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Biescas despierta de una pesadilla que ha dejado 300 contagiados y 17 muertos

Sanitarios y enfermos relatan el sufrimiento vivido durante más de 40 días en la localidad con mayor tasa de afectados de Aragón. 

La alcaldesa deBiescas, Nuria Pargada, la coordinadora del Centro de Salud de Biescas, Paula Claver y la farmaceutica Encarna Gazo, en el Centro de Salud / 25-04-2020 / Foto Rafael Gobantes [[[FOTOGRAFOS]]]
De izquierda a derecha, la alcaldesa de Biescas, Nuria Pargada, la coordinadora del Centro de Salud de Biescas, Paula Claver y la farmaceutica Encarna Gazo.
Rafael Gobantes

La localidad con la tasa más alta de infectados por coronavirus de Aragón está empezando a despertar de la pesadilla. En Biescas, el virus se ha colado en casi todas las casas, con 300 pacientes atendidos (44 en la residencia) y 17 muertos. Los más de 40 días de sufrimiento han dejado paso a una situación más normalizada. Las cifras se han relajado y ahora mismo se está haciendo seguimiento de unos 40 enfermos en sus domicilios, cuyo estado de salud no es preocupante. 

Sí persiste la gravedad entre algunos usuarios de la residencia, donde se partía de unos 40 pacientes, con 11 fallecidos y otros 11 en el centro Covid-19 de Yéqueda. Solo media docena de trabajadores no se han infectado, el resto han tenido síntomas o positivos confirmados.

Sin embargo, a diferencia de otras localidades, aquí el principal foco no ha estado en la residencia de mayores sino en los hogares. Todo el pueblo se ha visto afectado, explica la coordinadora del centro de salud, Paula Claver, que respira más aliviada tras jornadas extenuantes de 12 y 24 horas por parte de los sanitarios, soldados en la primera línea de batalla.

"Ha habido momentos muy duros, como cuando te avisan dos personas a la vez diciendo ‘Nos ahogamos’ o ‘Mi padre no puede respirar’. O cuando llamas a las ambulancias, que también estaban sobrepasadas. El 061 ha hecho lo que ha podido y Cruz Roja ha colaborado muchísimo en el transporte sanitario. Uno de los días hubo que trasladar a seis personas a la vez de la residencia. Es muy difícil tener que estar en un domicilio con gente que se encuentra mal y esperando el transporte, porque estamos a una hora de un hospital", relata la coordinadora del centro. 

En pocas casas el virus ha pasado de largo. "Teníamos gente joven que se inestabilizaba, familias que han perdido a dos personas, muchas con todos los miembros enfermos y con varios hospitalizados". Paula Claver no olvida a los servicios sociales, que han tenido que atender incluso a menores a cargo de esas familias.

Echa la vista atrás para recordar la primera hospitalización, el 15 de marzo, una mujer de 100 años, “que vivía en su casa y que no había salido a ningún sitio”, precisa la médico. La familia informó de la celebración de dos funerales multitudinarios la semana anterior, donde se sitúa el foco del contagio y que explicaría su elevada expansión. Desde el centro de salud se fue indagando sobre posibles contactos y su estado y Salud Pública está haciendo un estudio con el mapa de los contagios.

"El 16 o 17 de marzo pasamos a 25 pacientes, y luego a 70. Cada día se multiplicaban. Nos hemos enfrentado a una enfermedad desconocida, a un virus que no sabíamos cómo funcionaba. Hemos ido cambiando los protocolos, pero el volumen de pacientes era tan elevado cada día...". Desde hace 15 días se ha estabilizado, porque la facultativa cree que se están recogiendo los resultados del confinamiento.

"El 16 o 17 de marzo pasamos a 25 pacientes, y luego a 70. Cada día se multiplicaban"

Ha habido afectados de todas las edades, incluyendo un par de niños con síntomas muy leves, aunque el mayor volumen estaba por encima de los 60 años. De los 300 casi todos son de Biescas, algunos de Gavín, pero también del resto del valle de Tena: Formigal (7), Sallent de Gállego (4) y Panticosa (2). Y es que el Covid también dejó aislados a algún trabajador de las estaciones de esquí y visitantes.

Claver recuerda la rutina de llamar cada día por teléfono a los pacientes para ver cómo se encontraban. "A los que no estaban bien los íbamos a ver a los domicilios. Si los veíamos inestables, los derivábamos al hospital". Piensa que han conseguido contener muchos traslados para no colapsar San Jorge. 

Traslado de enfermos de Biescas a la residencia para contagiados de Yéqueda.
Traslado de enfermos de Biescas a la residencia para contagiados de Yéqueda.
Rafael Gobantes

También se felicita porque no ha enfermado nadie entre el personal sanitario. Algunos dieron síntomas pero fueron negativos. "Desde el primer momento, nos concienciamos mucho para protegernos. Fuimos muy rigurosos”. Tuvieron refuerzos de médicos residentes de Huesca porque los primeros días el trabajo fue muy intenso, "con turnos extenuantes de 24 horas, 12 horas”, y además se contrató a un médico y enfermeras para la residencia.

No ha sido fácil gestionar la atención sanitaria. Con el estado de alarma se cerraron los consultorios locales para evitar la exposición y se concentró la atención en el centro de salud, con 10 médicos, 10 enfermeras, una limpiadora y una administrativa. Se organizaron equipos, uno se encargó de la patología respiratoria del coronavirus y otro de otras patologías, para evitar exponerse todos.

Y sobre todo, la coordinadora agradece el comportamiento de la población, el esfuerzo de los sanitarios de Biescas y también de los del hospital San Jorge. "Esto ha sacado lo mejor de cada uno", afirma Paula Claver.

Confinamiento a rajatabla

Junto a los médicos han luchado muchas otras personas en Biescas, donde la solidaridad ha sido ejemplar y se ha cumplido a rajatabla el confinamiento. El 14 de marzo ya estaban cerrados todos los establecimientos, excepto los de primera necesidad y el 16 se decretó el cierre total de la residencia La Conchada, que solo permitía la visita de un familiar desde el 9 de marzo.

Por aquel entonces ya había algunos vecinos con síntomas, como Encarna Gazo, la farmacéutica. El día 14 “me empecé a poner mala”, dice. Luego le siguieron sus dos hijos. "Mi hija empezó con dolor de garganta y deshidratación, por lo que llamamos al centro de salud, y luego mi hijo con dolor de cabeza”. Su nieta de 3 años también estaba con ellos, pero apenas tuvo síntomas, sólo un día 37 de fiebre. “Era una situación un poco complicada y no sabíamos qué iba a pasar”, explica Encarna. No podían salir a la calle, porque tenían que estar todos en cuarentena, así que les ayudó la Cruz Roja, que les llevaba comida "y lo que necesitábamos".

A esto se sumó que tiene una farmacia, y las dos auxiliares presentaron síntoma. No se cerró. "Movimos todos los hilos que pudimos, el Colegio de Farmacéuticos y Sanidad nos ayudaron, porque era un caso excepcional, y buscamos un auxiliar, mientras que nosotros desde casa hacíamos pedidos y lo que podíamos".

Resalta la gran solidaridad y apoyo de los vecinos y la concienciación de salir a la calle solo para lo justo y siempre con guantes y mascarillas. "La gente se lo ha tomado todo muy en serio, incluso en la farmacia nos preguntaban si tenían que desinfectar las cajas de medicamentos al llegar a casa. La gran pena de todo esto han sido las muertes". La única crítica que hace es a la falta de material de protección a la que se han enfrentado los farmacéuticos en general.

“Al principio tuve cierto temor, porque no sabía a lo que me enfrentaba, y luego miedo, porque iba viendo que había gente con síntomas más graves”

Otro vecino de Biescas, que prefiere no dar su nombre, también ha sido portador del coronavirus. Él lo pasó algo peor, ya que estuvo 12 días con fiebre. “Al principio tuve cierto temor, porque no sabía a lo que me enfrentaba, y luego miedo, porque iba viendo que había gente con síntomas más graves”, recuerda. Pero como otros muchos de Biescas, ya está recuperado. Y también saca algo positivo de todo esto: “esta situación está sirviendo para reforzar familias, unir más a las personas y sacar ese lado tan solidario de cada uno. Pero creo que nada va a ser igual que antes”. Igualmente alaba y reconoce la labor de las instituciones, como el Ayuntamiento de Biescas, el Centro de Salud y la residencia La Conchada.

Gavín ha dicho adiós a cuatro vecinos

A tan solo 2 kilómetros de Biescas se encuentra Gavín, un pequeño pueblo con 90 habitantes que ha sufrido la pérdida de cuatro vecinos, entre ellos un matrimonio. Y a esto hay sumar más contagiados. “El confinamiento en esta zona se está viviendo con dureza y crueldad”, asegura Carlos Yuste, alcalde de Gavín. Él está viviendo en primera persona la enfermedad de un familiar directo, que tras varios días en la uci, por fin ha salido. 

Carlos no ha tenido síntomas, pero por si acaso estuvo 15 días recluido en una habitación, ya que vive con su mujer e hijas. “La gente mayor, que se está quedando en casa, nos está dando una gran lección y también los jóvenes que desde el primer momento se han ofrecido a ayudar”. "Esta situación no la esperábamos nadie, y no sabes lo que es hasta que no te toca”. Piensa que para todos esto “es un mazazo”, pero en el medio rural, la situación puede ser algo más llevadera.

Por lo cerca que ha vivido la enfermedad, junto a la lógica preocupación y miedo por poder perder a un familiar, no tiene más que palabras de agradecimiento para los sanitarios del hospital San Jorge. “Ayudan en todo lo que pueden a los pacientes, nos hacen hasta dos vídeollamadas al día y la cercanía con la que nos tratan no se pierde ni en los peores momentos”.

Nuria Pargada, alcaldesa de Biescas, reconoce que todavía no quiere pensar en cómo fueron esos primeros días en los que se empezaron a disparar los casos positivos de coronavirus. “Nos pilló a todos por sorpresa, nadie esperábamos esto, y eso que en Biescas empezamos a tomar medidas unos días antes, pero nadie nos podíamos imaginar que iba a pasar esto”. Han sido “días de locura” y reconoce que ha sido “muy duro”, porque ha vivido todo desde primera fila. “He pasado momentos de tristeza, enfado y frustración porque aquí teníamos un problema y al principio parece que no se veía”. Solo había una ambulancia en la zona para trasladar a los enfermos por Covid-19 y hubo días “que hubo que esperar hasta 12 horas para un traslado, incluso alguna vez fueron los propios familiares los que se llevaron al enfermo”.

Ahora la residencia ya no es asistencial como antes, se ha convertido en sanitaria, con refuerzos de profesionales médicos y enfermeras desde que el centro de salud tomó el mando de la misma, y un control exhaustivo a los residentes, a los que muchos ya se les ha dado el alta, pero siguen aislados.

Afortunadamente lo peor parece que ha pasado, Biescas empieza a remontar, y aunque esta semana ha habido dos nuevas muertes en la residencia, “la situación está muy controlada y más tranquila”. Por último, la alcaldesa quiere agradecer la gran ayuda brindada por la Comarca Alto Gállego, y su presidenta Lourdes Arruebo.

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