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Víctor Ibáñez desempolva su histórico tesoro fotográfico de las Fiestas de San Lorenzo

El fotoperiodista presenta en el Centro Cultural Manuel Benito Moliner una exposición con 120 imágenes, muchas de momentos y personajes laurentinos "irrepetibles", captadas entre 1978 y 1989.

Víctor Ibáñez, en la inauguración de la exposición 'San Lorenzo, fiestas irrepetibles', en Huesca.
Víctor Ibáñez, en la inauguración de la exposición 'San Lorenzo, fiestas irrepetibles', en Huesca.
Verónica Lacasa

El Jardín de Verano, la cabalgata de la noche del 15 de agosto, los locales de las peñas, el mayoral Victorino Solanes y el empresario taurino Justo Ojeda -ambos ya desaparecidos-, o las exhibiciones de vuelo en el viejo aeródromo de Monflorite. Estas son algunas de las imágenes "irrepetibles" que se pueden ver en la exposición sobre las Fiestas de San Lorenzo que el fotoperiodista Víctor Ibáñez ha desempolvado de entre su histórico archivo de más de 40 años de carrera profesional. 

Nacido en Logroño en 1953, con 15 años ya se trasladó a Huesca por estudios. Desde muy joven ya mostró pasión por la fotografía y en 1970 empezó a trabajar en el sector, aunque no fue hasta 1973 cuando comenzó a colaborar con el Heraldo de Aragón en Huesca. Y aunque luego estuvo vinculado a otros medios como La Nueva España, El Día de Aragón, Agencia Efe y revistas especializadas hasta que en 1984 se incorporó definitivamente a Diario del Altoaragón, donde trabajó hasta su jubilación en 2013. Su relación con San Lorenzo fue tan intensa que recibió hasta la Parrilla de Oro de las fiestas.

Hasta el 31 de agosto, se puede ver en la sala 1 del Centro Cultural Manuel Benito Moliner esta nueva exposición -la novena que monta desde que se retiró- centrada esta vez en momentos, escenarios y personajes inolvidables y que ya no se van a repetir porque desaparecieron, ya no se incluyen dentro del programa o porque han fallecido en el último caso. 

En total, son 120 imágenes del período comprendido entre los años 1978 y 1989 donde aparecen los Gigantes y Cabezudos, las antiguas naves de Industrias Albajar, los danzantes bailando en la plaza del Mercado, los peñistas, las marionetas de Maese Gorgorito, los conciertos de Ketama, Xavier Cugat, Los Cantores de Híspalis o el recital de José Antonio Labordeta con Juanito Fernández. 

Una mínima muestra de un archivo que, según sus cálculos, contiene más de 3,5 millones de fotos disponibles para exposiciones (catalogadas por fecha, tema, lugar y nombres de sus protagonistas), además de otro tanto de imágenes que todavía están solo en negativo porque no ha tenido tiempo de escanearlas. 

Dentro de la exposición, por ejemplo, llama también la atención, en comparación con lo que ocurre ahora la mañana del día 9 en la que muchos atuendos de jóvenes se tiñen de morado por el vino que se echan encima, el color blanco y verde impoluto de la cabalgata peñista de esos años. "La gente joven quizá piense que es una tradición mancharse de vino pero en realidad es algo bastante reciente", señala Ibáñez. 

En otro aparece la plaza del Mercado, abarrotada de gente para ver a los danzantes y con personas incluso subidas en el andamio que entonces cubría la fachada del edificio de la CEOS. Y es que el escenario estaba en el lado opuesto a ahora ya que se hizo una remodelación de la plaza y se colocó una gran farola que impedía colocar en el actual emplazamiento cualquier estructura ya que taparía la visión de las actuaciones. 

También tenían más peso las actividades deportivas ya que, además del ciclismo, había mucho afición a las carreras de motos y de coches, al ajedrez con simultáneas multitudinarias, y a las exhibiciones aéreas en el aeródromo de Monflorite que luego se reconvirtió en el aeropuerto Huesca-Pirineos. Y entonces, el baloncesto tenía mucho más tirón que el fútbol ya que el Peñas estaba en ACB mientras que la SD Huesca sobrevivía en categorías regionales. 

Pese a esta mirada nostálgica, Víctor Ibáñez no comparte el dicho de que 'Cualquier tiempo pasado fue mejor'. "He conocido muchas épocas de las fiestas que me parecieron muy buenos y, además, creo que había más ambiente en la calle porque la gente iba más a las peñas que a los bares. Pero quizá es solo una percepción por la edad. Porque no es lo mismo ver San Lorenzo con 30 años que con 70 que tengo ahora, que es un prisma diferente. Los jóvenes de ahora también se lo pasan muy bien así que no puede decir que antes fueran mejores o peores, simplemente los tiempos cambian", opina.  

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