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Concha Vidal: "Considero que siempre he sido políticamente incorrecta"

Fue médica adjunta en Endocrinología durante más de 40 años y presenta este jueves (19.00) en el Colegio Oficial de Médicos de Zaragoza su libro ‘Atando cabos’, donde reflexiona sobre su larga carrera profesional y sus vivencias.

La doctora Concha Vidal, endocrinóloga jubilada, cerca de su domicilio zaragozano.
La doctora Concha Vidal, endocrinóloga jubilada, cerca de su domicilio zaragozano.
Toni Galán

¿Más de 40 años de trabajo dan para muchas historias?

Muchísimas. La memoria tiene un límite, pero podían ser más.

¿Son casos reales?

Sí, no son ficción, pero no se pueden identificar. Hay muchos tipos de pacientes y cada uno lleva la enfermedad de una manera muy diferente.

¿Eso se refleja en su libro?

El objetivo no era tanto dar a conocer la historia clínica sino hacer un ejercicio de reflexión, como experiencia vital. Nacieron 30 historias y una evolución desde la concreción individualizada a la reflexión que la vida te lleva a hacer, con los matices personales y la interpretación que hiciste de la jugada en el tablero.

Habrá sido complicado elegir solo 30 historias.

Bueno, yo creo que me venían a la cabeza. He tenido una relación muy satisfactoria con los pacientes, he sido muy querida y he hecho todo lo que he podido por que ellos mejoraran. Por el camino aparecieron todos los sabores y sinsabores de la profesión y de la vida, desde la situación sociopolítica, tal como algunos la vivimos, a la toxicidad de las relaciones humanas y entre profesionales, el repunte de los trastornos de la alimentación, la dedicación que requiere la enfermedad y la supervivencia, el acompañamiento terapéutico, base del buen hacer, la convivencia con la genética y las circunstancias de los pacientes y también personal, así como las relaciones prolongadas con la Administración, que no sale bien parada.

¿Qué requisitos debe de tener un buen médico?

Tiene que ser empático, es la clave de la salud en relación con los pacientes, con alto nivel de conocimientos. Y mantener el acompañamiento terapéutico, que se está perdiendo.

Desde su larga experiencia como endocrinóloga, ¿qué consejo daría para cuidar la alimentación?

Educación en las aulas y supervisión de los comedores escolares. Y vigilar los productos procesados y los azúcares encubiertos en la alimentación.

¿Hoy es más difícil que antes seguir una dieta equilibrada?

Sí, porque vivimos sin estacionalidad. Es decir, tenemos de todo en cualquier momento. Nuestra vida es mucho más sedentaria, por lo tanto, nuestro consumo calórico tiene que ser menor. Yo recuerdo que mis abuelos desayunaban legumbres, porque luego se iban a trabajar al campo.

Habla del repunte de los trastornos de alimentación.

Sí, se ha observado en niños y adolescentes, y las redes sociales no ayudan.

También cuenta que la enfermedad y la supervivencia requieren mucha dedicación. 

Sí. Hace 20 meses que me diagnosticaron cáncer y ahora que yo estoy pasando por esto reivindico el derecho a volver a ser individuo, a recordar quién era. Es decir, cuando tienes una enfermedad muy invalidante tienes que dedicar tantas horas a cuidarte que dejas casi de ser una persona para convertirte en un enfermo.

Descubrió el tumor usted misma.

Así es. Y fue un ‘shock’. Al día siguiente, dejé de trabajar para siempre. Me emociono al recordarlo. No me pude despedir de mis compañeros, ni de mis pacientes.

¿Este libro es un ejercicio de catarsis?

En una conversación con un amigo durante una comida con el Pirineo de fondo, cerca de Peña Oroel, salió el tema del tiempo de dedicación profesional y las múltiples experiencias que cada uno teníamos. Así comenzó la andadura de escribir que para mí ha sido muy reconfortante. No es un libro de venganza. Más allá de lo ácido que es en algunos momentos me gustaría que la gente que lo leyera conociera a una profesional que ha estado muy satisfecha de su trabajo y a la relación con los pacientes. No quisiera que dejara un sabor de tristeza y oscuridad con su lectura, porque no se escribió con esa intención, más bien que fuera un disfrute de todo lo que la vida nos va dando y que no deja de ser un frenesí.

¿Y de una manera clara y directa?

Una larga experiencia laboral me permitió saber cómo funciona el sistema. Yo creo que siempre he sido políticamente incorrecta, he dicho lo que pensaba y eso me ha generado pocos reconocimientos y muchos sinsabores.

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