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El malabarista zaragozano Chéchare: "Mi labor es conseguir que los alumnos no se cansen de recoger la pelotita del suelo"

César Talavera ha dedicado toda su vida a las artes circenses y continúa formando a las futuras generaciones de artistas.

Chéchare realizando malabares.
Chéchare realizando malabares.
H.A.

Hace 35 años, un joven César Talavera se topó casi de casualidad con Oswaldo Felipe, uno de los malabaristas más importantes de Aragón, y desde entonces supo que quería hacer de las artes circenses su modo de vida. “A mí siempre me había gustado correr, saltar y rodar por el suelo pero, de repente, encontré una afición que no sabía que podía tener”, explica César. Después de una larga trayectoria ligada al circo todo el mundo conoce como Chéchare.

Hoy en día es uno de los mejores malabaristas del país, dirige la Compañía Chéchare y cuenta con un espacio propio en Zaragoza donde forma a las futuras generaciones de artistas de Aragón. "Siempre he visto en el circo una oportunidad y a todo el mundo que tiene ganas de intentarlo le empujo a que persiga su sueño. He apostado por mucha gente y la sensación que me genera ver que los alumnos poco a poco superan al maestro es indescriptible", asegura.

A sus 48 años, Chéchare ha conseguido hacer de su pasión su estilo de vida, pero le resulta inevitable echar la mirada atrás y recordar lo complicados que fueron los inicios: "Con dieciséis años comencé a participar en las quedadas que hacía la Asociación de Malabaristas de Zaragoza en el Parque Grande todos los domingos, pero nos lo tomábamos como 'hobby'. Los más mayores tenían sus trabajos y poco a poco lo fueron dejando, pero los jóvenes nos quedamos y le fuimos dando forma poco a poco a los sueños”.

Impulsado por Octavio, uno de sus compañeros de afición, se animó a profesionalizarse y al poco tiempo empezó a colaborar con algunas compañías aragonesas como los Titiriteros de Binéfar, Hamelín o el Teatro Los Navegantes, donde se fue forjando "a fuego lento", para más tarde dar el salto a Madrid, donde se formó en la Escuela de Circo Carampa.

"En los comienzos sólo teníamos una bolsa en la que guardábamos todos los aparatos para hacer malabares y que nos turnábamos cada semana para llevárnosla a casa, pero ahora tengo la suerte de tener un espacio propio, La Casa del Circo, mucho más profesional y adaptado para todo tipo de artes circenses", explica Chéchare. 

Para él, "los malabares están en peligro de extinción porque la paciencia se ha acabado". "Vivimos en una época en la que lo que prima es la inmediatez y tener todo al alcance de la mano lo antes posible. Los malabares son una de las técnicas más complicadas del circo y requieren de una paciencia infinita. Una de mis labores principales es conseguir que mis alumnos no se cansen de recoger la pelotita del suelo", detalla.

"Los malabares son una de las técnicas más complicadas del circo y requieren de una paciencia infinita"

Una de las metas que lleva tanto tiempo persiguiendo está a punto de hacerse realidad: que el circo que convierta en una enseñanza reglada. "Ya va siendo hora que podamos ser reconocidos oficialmente y que todos podamos decir con orgullo que somos artistas de circo y mirar a la misma altura de los ojos a cualquier persona, sea cual sea su trabajo. Es un mundo con muchísimas posibilidades, desde malabarista, trapecista o payaso, a maestro de ceremonias, equilibrista o presentador de galas", añade.

Espectáculo Nomaduk, de la Compañía Chéchere, en la Plaza del Pilar.
Espectáculo Nomaduk, de la Compañía Chéchere, en la Plaza del Pilar.
Oliver Duch

El Mercado Medieval, un escaparate de talento

Durante todo el fin de semana, su compañía participa en numerosos actos del Mercado Medieval de las tres culturas de Zaragoza con el espectáculo Nomaduk, que cuenta con hasta siete miembros y en el que se podrá disfrutar de técnicas aéreas y de suelo, malabarismo y música en directo. "Este tipo de ferias nos encantan porque son una forma de darnos visibilidad y de poder mostrar la magia del circo a mucha gente nueva. Además, nos hace mucha ilusión actuar en casa y es bonito ver como muchos compañeros salen a la calle a darse a conocer estos días", añade.

De hecho, los ocho malabaristas que entrenan habitualmente en la AMZ están contratados durante el fin de semana para realizar distintos espectáculos por las calles de Zaragoza. "Hay muchos chavales que tienen mucho talento y que, si aguantan con esas energías, hay circo para largo", concluye.

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