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Khadija Amin: "La mujer afgana está en una cárcel, yo intenté quemarme"

Periodista que fue el rostro de la televisión pública de Afganistán, huyó de los talibanes y desde España lucha por los derechos de las mujeres de su país.

Khadija Amin, en la exposición 'Miradas por los derechos de la mujer afgana' que se puede visitar en el Museo Pablo Serrano de Zaragoza.
Khadija Amin, en la exposición 'Miradas por los derechos de la mujer afgana' que se puede visitar en el Museo Pablo Serrano de Zaragoza.
Guillermo Mestre

La periodista afgana Khadija Amin (Kabul, 1994), refugiada en España desde agosto de 2021, denuncia, tras huir del régimen talibán, la cárcel en la que viven las mujeres. Allí donde se la invita a hablar, ofrece el testimonio de la violencia impune que se ejerce contra ellas sin miedo a represalias. Ha sobrevivido a un matrimonio forzado, a la violencia física de su marido, a un divorcio que la despojó de derechos y de la custodia de sus hijos e incluso a varios intentos de suicidio, pesé a lo cual logró la gesta de estudiar Periodismo en la Universidad de Kabul. Reclama a la comunidad internacional que no se olvide a las mujeres de Afganistán.

¿Cómo recuerda casi tres años después el 15 de agosto de 2021, cuando los talibanes tomaron el control de Afganistán?

Para mí es uno de los días más negros de mi vida. Estaba por la mañana preparando los reportajes para el informativo de la televisión pública y me llamó mi jefe para decirme que no volviera a la redacción. Aun así fui, pero tuve que marcharme a mi casa. Dos días después regresé y el jefe que había en ese momento me despachó porque aún no habían decidido si las mujeres iban a poder trabajar.

Entró en la lista negra, ¿no tuvo miedo?

Cuando vi que no me iban a dejar presentar el informativo decidí que tenía que denunciar lo que estaba pasando. Como hablo cinco idiomas empecé a dar entrevistas a medio mundo. Hubo gente desconocida que me amenazó, pero se tenía que saber la verdad de lo que estaba pasando.

"Intenté quemarme, pero mi marido apagó el fuego. Me dijo que si quería suicidarme me fuera a casa de mi padre, que él no quería ser responsable"

¿Cómo consiguió salir del país?

Unos días después me llamó una periodista de ‘El País’, Marta Cebeiro, y me dijo que mi nombre estaba en una lista para salir y viajar hasta España y que me querían ayudar. Me consiguieron un salvoconducto para uno de los vuelos militares fletados por España y pude llegar al aeropuerto. El 23 de agosto aterricé en Torrejón de Ardoz.

¿Qué ha dejado atrás?

Mi objetivo era sobrevivir y que después de mí salieran mis tres hijos, el mayor y los dos mellizos, con las condiciones que su padre pusiera, ya que estamos separados. Pero llevo tres años sin verlos porque se los llevó a Alemania. Hablamos por teléfono y tenemos contacto a través del Whatsapp, pero cuando él quiere. Hay veces que no me contesta ni escribe en varios días y tengo mucho miedo de que corte por completo mi relación con ellos. Este dolor me da fuerzas para seguir adelante y dar voz a las mujeres afganas.

Su drama comenzó en su matrimonio.

La mujer afgana está en una cárcel, yo misma intenté quemarme. Mi matrimonio fue forzoso, como muchos en mi país. Conocí a mi esposo el mismo día del compromiso. Él tampoco quería casarse conmigo, solo era la madre de sus hijos y aunque ahora dice que son suyos nunca me ayudó a cuidarlos. Hubo un momento en que no podía aguantar más e intenté quemarme, pero mi marido apagó el fuego. Me dijo que si quería suicidarme me fuera a casa de mi padre, que él no quería ser responsable. Después de seis años me divorcié y empecé a estudiar periodismo. Acabé siendo una de las presentadoras de la televisión pública de mi país.

"Ahora no van a cerrar mi boca, mi responsabilidad es hablar desde aquí de una realidad que también sufrí. No puedo callar ante los crímenes que cometen"

¿No tiene miedo de posibles represalias?

Después de veinte años las mujeres afganas teníamos la oportunidad de sentir un poco de libertad. Pero ahora los talibanes si pudieran nos prohibirían hasta respirar. Ahora no van a cerrar mi boca, mi responsabilidad es hablar desde aquí de una realidad que también sufrí. No puedo callar ante los crímenes que cometen.

¿Se ha olvidado la comunidad internacional de ustedes?

Hay otras guerras, otros conflictos, y Afganistán ha dejado de ser noticia principal y una prioridad para los medios de comunicación. Por eso para mí es importante seguir dando conferencias y entrevistas para que se siga informando y escribiendo.

No lleva velo.

Decidí quitármelo tras un tiempo en España, aunque al principio me daba miedo por mi familia, pero tenía que ser coherente conmigo misma. Cuando estuve casada llevé obligada burka y fue una auténtica prisión. En la redacción no llevábamos el velo pero sí cuando salíamos delante de la cámara, porque la sociedad todavía no estaba preparada para vernos sin él. Alguna vez hasta bromeamos con montar una pequeña revolución entre nosotras y salir sin él. Mis hermanos están en Holanda, vinieron a verme por vacaciones y hasta uno de ellos se enfadó al principio conmigo por no llevarlo.

"Mi sueño es que haya paz en Afganistán, pero por lo que daría mi vida ahora sería por poder abrazar a mis tres hijos"

¿Cómo ha conseguido aprender español en tan poco tiempo?

Cuando llegué no sabía nada, pero mi lucha por las mujeres afganas me ha dado fuerza. He podido recuperar mi profesión, trabajo en una productora de Telefónica y colaboro en ‘20 minutos’ escribiendo artículos de opinión.

¿Con qué sueña?

Mi sueño es que haya paz en Afganistán, pero por lo que daría mi vida ahora sería por poder abrazar a mis tres hijos.

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