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"La ludopatía es una enfermedad que no te abandona nunca, siempre debes mantener la guardia en alto"

Eventos deportivos como la Eurocopa sirven de vía de entrada a las apuestas deportivas para muchos jóvenes aragoneses.

La ludopatía es una enfermedad en la que se puede recaer en cualquier momento.
La ludopatía es una enfermedad en la que se puede recaer en cualquier momento.
Heraldo.es

En plena Eurocopa, el bombardeo de anuncios, reclamos e invitaciones al juego por parte de las diferentes casas de apuestas por tierra, mar y aire son una constante inevitable. Ante las restricciones a la hora de anunciarse en los medios de comunicación a determinadas horas, estas han encontrado en las redes sociales un aliado perfecto para poder hacer llegar su mensaje al máximo número de personas a cambio de una inversión económica mínima. Fechas como esta suponen una verdadera “prueba de fuego” para personas como Jaime (nombre ficticio), que luchan desde hace mucho tiempo contra una enfermedad llamada ludopatía de la que pueden recaer en cualquier momento.

Lo que para Jaime comenzó hace ya varios años como un simple pasatiempos en el que se jugaba “los dos euros del café”, terminó convirtiéndose en una cruel enfermedad con la que todavía hoy carga a cuestas. A sus 45 años, este zaragozano sabe lo que es tocar fondo, pero lucha cada día con tesón e insistencia para poder vencer a la tentación que de vez en cuando le atormenta y que un día logró poner su vida contra las cuerdas.

“Siempre he sido una persona muy competitiva, daba igual si el premio era un paquete de pipas o un trofeo. Aprendí a jugar a las cartas de muy joven por lo que, de alguna manera, el juego ha estado siempre muy presente en mi vida. Ya de más mayor di el salto a las apuestas deportivas y lo que empezaron siendo un par de euros por pura diversión se terminaron convirtiendo hace cosa de 8 años en un auténtico dineral para saciar mi sed de adrenalina”, asegura Jaime.

A pesar de que suelen ir de la mano, a él nunca le llamaron la atención la ruleta, las máquinas tragaperras o los juegos de azar, sino que simplemente se sentía atraído por las apuestas deportivas: “Empecé a ir a los salones de apuestas porque podía ver los partidos gratis y socializaba con la gente, pero no me gustaba mucho ir porque solían ser sitios oscuros y de los que era muy fácil que la gente te viera salir y entrar. Entonces descubrí el juego online, empecé a meterme en el mundillo y mi rutina de trabajo-casa, casa-trabajo me llevó a empezar a apostar cuando estaba solo”, relata.

No era una cuestión de necesidad económica, ya que ganaba “bastante dinero” en su anterior empleo, pero comenzó a aumentar las cantidades y a llevar un “ritmo de vida insostenible” ante el que solo pudo hacer frente por medio de ilegalidades, lo que le terminó costando su puesto de trabajo. “Solo me interesaban las apuestas instantáneas en deportes dinámicos como el tenis o el baloncesto, en los que no paraban de suceder cosas y terminé apostando tales cantidades de dinero que no hubo otro remedio que pedir ayuda”, asegura.

En el año 2019 contactó con Azajer, la Asociación Aragonesa de Jugadores de Azar en Rehabilitación y después de dos años “muy duros de terapia” logró darle un cambio radical a su vida. “Me abrí con mi gente y trabajé mis problemas desde la raíz. En la Asociación son muy exigentes, pero es la única forma de poder combatir esta enfermedad. Los ludópatas somos personas que hemos mentido tanto que, por muy bien que les hagamos ver que estamos, saben que nunca es suficiente”, detalla Jaime.

Tal y como asegura, “la ludopatía es una enfermedad que no te abandona nunca y con la que siempre debes mantener la guardia en alto, ya que en cualquier momento puedes recaer”. Su experiencia personal le ha llevado a adoptar una actitud de “evitación” por todo aquello que le pueda incitar a volver a apostar. “Solía ver por la noche programas de tertulia deportiva, pero los anuncios que salen a esas horas de la madrugada son todos de casas de apuestas, así que ahora intento verlos hasta una hora límite en las que comienzan a anunciarse. A la hora de ver deporte intento también tener cuidado. Con el fútbol no suelo tener problemas, porque ninguno de mis amigos apuesta, pero en otros como el tenis, intento ni verlos, por el simple hecho de poder pensar ‘qué apuesta hubiera ganado’ si me hubiese dado por apostar”, detalla.

Una lucha interior silenciosa, que poco a poco le ha llevado a “demonizar el juego”. “Todo depende de cómo lo gestiones y aunque hay gente que juega de manera responsable e invierte poco dinero, a mi esto ha estado a punto de arruinarme la vida”, añade.

Un mensaje para los más jóvenes

Hoy en día no resulta extraño ver a los más jóvenes apostar desde sus teléfonos móviles en el metro, en el bar viendo la tele o por la calle. “Les diría que busquen otras alternativas y que tengan mucho cuidado, se empieza apostando muy poco, pero para cuando te ves en el fondo del agujero es ya muy complicado salir”, asegura.

Jaime reitera que “el dinero fácil no existe y que esta es una enfermedad que, si te atrapa lo hace para toda la vida”. “Todos tenemos nuestros problemas personas, pero hay veces en las que lo mejor es comunicarlos y ponerse en las manos de profesionales. Este es un problema que cada vez afecta cada vez a más gente joven y me da mucha pena”, concluye.

La Ley del Juego no se está cumpliendo en Aragón

Miriam Gañán, presidenta de Azajer, asegura que el juego es cada vez más accesible para los jóvenes y que muchos establecimientos no están cumpliendo la Ley del Juego que se aprobó el año pasado: “Continúa habiendo establecimientos que operan con las puertas abiertas, controles de accesos a salas totalmente desatendidos e imágenes en sus exteriores que incitan a entrar mostrando bebidas alcohólicas, dinero que cae del cielo y diferentes premios”.

“Los chicos suelen ser entendidos del deporte y creen que lo pueden controlar, pero les aconsejo que no lo prueben, porque tienen muchísimas posibilidades de acabar enganchados. No se pueden asociar las apuestas deportivas con algo sano”, añade. Gañán alerta sobre esta realidad que, lamentablemente, no se está cumpliendo en Aragón y confía en que se ponga pronto una solución para cumplir “una ley que ha costado desatascar más de dos años”. 

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