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Los guardianes de las orquídeas más amenazadas del Pirineo

El robo de tres ejemplares de ‘Cypripedium calceolus’ o zapatito de dama, en peligro de extinción, puso el foco en estas plantas, que solo crecen en tres lugares. Uno es Sallent de Gállego, donde están permanentemente custodiadas los pocos días que dura de su floración en este mes de junio.

Elisa Andrés y Fernando de Frutos con una población de zapatito de dama en Sallent de Gállego. Ellos son los encargados de protegerlas y enseñarlas.
Elisa Andrés y Fernando de Frutos con una población de zapatito de dama en Sallent de Gállego. Ellos son los encargados de protegerlas y enseñarlas.
Verónica Lacasa

Elisa Andrés y Fernando de Frutos llegan con la salida del sol y se marchan con el ocaso. Su misión es custodiar una de las más bellas orquídeas silvestres del Pirineo, la ‘Cypripedium calceolus’ o zapatito de dama, en peligro de extinción, los escasos días que dura su floración. Los tépalos amarillos se empezaron a ver la primera semana de junio y vivirán hasta el 26 o 27, un breve periodo en el que recibirán cientos de visitas, eso sí, de una manera ordenada, casi a cuentagotas, para evitar cualquier daño.

Los dos guías medioambientales del Colectivo Foratata, de Sallent de Gállego, trabajan por encargo del Gobierno de Aragón para salvaguardar la especie, que cuenta con un plan de protección desde 2004. Divulgan sus valores y acompañan a los curiosos por la pequeña senda trazada junto a uno de los reductos más importantes de la especie, en un paraje de Sallent cerca de una carretera. 

No hay carteles, ni reclamos, porque no es una actividad turística. Funciona el boca a boca para contemplar este espectáculo de la naturaleza en forma de una delicada flor que en el pasado sufrió el expolio de poblaciones enteras y que por su forma es conocida como zapatito de dama, zueco de Venus, zapatito de la reina... Múltiples nombres comunes bajo la denominación científica de ‘Cypripedium calceoris’. En el Pirineo están las poblaciones más al sur de Europa. Solo se las puede encontrar en dos valles del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, en Sallent de Gállego y en la Sierra del Cadí (Cataluña).

Hace un mes se convirtió en noticia por ser el botín de un robo: desaparecieron tres ejemplares en Ordesa, extraídos con una herramienta. ¿Qué motivo al ladrón a llevarse estas plantas de floración tan efímera? Se juega una indemnización de 16.000 euros por cada pie.

Hace 20 años que el Gobierno de Aragón aprobó un plan de recuperación del zapatito de dama que incluye un servicio de vigilancia en Sallent de Gállego, donde se localiza la población más grande del Pirineo. "La administración ha querido que su conservación se pueda compatibilizar con las visitas", afirma el guía ambiental Fernando de Frutos. Esta custodia se realiza mientras dura el periodo de floración para evitar que las numerosas visitas que se concentran en unos pocos días causen daños. Va más allá de una mera contemplación, explican sus características y la importancia de la conservación.

El plan de protección, además de la educación ambiental como herramienta de concienciación, contempla el estudio de su evolución y pruebas de reintroducción. También un régimen sancionador: arrancar una flor o llevarse las semillas se castiga con hasta 3.000 euros. Más si los daños se provocan sobre el rizoma.

Elisa y Fernando están aquí toda la jornada, durante un mes. Esperan junto a la carretera, donde cualquiera puede contactar con ellos para ser acompañado hasta el pequeño sendero que permite ver las flores, habilitado mínimamente para el paseo y donde unas banderolas rojas y unas cuerdas limitan el tránsito. Se puede ver y fotografiar, pero hay normas estrictas para no salirse del camino y evitar pisar ejemplares pequeños sin flores, y por supuesto está prohibido arrancarlas.

Se encuentran en un lugar tan accesible que fueron descubiertas por un botánico francés que las vio desde el autobús cuando pasaba por la carretera. Contactó con el Instituto Pirenaico de Ecología para dar cuenta de su descubrimiento.

"No se nos conoce solo por el esquí. Este año hemos realizado por primera vez dos salidas para ver la flora alpina y entre ella las orquídeas"

Durante la observación, Elisa Andrés cuenta al curioso que se acerca que el Pirineo es el límite por el sur del crecimiento de esta flor, desaparecida por culpa de la recolección directa. Su belleza y su rareza la convirtieron en objeto de deseo de aficionados y coleccionistas que recolectaban plantas completas, llevándola a la extinción en algunos lugares. La transformación del hábitat, el cambio climático o el impacto de las visitas hicieron el resto y la siguen amenazando.

Sallent es el territorio por excelencia de esta y otras orquídeas, con 35 especies distintas. "No se nos conoce solo por el esquí. Este año hemos realizado por primera vez dos salidas para ver la flora alpina y entre ella las orquídeas", comenta la guía.

La variabilidad climática ha provocado que el periodo de floración del ‘Cyclipedium calceolus’, cuando se puede ver en su máximo esplendor, varíe mucho. En 21 años de registros, la más temprana se produjo en 2022, el 15 de mayo, en medio de las olas de calor de aquella primavera, mientras que este ha sido el más tardío. «En julio ya no la podremos ver», asegura la educadora ambiental. Y en invierno la nieve cubrirá el bulbo para protegerlo. Tarda entre 6 y 10 años en florecer y en ese largo viaje de transformación de semilla a ejemplar reproductor, crecerán como pies vegetativos, pequeñas plantas sin flores que irán prosperando poco a poco. Eso si nadie las pisa.

Más de 1.000 personas se acercan cada año para observarlas, la mitad franceses (en el pasado suponían hasta el 80%). "Ni la gente de aquí la conocía", comenta De Frutos, probablemente porque más allá de su belleza y su valor ecológico no tienen un uso.

Hasta el sendero se han acercado dos jóvenes, Irene Aguilar y Lorena Arranz, a las que Elisa explica que la flor en forma de zueco funciona como una trampa. Los insectos, atraídos por el aroma y el color, acceden al interior y, una vez allí, la forma revoluta y unos pelillos estratégicamente colocados les hacen muy difícil salir por donde entraron. Si no consiguen hacerlo por las pequeñas aberturas laterales llevándose el polen adherido, pueden morir en el interior. Los que lo logran, fecundarán otras flores.

Irene Aguilar reconoce su "sorpresa" por la belleza de una planta de la que ha oído hablar mucho pero que nunca había visto. "Mi abuela es de Sallent, y me contaba cosas del zapatito de dama", dice. La guía comenta también que se ha intentado la reintroducción "pero no salió bien". Se ha llegado a criar en cautividad pero la implantación en el terreno no ha tenido éxito.

Un banco de semillas

A Estados Unidos e Israel envió semillas Miguel Carravedo, investigador jubilado. "La preservación de esta orquídea, por fortuna, esta asegurada", opina. Él habla del robo de Ordesa como "un salvaje acto de decapitación de flores". Por suerte el Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria (CITA) pensó en salvar algunas simientes.

Carravedo acabó su carrera de Ingeniero Agrónomo en la Universidad Politécnica de Madrid y como amante de la botánica se aficionó a las orquídeas silvestres españolas, porque con ellas pretendía realizar su tesis doctoral. "Esta familia tiene una complejísima germinación ya que debe ser invadida por un hongo del suelo para hacerlo. Ponerla a punto era la clave de la tesis", relata.

"Cada flor puede contener de 10.000 a 15.000 semillas extremadamente pequeñas, quizás las más pequeñas del reino vegetal. Mandé una vaina a los Bancos de Germoplasma de Israel y USA, además de al de Zaragoza. Y luego al de Madrid y al de Valencia".

La principal preocupación fue no tener semillas. Siendo joven y muy montañero comenzó buscando orquídeas silvestres. En sus viajes localizó el ‘Cypripedium calceolus’. Por entonces trabajaba en el Instituto Agronómico Mediterráneo de Zaragoza. Solicitó una beca a la Fundación Juan March y logró recolectar semillas de 32 especies que pudo sembrar y de cuyo resultado la fundación, posteriormente, editó un libro. Con ellas fundó el primer Banco de Orquídeas Silvestres español y europeo. "Ni en Europa existía", afirma.

Por aquel entonces había conseguido semillas procedentes de unas seis flores del ‘Cypripedium calceolus’. "Cada flor puede contener de 10.000 a 15.000 semillas extremadamente pequeñas, quizás las más pequeñas del reino vegetal. Mandé una vaina a los Bancos de Germoplasma de Israel y USA, además de al de Zaragoza. Y luego al de Madrid y al de Valencia". En opinión de Miguel Carravedo, "igual que se protegen pinturas rupestres con vallas metálicas, habría que hacerlo con algunas especies de orquídeas".

Cómo la belleza puede ser una condena

La rareza y belleza del zapatito de dama y el afán de algunas personas por poseerlas para sus colecciones particulares la ha puesto en peligro. Pero una simple visita, advierte Elisa Andrés, puede por desconocimiento dañar la planta por el pisoteo de los individuos vegetativos pequeños que son los que todavía no tienen flores. 

Además, en los últimos años, la depredación de ejemplares por parte del ganado o de ungulados salvajes como el corzo afecta en cierta medida a las del valle de Pineta. Existen poblaciones de tan pequeño tamaño que un desprendimiento de tierra pueden hacer que desaparezcan. Por otro lado, proyectos de modificación de carreteras o de explotación irregular del bosque son susceptibles de afectarla igualmente. 

Se han contabilizado 13 poblaciones, cinco en Cataluña y ocho en Aragón, en Sallent y los valles de Ordesa y Pineta. En el Pirineo francés han desaparecido muchas "y pudiera ya estar extinguida", mientras que en Aragón se han encontrado dos poblaciones nuevas en los últimos 20 años.

"Arrancar una flor silvestre ya no es un acto de amor. Si recoges flores en tus paseos por el campo, solo consigues que mueran al poco rato y que la belleza que te ha movido a llevártelas desaparezca"

¿Qué hacer para protegerlas?

El Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido editó una guía de orquídeas silvestres donde ofrecía una serie de consejos para protegerlas. "Arrancar una flor silvestre ya no es un acto de amor. Si recoges flores en tus paseos por el campo, solo consigues que mueran al poco rato y que la belleza que te ha movido a llevártelas desaparezca. Están preciosas en ese prado o dentro del bosque, ¡todos queremos verlas! Si pisamos por todos los lados, la erosión hará más difícil que crezcan plantas", decía, recomendando no salir de los senderos y caminos. En caso de fotografiarlas, no manipular las plantas y mirar alrededor para evitar pisarlas. Y aconsejaba sobre todo conocerlas para amarlas. 

En todo el parque se han registrado 34 especies distintas. Algunas se van incorporando a medida que se encuentran. En el año 2020 se dio por primera vez en el valle de Ordesa con la rara orquídea fantasma (’Epipogium apyllum’) y en la primavera del 2018 se localizó una nueva población de zapatito de dama.

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