Huesca
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Balones o rosas: la protesta de un colegio de Huesca al grito de "Queremos jugar en el parque"

Las familias de una escuela critican al Ayuntamiento por el vallado de una zona del Parque de Miguel Servet, acotada para evitar que las pelotas deterioren la Rosaleda. 

Carteles colocados en la valla de la Rosaleda del Parque de Miguel Servet con la reivindicación.
Carteles colocados en la valla de la Rosaleda del Parque de Miguel Servet con la reivindicación.
Heraldo

La fiesta de final de curso del colegio El Parque de Huesca se convirtió en un acto de protesta de las familias contra la decisión del Ayuntamiento de acotar las áreas de césped de la Rosaleda del Parque de Miguel Servet. El principal pulmón de la ciudad ha sido siempre una zona de juegos habitual para los niños de esta escuela por su cercanía. Pero desde hace un mes se ha limitado el uso de algunos parterres poniendo un cercado, que el consistorio justifica para proteger la vegetación del impacto de los balones de fútbol.   

Los padres se concentraron junto a la Rosaleda el pasado viernes bajo la consigna de "Queremos jugar en el parque", y además colocaron carteles en la valla para dejar constancia de su reivindicación. El problema se ha agravado, dicen, "por haber mandado a la policía municipal a echar a los niños que jugaban en una zona aledaña". Se quejan de que solicitaron al Ayuntamiento una pista multideporte hace meses en una reunión de participación ciudadana, " y de eso no hay noticia".

Protesta de las familias del colegio El Parque por las restricciones de las zonas de juego.
Protesta de las familias del colegio El Parque por las restricciones de las zonas de juego.
Heraldo

Pero el concejal de Medio Ambiente, José Miguel Veintemilla, ha dejado claro que "ni la Rosaleda es un espacio para jugar al futbol ni se va a construir ninguna pista multidisciplinar dentro del parque". Lamenta "discrepar con las familias", pero cree que "existen muchas alternativas de juego para los niños".

Según ha explicado el Ayuntamiento, hubo que colocar un vallado hace un mes para regenerar la zona porque se había deteriorado por la práctica del deporte. "Los niños pueden jugar a lo que quieran y donde quieran siempre que no dañen elementos vegetales, de mobiliario o a otros usuarios", ha indicado en un comunicado.

El Ayuntamiento ha especificado que la Policía es la encargada de vigilar el cumplimiento de las normas de convivencia, que exigen respeto al medio ambiente y a las zonas naturales. "Las posibilidades que ofrece el espacio natural del Parque Miguel Servet son muchas. Es un privilegio poder jugar en un espacio tan natural con todos los beneficios que tiene para el desarrollo infantil", señala, además del aprendizaje del respeto por el medio ambiente. Sin embargo, una zona natural, aclara, no es una cancha deportiva. "Hay lugar para todo, en la ciudad. Para la práctica de deportes existen instalaciones específicas. Hay deportes que no se pueden practicar en el parque".

Uno de esos espacios donde no resulta conveniente jugar al balón es el espacio de La Rosaleda, que desde su construcción en 1930 se ha convertido en un lugar emblemáticos del parque. Fue remodelada en 1993 para plantar una colección de rosas de todos los colores y diferentes épocas de floración. Además se construyeron elementos decorativos como bancos con azulejos o un aljibe a modo de estanque. 

"Las praderas de césped forman parte del conjunto, enmarcando, arropando el espacio y sirviendo de protección a la plaza central de la Rosaleda", aclara el Ayuntamiento. Hubo incluso que restaurarlo el año pasado con un Programa Experiencial de Empleo y Formación, puesto que había sido deteriorado por los juegos con balón. Se renovó por completo el vallado perimetral, así como el seto que la rodea, eliminando el seto de cipreses, por ser una especie con elevado potencial alergénico y se restauró la pradera de césped. "Este año ha sido necesario volver a rehacer el espacio debido al daño que ocasiona la práctica deportiva en este sector".

Determinados usos deportivos como el fútbol, en este caso, son un riesgo, ya que los balones "alcanzan una fuerza y velocidad que tiene gran impacto sobre los elementos vegetales y de mobiliario, además de ser excluyente con otros usuarios de estos espacios públicos", indica el Ayuntamiento, aclarando que hay una gran cantidad de superficies en el parque y en la ciudad susceptibles para el juego libre y en concreto para el fútbol.

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