Así fue la entrega de las medallas de Aragón al príncipe Felipe hace 38 años
El Rey recogió la distinción de las Cortes y fue nombrado Hijo Adoptivo de Zaragoza en 1986 con pocos días de diferencia, pero hasta 1989 no recogió la máximz distinción de la DGA
Hace 38 años, al entonces príncipe Felipe le entregaron también las máximas condecoraciones de Aragón, aunque cada una por separado y con una diferencia de tres años la última de ellas. Al hoy Rey le otorgaron la Medalla de las Cortes el 10 de mayo de 1986 y fue nombrado Hijo Adoptivo de Zaragoza una semana después, el día 16. Sin embargo, no recibió la del Gobierno de Aragón hasta el 23 de junio de 1989, momento en el que finalizó toda su formación castrense. Aunque los actos no se desarrollen exactamente en los mismos espacios que entonces, seguro que el Monarca rememora algún detalle de lo acontencido.
Una polea que se resistía y cóctel con rabanetas
En un marco de una Aljafería en obras, que el periodista de entonces llamaba "el viejo palacio moro", el Monarca recogió la Medalla de las Cortes de Aragón de manos del entonces presidente del Parlamento autonómico, Antonio Embid. Ambos colocaron a dos metros de debajo de la tierra una urna de zinc envuelta en una piedra vaciada como reconocimiento a la autonomía. En su interior se colocaron las ejemplares del día de los cuatro periódicos que en estos momentos salían a la calle y monedas de curso legal.
Una de las anécdotas de la jornada fue el mal rato que tuvo que pasar el hoy Monarca cuando la rueda de la polea para descender la urna decidió tomarse el día fiesta durante un rato. El otro chascarillo que trascendió fue que en el vino español que se sirvió "no faltaron ni siquiera las rabanetas, que a decir de los encargados de la organización, tanto gustan al Príncipe.
En su discurso reconoció que su formación pasa por el contacto con las instituciones de los pueblos de España. Y subrayó que con esta visita iniciaba el conocimiento de la realidad del país, "esa España que vosotros, aragoneses, tan hondo lleváis en vuestros corazones y tan gallardamente habéis sabido defender a lo largo de la historia común de nuestra patria".
Con bastón de mando y lo difícil de sentirse uno más
El solemne nombramiento del hoy Rey como Hijo Adoptivo de Zaragoza llegó una semana después, el 16 de mayo de 1986. El heredero de la Corona española cogió el bastón de mando de manos del entonces alcalde zaragozano, Antonio González Triviño. El acto se prolongó poco más de un cuarto de hora que fueron suficientes para cumplir con el protocolo que establece la compostura que debe mantener el llamado a ser Rey.
Tras recibir el diploma que le acredita como Hijo Adoptivo de la ciudad, el príncipe Felipe manifestó que debía expresar un «profundo agradecimiento" a Zaragoza porque habla encontrado en ella siempre calor y espontaneidad por parte de sus gentes.
«Ha sido mi casa, mi hogar», señaló el ilustre huésped, contaba HERALDO en su edición del día siguiente, para disculparse a continuación por no haber atendido las invitaciones que en ese tiempo le habían dirigido numerosas instituciones y organizaciones que solicitaban su presencia, «pero la razón fundamental de mi estancia en Zaragoza era el estudio, en la primera etapa de mi formación castrense".
Finalizó su intervención señalando que no siempre era fácil para un Príncipe sentirse uno más, pero la sencillez de los zaragozanos lo había hecho posible. Por eso «llevaré siempre con orgullo este nombramiento que a tanto me obliga".
Sin alusiones al príncipe de Gerona
"Esta medalla será siempre para mí un permanente recuerdo de mi estancia en Aragón, en Zaragoza y en su Academia General, donde inicié mis estudios castrenses, aprendiendo a convivir con mis compañeros en la obediencia y en el espíritu de sacrificio y en otras virtudes que tan necesarias me serán siempre en mi vida, ahora y en el futuro". Con estas palabras agradeció el Príncipe de Asturias el 23 de junio de 1989, la concesión de la Medalla de Aragón, que le fue entregada por el entonces presidente de la Comunidad, Hipólito Gómez de las Roces.
El acto tuvo lugar en los salones de Presidencia del edificio de la Diputación General de Aragón de la plaza de los Sitios. Según relató HERALDO, llamó la atención el hecho de que ni en el decreto de concesión de este reconocimiento y ni en el discurso de Gómez de las Roces se hiciera mención expresa al Principado de Gerona, dignidad que le correspondía a don Felipe.
Un portavoz del Gobierno regional justificó que esta omisión se había hecho con el fin de eliminar cualquier tipo de arista, ya que las pretensiones de la Generalitat de Cataluña de rememorar hace unos meses este título fueron contestadas por diversas instituciones aragonesas. El motivo de ello, concluía su crónica el periodista, es que ningún duque ni príncipe de Gerona fue proclamado como tal en ninguna parte sin que antes lo fuera en Aragón, que ha descuidado este tipo de casos en una polémica entre expertos por esta medida.
