Aragón
Suscríbete

Tras las huellas del doctor Aguiló: una historia de amor que pasa por Inglaterra, Mallorca y Monegros

Encajando las piezas de su historia familiar, las descendientes del cirujano jefe del hospital de Poleñino en 1937 y una enfermera inglesa se reencuentran con sus orígenes.

Bisnieta, nieta e hija del doctor Gonzalo Aguiló y la enfermera Susannah Sutor, en Poleñino, en la casa que fue hospital en 1937. Sandra Aguiló Sutor se desplazó desde Mallorca y Sandra Gómez Aguiló y su hija Lucía López Gómez acudieron desde Gerona para participar en el Día Orwell Aragón.
Bisnieta, nieta e hija del doctor Gonzalo Aguiló y la enfermera Susannah Sutor, en Poleñino, en la casa que fue hospital en 1937. Sandra Aguiló Sutor se desplazó desde Mallorca y Sandra Gómez Aguiló y su hija Lucía López Gómez acudieron desde Gerona para participar en el Día Orwell Aragón.
Javier Navarro

7 de abril de 1937. "Me he levantado temprano y he fregado el suelo del quirófano y luego hemos estado esperando hasta que, cerca de las tres de la tarde, han vuelto las ambulancias con un solo herido. Tenía varios trozos de metralla". Podemos asomarnos a un día cualquiera en el hospital montado en Poleñino durante la Guerra Civil, en la retaguardia republicana gracias al diario escrito por una de las enfermeras que trabajaron allí, la australiana Agnes Hodgson.

En un luminoso salón convertido en quirófano en la casa de los Torres Solanot, todo está listo: vendajes, suturas, tablillas, instrumental esterilizado... El personal, con un cirujano español al frente, varios practicantes (estudiantes de Medicina) y un equipo de enfermeras inglesas y australianas, siempre preparado para entrar en acción. "¡Cuántas horas habrán pasado aquí dentro!", exclama Sandra Aguiló Sutor con suave acento inglés, al entrar, 87 años después, en aquella estancia, que se conserva tal cual en Casa la Una. 

Es la hija del doctor Gonzalo Aguiló Mercader y de la enfermera británica Susannah Sutor y ha venido a los Monegros junto a su hija Sandra y su nieta Lucía para entregar en el Centro de Interpretación de la Guerra Civil en Aragón ubicado en Robres 75 negativos y 51 fotografías y participar en el Día Orwell. 

"Sabíamos que se habían conocido en la guerra, aunque no teníamos ni idea de dónde, y que mi abuela, al quedarse embarazada, había regresado a Inglaterra, donde nació su hija"

"Aparecieron entre las cosas de mi abuela cuando, tras su muerte en 1995, vaciamos su casa", relata Sandra Gómez Aguiló. Son imágenes de la vida cotidiana en momentos tranquilos: grupos de vecinos, conductores de ambulancia posando junto al río –con los dos puentes: nuevo y viejo, de fondo– y una animada comida campestre. Las fotos, un puñado de cartas y algunos documentos sembraban de pistas el camino para completar una historia que la familia conocía a grandes rasgos pero sin detalles. "Sabíamos que se habían conocido en la guerra, aunque no teníamos ni idea de dónde, y que mi abuela, al quedarse embarazada, había regresado a Inglaterra, donde nació su hija". Tras años de separación, volvieron a reunirse en Mallorca y pasaron el resto de su vida juntos.

Silencios familiares

Como en muchas familias, lo ocurrido en la guerra nunca fue tema de conversación. "Mi abuelo jamás nos comentó nada, nunca, y mi abuela, tampoco hasta que, ya mayor, un día, siendo yo jovencita –recuerda Sandra Gómez–, en una de aquellas tardes haciéndole compañía que se me hacían tan largas, viendo unas imágenes en la tele, exclamó: ‘Odio Perpiñán, sobre todo cuando están los árboles en flor, porque me recuerda cuando estuve buscando a tu abuelo y no le encontré’, pero no soltó más prenda, ni yo pregunté, más preocupada en irme con las amigas que en entablar conversación".

A su muerte en 1995, encontrar aquellas fotos y cartas antiguas de sus abuelos encendió el interés de Sandra. "Nos picó la curiosidad, sobre todo a mí, y me dije, a ver si consigo saber qué pasó" y comenzó a leer libros que recogían los diarios de varias enfermeras voluntarias en el frente de Aragón. Algunas de las fotos que conservaba su familia donde se les ve juntos aparecían también en el álbum de la australiana Agnes Hodgson, reproducido en ‘A una milla de Huesca’ (Rolde de Estudios Aragoneses). Así pusieron nombre al lugar: Poleñino. En una de las cartas se lee: "¡Qué felices fuimos en M.!", ¿será Monegros?

Sus abuelos se habrían conocido en el hospital inglés instalado en Grañén que, en marzo de 1937, por tensiones con los líderes anarquistas, se ve forzado a trasladarse a Poleñino, con el cirujano mallorquín Gonzalo Aguiló al frente. Con un magnífico pabellón donde caben 17 camas, el hospital se ubica en un ala de la vivienda solariega de la plaza Mayor convertida en Casa del Pueblo. Su propietario, Joaquín José Torres Solanot, de 40 años, ha sido fusilado en septiembre de 1936.

A través de las cartas que conservaron, Sandra va atando cabos y "casando la cronología con la geografía, ha sido como encajar las piezas de un puzle". Les emociona pensar que en la primavera y el verano del 37, en esta casa que ahora visitan, sus antepasados se enamoraban al mismo tiempo que hacían frente a las oleadas de heridos que llegaban del frente y de los bombardeos. 

Hay momentos de actividad frenética –como dos días de abril de 1937 en que, trabajando día y noche, reciben tratamiento 520 heridos– y también periodos de espera. En ambas circunstancias, el personal mantiene las rutinas hospitalarias de fregar el quirófano y hacer guardias nocturnas. Cuando hay calma, nadan en el Flumen y pasean.

En las falsas, inscripciones a lápiz indican dónde descansaba cada miembro de la plantilla del hospital instalado en la Guerra Civil en Poleñino
En las falsas, inscripciones a lápiz indican dónde descansaba cada miembro de la plantilla del hospital instalado en la Guerra Civil en Poleñino
HA

Paz en la guerra

Nombre, edad, regimiento, dirección postal y descripción detallada de todas las heridas. En el hospital de Poleñino, con fama de tener la dirección más eficiente de todo el frente de Aragón, se llevaba un registro de todos los pacientes. "Los que fallecían eran fotografiados y sus fotos se adjuntaban a la correspondiente documentación que se remitía al Ministerio de la Guerra", relata el conductor de ambulancias de la British Medical Unit Alec Wainman. 

Hospitales como este fueron remansos de paz en la guerra. "El doctor Aguiló –refiere en el libro ‘Almas vivas’ (editorial Milenio)– dio la orden de que se tratara a todos los heridos por igual", fuesen de uno u otro bando. "Estas instrucciones se obedecieron al pie de la letra, y al día siguiente se podía ver a algunos heridos republicanos charlando e intercambiando experiencias con los prisioneros mientras tomaban el sol en la terraza, uno al lado del otro". Horas antes habían sido enemigos mortales.

Todo cambia a finales de septiembre del 37, cuando el hospital deja Poleñino y se convierte en una unidad móvil quirúrgica que acompaña a la división de choque republicana en todos los frentes en los que interviene. Están un mes en el Pirineo en condiciones muy duras. "Por las cartas de mi abuelo a Susannah", se puede seguir la pista: Fraga, Caspe, Barcelona.... En enero del 38, "mi abuelo está en Cuevas de Almudén, Teruel, y en junio, en el hospital militar número 3, que se traslada a Cervera. En agosto, está en Barcelona, trabajando en el Hospital Militar 6; en diciembre calculo que en la línea del Segre, vinculado a la 27 División". 

Para entonces, Susannah, embarazada de Sandra, ha regresado a Inglaterra "en algún momento del 38". El bebé nacerá en Londres en septiembre. Unos meses después, en febrero de 1939, la joven madre viaja al sur de Francia. Esta pieza del puzle tiene peso y forma de documento: la autorización de la Gendarmería a visitar el campo de internamiento emplazado en la playa de Saint-Cyprien, en el departamento de Pirineos Orientales, adonde llegaron miles de refugiados republicanos españoles. Pero Aguiló no se encuentra entre ellos, en marzo de 1939 ya está ante la Comisión Clasificadora de Prisioneros y Presentados de Sevilla. "Mi abuela va a Francia pensando que ha podido exiliarse al caer Barcelona –supone–, pero, conociendo a mi abuelo, con la situación que había en la ciudad, no le veo dejando atrás heridos y marchándose". 

Les resulta especialmente enigmático comprobar que esa niña que lleva desde su nacimiento el apellido Aguiló es bautizada en noviembre del 39 en Estoril, Portugal. "Este salto de Susannah con el bebé, cuando la II Guerra Mundial ya ha estallado, no lo entiendo", reconoce. Tal vez fuera un segundo intento de dar con Aguiló. ¿Intentaría entrar en España? Nada se sabe.

La Guerra Civil, primero, y la II Guerra Mundial, a continuación, separan a la pareja. Susannah Sutor busca sin éxito a Aguiló en los campos de refugiados del sur de Francia

De Inglaterra a Mallorca

Sandra Aguiló Sutor se cría con su madre en tiempos muy difíciles. Al estallar la II Guerra Mundial, para ponerla a salvo de los ataques nazis, es evacuada de Londres junto a muchos otros niños. Tras un bombardeo, la enfermera Sutor pasa varias horas bajo los cascotes del hospital de Liverpool donde trabaja. La pequeña Sandra vive en el interior de Inglaterra junto a unos tíos, ambos pediatras, y su prima, hasta que, terminada la guerra, emigran a Nueva Zelanda. En un pueblecito costero del sur de Inglaterra, Eastbourne, Sutor funda y dirige una residencia de personas mayores convalecientes y envía a su hija interna a un colegio, "desde los 9 años o así, veía a mi madre en las vacaciones de verano", rememora. De su padre solo le había dicho "que era un gran cirujano, con unas manos excepcionales, pero no sabía si estaba vivo o muerto, yo vivía en una especie de limbo". Hasta que, en el verano de 1954, a sus 15 años, su madre la envía a pasar una temporada en Mallorca

"Había visto un anuncio en una revista femenina de un matrimonio que tenía un pequeño hotelito en Deià, un sitio precioso", relata. En la playa entabla amistad con unas chicas mallorquinas y un matrimonio con un niño pequeño a quienes intriga que aquella adolescente inglesa que no habla una palabra de castellano tenga ese apellido. "Es porque mi padre era Gonzalo Aguiló", les explica. "Pues hay un Gonzalo Aguiló aquí en la ciudad", le informan, "y una de las chicas se empeñó en acompañarme". Así que una mañana, "nos bajamos a Palma capital y fuimos a su consulta", donde sencilla y directamente le dice que es su hija. Son momentos muy difíciles.

De pronto, aquel señor desconocido, "no muy grande –yo era altota y sería ya tan alta como él–, morenito del sol, era mi padre. Fue muy complicado para mí". No hay efusiones ni abrazos –"como buen mallorquín, era tímido y callado", cree su nieta Sandra–, pero el encuentro, tantos años después, se ha hecho realidad.

Enseguida se ofrece a llevarla a Deià con su coche y padre e hija empiezan a tratarse. "Me compró un pequeño tocadiscos y un par de discos de Antonio Molina" en los que sonaba la famosa canción ‘Ojos verdes’. De vuelta a Inglaterra con la noticia –"he encontrado a papá"–, Susannah le escribe. Se conserva la carta, toda en inglés y con una única pregunta en español: "Gonzalo, ¿te has casado, en España, en Francia, en Italia?". Varias misivas después, el doctor Aguiló viaja un par de veces a verla a Inglaterra y, en agosto de 1955, contraen matrimonio en una iglesia católica de Eastbourne. Posteriormente, madre e hija se trasladan definitivamente a Palma. 

La joven Sandra está cabreada porque no solo "se casaron y no me dijeron nada, me mandaron al cole como siempre", sino que, de pronto, tenía que irse y dejar atrás su vida y sus amigos y venirse a la España de los años cincuenta. Aunque, al final, cree que a su madre le resultó más difícil adaptarse que a ella. "Sería consciente de que su vida iba a cambiar". Aquella mujer emprendedora, al frente de su propio negocio en Eastbourne, que tiene que cerrar, se convertía en un ama de casa, esposa de un cirujano. "No lo pasó muy bien al principio en Palma, le costó un montón hacerse a aquel ambiente en que llegaba el Corpus y teníamos que hacernos unos abrigos de entretiempo para la ocasión, nos venía un poco grande todo aquello, pero a mí me costó mucho menos". En aquellos primeros años, la mandan algunas temporadas a Inglaterra, "quizás para tener algo de intimidad e intentar revivir lo que había tenido con mi padre". 

Conexión zaragocista

Unos años después, Sandra se echa novio y se casa con un futbolista. Su matrimonio la conecta con Zaragoza, pues Ángel Gómez Benito –conocido como ‘Bolao’ igual que su padre, Arsenio–, "había nacido en Bilbao, pero era maño, criado en el barrio de Torrero". Jugó como defensa central en el Real Zaragoza, el Levante, el Badajoz y el Mallorca. Él es el capitán del equipo–uno de los llamados Héroes de Vallejo– cuando el Mallorca asciende a primera división. En el campo, "era duro pero noble, como él nos decía –asegura su hija mayor–, todo un carácter, mi padre". Sandra y Ángel tienen en Mallorca a sus tres hijos: Sandra, Gonzalo y Borja. En verano, de pequeños, cambian las playas baleares por las piscinas de Helios, ya que vienen a Zaragoza, con los abuelos. "Era un viaje épico", montados en un seiscientos sin aire acondicionado, en pleno agosto, atravesando las rutas de los Monegros después de haber llegado a Barcelona en barco.

"Cada historia familiar es importante porque es la historia de todos; hay que saber de dónde vienes para saber adónde vas"

Ahora, en los Monegros se han reencontrado con los orígenes de su historia familiar. Cuando Sandra Gómez Aguiló, atando cabos, vio que la localidad de Poleñino era clave en esa historia, intervino su hija Lucía, que rápidamente se metió en internet y comprobó que la casa que había sido hospital en la guerra seguía en pie. Juntas, se animaron a coger el coche "en un viaje sentimental" y plantarse delante, preguntar en el bar, dejar su teléfono hasta dar con Raúl Sanz, que les abrió las puertas de su casa.

El lugar que más conmueve a Sandra es la terraza: "Porque muchas fotos de mis abuelos están hechas aquí y se conserva exactamente igual, este era el lugar donde se relajaban tras el trabajo y donde sacaban a los enfermos para que disfrutaran del sol". A su madre, Sandra Aguiló Sutor, le brillan los ojos al mirar alrededor: "Aquí está mi vida condensada. Es muy emocionante, mucho". Lucía, su nieta, está contenta de haber sido un poco el detonante: "Animé a mi madre a no sentirse pesada e insistir". A punto de cumplir 18 años, piensa que "cada historia familiar es importante porque es la historia de todos; hay que saber de dónde vienes para saber adónde vas".

En paralelo, anda bastante avanzada la novela que está escribiendo Miguel Andrade, vecino de Poleñino. Durante mucho tiempo, reflexiona, "el dolor de la guerra llevó a no querer recordar y se ha perdido información". Para él ha sido un regalo conocer a las descendientes del doctor Aguiló porque su figura aparece en el libro y, gracias a ellas, ha podido terminar de perfilarla y constatar que, "en una guerra, un hospital representa la humanidad".

Gonzalo Aguiló Mercader, cirujano jefe del hospital de Poleñino durante la guerra civil, en una imagen de junio de 1937, procedente del álbum de la enfermera australiana Agnes Hodgson
Gonzalo Aguiló Mercader, cirujano jefe del hospital de Poleñino durante la guerra civil, en una imagen de junio de 1937, procedente del álbum de la enfermera australiana Agnes Hodgson
Cortesía de Víctor Pardo y Rolde de Estudios Aragoneses

Un brillante cirujano

La huella de su paso por Aragón es de "cirujano experto y administrador de primera". Gonzalo Aguiló Mercader nace el 23 de febrero de 1912 en Palma de Mallorca, de familia acomodada. Su padre es ingeniero y él es el segundo de ocho hermanos. Licenciado en Medicina en 1934 en Barcelona, con premio extraordinario, en marzo de 1936 es nombrado alumno interino de la Facultad de Medicina, adscrito a la sección de Cirugía; cobra 1.000 pesetas al año. En septiembre ya está en el hospital de Grañén. 

"Aguiló era un firme republicano, pero no era un político. Lo que de verdad le importaba era el trabajo, y tenía de sobra", se lee en la biografía de la enfermera galesa Margaret Powell. A veces trabaja 48 horas seguidas. "Diagnosticador y cirujano brillante, nada le intimidaba, aunque él también estaba asustado de las bombas y las armas, y de cualquier conversación sobre política", prefería irse a dormir. Tras la guerra, en la que es capitán médico provisional del Cuerpo de Sanidad Militar, es expulsado del hospital Clínico de Barcelona. En marzo de 1941 empieza de cero en el hospital de la Cruz Roja de Palma, del que luego será director. Ingresa, en 1967, en la Real Academia de Medicina y Cirugía de Palma. Pionero del tratamiento del cáncer gástrico, se le recuerda por la tranquilidad y cariño con que trataba a cada paciente. En 1980, saliendo de operar, sufre un aneurisma mortal.

La enfermera inglesa Susannah Sutor prestó servicio en el hospital de Poleñino durante la Guerra Civil
La enfermera inglesa Susannah Sutor prestó servicio en el hospital de Poleñino durante la Guerra Civil
Familia Aguiló Sutor

Una mujer decidida

La profesionalidad de las enfermeras de la British Medical Unit fue muy apreciada durante la Guerra Civil. Entre sus compañeras de los hospitales de Grañén y Poleñino, Susannah Sutor tiene fama de exigente, especialmente en el quirófano. Ha nacido el 22 de diciembre de 1911 en Stow-on-the- Wold, en el condado de Gloucestershire, Inglaterra, en el seno de una familia burguesa. Su madre, Harriet, se ha criado en la India, donde su padre tiene una fábrica de cerveza; típica dama británica, ha estudiado en Oxford y es también enfermera durante la I Guerra Mundial. El padre, John, de origen escocés, es militar, y luego ejerce de abogado y periodista. Harriet y John se separan. Susannah va a un colegio interna y pasa los veranos en Montecarlo, donde vive unos años su madre. 

Estudia enfermería en el Glasgow Royal Infirmary. ¿Qué la trae hasta España el 29 de septiembre de 1936? Es uno de los pocos secretos que reveló a su nieta Sandra: trabajaba en un hospital y vivía en una residencia de enfermeras donde estaba prohibido llevar hombres, la pillaron y, antes de que ser expulsada, les dijo que se iba ella, y que se iba a España". Muere en Palma en 1995.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión