las calles más céntricas ganaban en ambiente y las plazas de aparcamiento se volvían a disputar como un día de entre semana cualquiera.


“Es Navidad y es domingo. Tiene que haber gente a la fuerza”, explicaba Carmen Robles, regente del quiosco de la calle de San Miguel. “¡Y eso que hace un día horrible!”, remarcaba. Lo cierto es que el temporal de frío y nieve que está afectando estos días al norte del país le hace un flaco favor a los comercios aragoneses. Pero no solo el mal tiempo afecta. La pereza de los consumidores se deja notar. “Nosotros somos de los que esperamos hasta el último día”, reconocían Antonio y Laura, un matrimonio de Zaragoza. Eso sí, mostraban su pesar por aquellos a los que ayer les tocaba trabajar.

Hasta desde La Rioja

Sobre las seis de la tarde, Rosa María Martos se tomaba un respiro en uno de los bancos de Plaza Imperial. Junto a su hija, su yerno y tres nietos venían desde la localidad riojana de Rincón de Soto. “Hemos llegado por la mañana, sobre todo venimos por algunas tiendas determinadas de ropa, que tienen unos precios muy baratos, tanto para niños como para adultos”, reconocía. Recorrer los alrededor de 116 kilómetros que separan su casa de la capital aragonesa cree que vale la pena. “Vinimos el sábado de la semana pasada, este domingo y volveremos otra vez con la familia para hacer más compras de Navidad, hoy hemos cogido algunos regalos para los mayores y ropa para los pequeños, pero todavía nos falta”, comentaba. De paso, siempre cae algo más. La jornada la aprovecharon también para comer en Casetas y visitar el Pilar.


Jordi Garasa y Sheyla, una joven pareja oscense, iban ya por el segundo viaje hacia el coche con el carro cargado. “Hemos pasado aquí todo el día, hemos llegado al mediodía y hasta hemos comido. En principio solo veníamos a ver, pero hemos picado”, relataba Jordi. A media tarde habían comprado algo de ropa, varios juguetes que les habían entrado por los ojos y hasta un armario para el baño. Son de los que suelen acercarse hasta los grandes centros comerciales zaragozanos. “Otros años siempre terminábamos en Grancasa, pero ahora por no entrar en la ciudad y con la autovía es mucho más fácil acceder a Plaza Imperial”, decía Jordi Garasa.


Quienes se acercaron a Plaza Imperial no solo lo hicieron atraídos por el espíritu consumidor. Muchos aprovecharon la tarde desapacible para pasar un rato de ocio en los bares y locales de juegos. Los pequeños estaban encantados con la feria, en la que no faltaba una noria, un tren y un tiovivo. Ellos podían sumergirse en la escena gracias a un tobogán. Otros se limitaban a pasear y echar un vistazo. Era el caso de Jeaneth Ocampo y su hija Alejandre Bustamante que no se resistían a fotografiarse bajo un gigantesco abeto artificial. “De momento preferimos esperar, a ver si llegan las rebajas”, argumentaban