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Subdirectora de Desarrollo Digital

Nacidos en la 'cara mala' del mundo

Cayuco que arribó este pasado domingo al puerto de Los Cristianos en Tenerife remolcado por una embarcación de Salvamar.
Cayuco que arribó al puerto de Los Cristianos en Tenerife remolcado por una embarcación de Salvamar.
Ramón de la Rocha/EFE

Operación salida. Carreteras hirviendo, las áreas de servicio de las autovías a tope y Google dirigiendo nuestros pasos para llegar a ese hotel maravilloso que vimos en una web mientras tratamos de silenciar esa sospecha que nos atenaza: a ver si no tiene nada que ver con las fotos. Las ciudades se quedan a medio gas, el chapoteo de las piscinas comunitarias salpica las calles que se derriten bajo un sol inmisericorde. El alquitrán se reblandece bajo las suelas.

Entreabrimos los ojos y de fondo, en el horizonte de ese mar azul que crepita destellos de plata e hinchables de colores, se oyen ecos de muertes, naufragios y mafias.

El país se calienta con el termómetro en la calle pero en las redes el fuego lo enciende el bombardeo de vídeos manipulados y noticias ‘fake’ que hablan de inmigrantes atacando sin ton ni son a impolutos e indefensos ciudadanos. Esas imágenes lo anegan todo. Es una máquina imparable la que alimenta ese odio.

Sobre el papel, se llega a un acuerdo para que esos miles de menores que han llegado a Canarias desde las costas de África puedan repartirse por todo el territorio. Son niños, no animales. Son niños con la mala suerte de haber nacido en la ‘cara mala’ del mundo.

Pero el odio va calando. Y eso es lo que nutre las aberraciones de los extremistas. Ahí está Vox, amenazando a sus socios de Gobierno si cumplen la ley. En el colmo del absurdo un partido miembro de un gobierno incita a su socio a la ilegalidad y rebeldía ante la ley.

Siguiendo con en el esperpento, en Cataluña, el govern de ERC (Recuerdo a Rufián pidiendo «más solidaridad» y «menos racistas subvencionados») pide que se reconozca también la «singularidad» catalana en esto, y que se exima a esta comunidad de la obligatoriedad de acoger a estos chicos.

El rumor del mar va apagando las conciencias y el sopor del verano nos invade...

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