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Cecilio Fernández: "Un rescatador debe ser generoso y humilde"

Después de trabajar durante 30 años como instructor de rescate en montaña, se jubila tras acabar la 36ª promoción de alumnos.

Cecilio Fernández, en Candanchú, donde tiene su sede el CAEM.
Cecilio Fernández, en Candanchú, donde tiene su sede el CAEM.
Javier Navarro

Cecilio Fernández nació en el mar (Mijas, Málaga, 1959), pero su vida profesional se ha desarrollado en la montaña, en el CAEM, la escuela de rescatadores de la Guardia Civil, que deja por jubilación tras acabar la 36ª promoción de alumnos. 

¿De dónde viene su vocación por el rescate en montaña?

De lo que aprendí en Valdemoro (la academia de la Guardia Civil). Me picó el gusanillo de la montaña porque veníamos a Candanchú desde Madrid 15 días en invierno. Luego competí con el equipo de esquí de fondo y biatlón de la Guardia Civil y casi siempre he estado vinculado a la especialidad. Hice el curso de montaña del CAEM, fui destinado a una unidad de León y en 1989 superé el curso de instructor. He estado 30 años como profesor y los últimos como responsable del material.

¿Cómo ha entrenado a sus alumnos para meterse en un medio inhóspito a salvar vidas?

Yo creo que lo más importante es hacer una buena progresión en la formación técnica y física, ir aumentando las dificultades y el esfuerzo para que cada vez cojan más confianza, más seguridad, y que cuando lleguen los problemas, los puedan superar más fácilmente y gestionar mejor la toma de decisiones. A veces hay que decidir en poco tiempo.

Del Centro de Adiestramientos Específicos de Montaña (CAEM) salen los rescatadores de montaña de la Guardia Civil de todo el país. Ahora ha finalizado la 36ª promoción. ¿Cuál es la principal cualidad que deben tener?

La generosidad y la humildad son las cualidades de un buen especialista y de un alumno que entra en esta escuela. No tienen que escatimar esfuerzo físico, estén cansados o no. Y el trabajo en equipo, trabajar siempre pensando en el grupo, ser una piña. Uno solo no puede llevar una camilla. A veces hay que sacrificar ratos con la familia para prepararnos.

No todos pasan el filtro inicial. Se presentaron 48, entraron 14 y acabaron 12. ¿Por qué se quedan en el camino?

Unas veces por lesión física: si tienen un tiempo largo de curación no pueden superar el curso. Otras, por decisión propia, porque se ven superados por las actividades. Otras, por falta de nivel, físico o técnico.

Además de enseñar la técnica, ¿cómo se prepara psicológicamente a alguien para vivir esas situaciones extremas en la montaña, como un rescate en medio de una ventisca a 3.000 metros?

Eso nos viene de serie. Antes de ser guardia civiles de montaña, somos guardias civiles. Lo hemos aprendido en nuestra formación. Piensas que la persona que necesita ayuda podría ser tu madre, tu hermano… Cuando llegamos hasta alguien que está dolorido y en apuros y ves su cara de satisfacción, se te queda grabada.

¿Hay alguna asignatura hueso en el CAEM de Candanchú que se les atragante especialmente a los alumnos?

Depende de cada uno, pero lo más complicado, lo más difícil, lo más penoso es el espeleosocorro. Meterte en una cueva es lo más duro y lo más técnico. Bajar a esas profundidades a sacar a alguien requiere mucho personal, mucha organización y mucho esfuerzo. Ahí no está el helicóptero para apoyarte.

Habrá tenido alumnos buenos y malos...

Puedo decir que no he tenido malos alumnos, están todos supermotivados. Claro, que algunos son más hábiles que otros, a unos les cuesta aprender más que a otros. Y hay que pensar que un especialista de montaña no se hace en un curso sino durante mucho tiempo, porque cada rescate es diferentes.

Treinta y seis promociones y solo cinco mujeres.

Las mujeres que han pasado por aquí se han preparado mucho. Las que hemos tenido han sido unas valientes, más técnicas que ellos. Y lo mismo las alumnas médicas o enfermeras que formamos. Siempre lo comentamos entre los instructores.

Porque ustedes también forman a los sanitarios de rescate para saber moverse en la montaña, e incluso a agentes procedentes de otros países.

Los másteres de medicina de montaña de las universidades de Madrid y Zaragoza hacen con nosotros una de las fases. Y hemos tenido alumnos de Perú, Portugal, Colombia, Marruecos...

Su trabajo ha saltado a las pantallas de televisión. Primero con la serie documental rescate sobre el Greim, luego con la del CAEM. ¿Por qué ese interés? ¿Qué se pretendía reflejar?

En el programa de rescates se pretendía dar a conocer el esfuerzo que realizan los guardias en los auxilios en montaña, y hacer hincapié en la prevención necesaria cuando se sale a la montaña, mostrar la dificultad que requiere sacar a una persona de ciertos sitios. En la del CAEM se ha visto la dureza de la formación para convertirse en rescatador y la variedad de actividades que conlleva. No es fácil formar a una persona. Es un trabajo largo, pero, eso sí, muy satisfactorio.

 

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