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Yoga en Zaragoza: aéreo, con calor o al ritmo de cuencos tibetanos

Cada 21 de junio se celebra el Día Internacional del yoga, una práctica milenaria que se ha adaptado a los tiempos que corren y que cuenta con millones de adeptos en el mundo, muchos también en Aragón.

Yoga aéreo.

Aunque no hay una fecha exacta, existen datos que demuestran que los inicios de la práctica del yoga datan del año 3.000 a.C. en la zona ubicada actualmente entre India y Pakistán. Sin embargo, se trata de una actividad física, mental y espiritual que ha logrado adaptarse a los tiempos actuales y que a día de hoy cuenta con millones de adeptos en el mundo, algunos de ellos también en Aragón

Este 21 de junio, se celebra el Día Internacional del yoga, fecha aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas tras una resolución propuesta por la India y respaldada por 175 estados miembros asegurando que “para millones de personas en todo el mundo, es una fuente de fortaleza y paz”.

De lo que se practica hoy en día es el yoga hatha el más extendido y el más antiguo. Sin embargo, las modalidades se han multiplicado, expandido y transformado hasta límites insospechados, contando con versiones como el kundalini, ashtanga, vinyasa, ocular o visual, con calor, aéreo, yin yoga…

“El término ‘yoga’ proviene del sánscrito y significa “unidad”, ya que simboliza la unión entre cuerpo, mente y el ser”, relata Lydia Galdámez, fundadora de la Escuela Yoga Zaragoza hace ya 17 años. En su escuela se practica, sobre todo, hatha, que es el yoga más clásico. “El objetivo final de cada clase siempre es la práctica meditativa a la que llegas a través de la respiración o ‘pranayama’, de las ‘asanas’ o posturas, y de la relajación”, relata la profesora. A través de estos movimientos conscientes se genera esa integración que, según explican los expertos, busca el yoga. “Además, el cuerpo se trabaja a través de estiramientos, ejercicios de fuerza y de posiciones mantenidas en las que es importante respirar y concentrarse”, añade.

Yoga con calor o hot yoga.
Yoga con calor o hot yoga.
C.I.

Si bien es cierto que en Zaragoza siempre ha habido cultura del yoga, Galdámez asegura que éste ha ido evolucionando al mismo tiempo que lo hacía la sociedad. “Se ha adaptado a los tiempos actuales y ahora es más dinámico y consciente. Hoy en día todo va más rápido, vivimos desconectados y vamos en piloto automático casi todo el tiempo. Lo que buscamos en cada clase es generar ese espacio necesario para parar y observar”, afirma.

Y es que en los últimos años muchas de las personas que se han acercado a esta práctica en Zaragoza lo han hecho, precisamente, como antídoto a un ritmo de vida demasiado vertiginoso: “Ansiedad, problemas de sueño o digestivos, dolores de espalda y contracturas. Casi todo está relacionado con lo mismo, con el estrés”.

Meditación con sonidos.
Meditación con sonidos.
C.I.

Los padres del yoga en Aragón

Si hay alguien que conoce bien de la historia del yoga en Aragón esa es María Morata, profesora de yoga en David Lloyd Zaragoza e hija del considerado fundador del yoga en Aragón y el que fue el segundo profesor que llegó a España, Manuel Morata. “Mi padre se formó en París en la década de los 70. De allí vino a Zaragoza y fundó la Escuela Aragonesa de Yoga cuando nadie sabía prácticamente que era”, relata.

Precisamente así conoció a su madre, Conchita Morera, una de sus alumnas que tiempo después creó su propia escuela, hace ya 35 años. Ambos están considerados como dos de los padres del yoga en Aragón. “Yo con 4 o 5 años ya estaba haciendo yoga, repitiendo mantras, coloreando chakras y mandalas, practicando asanas y respiración. Y eso que hubo un momento en el que aunque era mi forma de vida, no pensé dedicarme profesionalmente. Con 17 años me empezó a encantar la idea de seguir los pasos de mis padres y poder ayudar a la gente a descubrir cómo mejorar su salud física, psíquica y espiritual”, reconoce.

Hatha en Yoga Zaragoza.
Hatha en Yoga Zaragoza.
C.I.

Así, tras hacer la formación oficial de cuatro años de la mano de la Asociación Española de Practicantes de Yoga (AEPY), comenzó su propio camino como maestra. “La historia del yoga en Aragón ha evolucionado mucho. Ha pasado de que la gente pensase que era una secta a que su práctica se haya normalizado por completo”, reconoce. Sin embargo, el cambio más importante fue cuando, hace unos 20 años, médicos y psicólogos comenzaron a derivar a pacientes con cuadros de estrés, ansiedad y otros tipos de patologías a este tipo de clases. “Fue un cambio fundamental y algo que demostró a nivel social que esto verdaderamente era útil”, afirma.

Y es que Morata también se ha preocupado de estudiar la parte científica de esta práctica ancestral, que, asegura, también tiene. “Existen numerosos estudios en neurociencia que han confirmado que lo que decían los ancestros hace 3.000 años era cierto. Que la respiración repercute en nuestro cerebro, sobre todo en lo relativo a emociones extremas, memoria, atención, conocernos a nosotros mismos y evolucionar en nuestras propias vidas a un estado de felicidad más plena”, advierte. Sin embargo, nadie nos enseña a respirar, ni a movernos atendiendo a la escucha del cuerpo.

Yoga aéreo.
Yoga aéreo.
C.I.

Aprender a respirar

Porque no. Nada en su práctica es casual. “El yoga añade una serie de movimientos que no son casuales. Son concretos, precisos, y responden a una técnica diseñada para que la columna vertebral, considerada el centro de todo, esté lo más saludable posible y con ello mejorar la postura que está muy ligada a la percepción del mundo, las emociones y conciencia de uno mismo”, asevera.

Del mismo modo, se sabe que hacer yoga disminuye las hormonas del estrés y, al mismo tiempo, aumenta las sustancias químicas beneficiosas del cerebro como las endorfinas. “De hecho, nos ayuda a que el sistema nervioso se comunique mejor entre el Simpático -que regula el estado de alerta y huida, produce estrés y agitación- y el Parasimpático- que regenera, conserva y restaura, desarrolla estados de creatividad, intuición, nos dirige a la calma”, concluye.

Diferentes tipos de yoga

Y es que el yoga ha pasado de practicarse única y exclusivamente en escuelas especializadas a colarse en gimnasios y otro tipo de espacios, como en David Lloyd Zaragoza, donde se puede practicar Hatha, Spirit, pero también otros tipos más actualizados como el Spirit Sound Meditation o el yoga Aéreo, dos de sus últimas incorporaciones. “El primero es exclusivo de nuestros centros y consiste en una meditación guiada al ritmo del sonido de unos cuencos de cuarzo y un tambor oceánico”, explica Deborah Fernández, Groupex Supervaisor del club.

Al entrar en clase, el usuario, tumbado sobre una esterilla, se coloca un saco de semillas sobre los ojos. Poco a poco, los sonidos y las vibraciones de los cuencos, acompañados de las palabras de la profesora, inducen a un estado de tranquilidad y calma que se prolongará durante, al menos, 45 minutos.

En cuanto al yoga aéreo, es una de las disciplinas más novedosas del sector, el cual se practica sobre un columpio en suspensión: “Es decir, los pies no tocan el suelo en la mayoría de las asanas y acrobacias, y esta es la principal diferencia con la mayoría de tipos de yoga”, añade. Como explica Fernández, los datos hablan por sí mismos. Y es que con el tiempo, los usuarios de este tipo de clases han ido en aumento: “Cada vez hay más gente, sobre todo que busca meditación, porque nos hemos dado cuenta de lo importante que es parar, dedicarse tiempo, cuidarse y escucharse”.

Con calor, también

A finales de 2023, en octubre, abría sus puertas Vidha Hot Yoga, único centro de hot yoga en Zaragoza a día de hoy, ubicado en Casablanca de la mano de su creadora, Cristina Hauke. “Se trata de un estudio de yoga con calor diseñado para quienes buscan alcanzar un bienestar integral, tanto físico como mental”, afirma. A diferencia de otras formas de yoga que se centran principalmente en la meditación y la relajación, aquí se combinan la intensidad física con el equilibrio mental.

Pero, ¿en qué consiste exactamente? “Esta modalidad de yoga se practica a 40 grados y con un 40% de humedad durante 90 minutos, realizando 26 posturas y dos ejercicios de respiración en una secuencia fija”, añade Hauke. Y es que el calor, en esta práctica, desempeña un papel crucial: “Al practicar en una sala caliente, el cuerpo puede profundizar más en cada postura, es más flexible. Además, el calor acelera los procesos: apoya el metabolismo y mejora la circulación, extendiendo los beneficios del yoga a cada célula del cuerpo”. 

Diferentes tipos de yoga para diferentes estilos de vida.

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