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Los primeros militares aragoneses llegan al Líbano: "Es una mezcla inevitable entre ganas y nervios"

La primera rotación de la Brigada Aragón I ha aterrizado de madrugada en Beirut y ya se encuentra en la Base Miguel de Cervantes.

Miembros de la Brigada Aragón I durante el acto de despedida.
Miembros de la Brigada Aragón I durante el acto de despedida.
Marcos Cebrian / Archivo Heraldo.

Los primeros 200 militares de la Brigada Aragón I que despegaron este lunes desde el Aeropuerto de Zaragoza ya se encuentran en la Base Miguel de Cervantes, en el sur del Líbano, donde prestarán servicio durante los próximos seis meses. La primera de las tres rotaciones que volarán desde la capital aragonesa ha aterrizado en el Aeropuerto Internacional Rafic Hariri de Beirut en la madrugada del martes, en torno a las 3 de la mañana, desde donde un convoy ha escoltado a los numerosos autobuses blindados hasta la base, cerca de la localidad de Marjayún, donde han llegado horas después.

Este miércoles será el turno de la segunda rotación, compuesta por otros 200 militares, mientras que el próximo viernes 24 de mayo, los últimos compañeros emprenderán el rumbo a tierras libanesas, donde gestionarán la zona este de la “Línea Azul”, que separa el Líbano con el norte de Israel.

Para muchos de ellos se trata de la primera misión en el exterior, y “una mezcla inevitable entre ganas y nervios” les ha inundado en los días previos. “Las condiciones no son las mejores”, señalan fuentes próximas a militares que participan en la misión a este periódico, ya que el conflicto estalló meses después de que la mayor parte de ellos se alistase a la misión.

“Las noticias que nos llegan desde territorio libanés no son del todo positivas, ya que se ha suspendido toda actividad fuera de la Base (Cervantes) que no sea estrictamente necesaria”, señalan. “Los controles de acceso al perímetro son ahora mucho más exhaustivos”, mientras que la “constante actividad aérea” entre la milicia de Hizbulá e Israel, ha provocado que refugiarse en el búnker esté “a la orden del día”.

Todavía en España, los militares deben hacer frente al primero de los inconvenientes: el equipaje. “La falta de espacio es notable. Tenemos que meter todo nuestro equipaje en una maleta grande y una mochila pequeña de cinco kilos”. Las familias, muchas de ellas de tradición militar, tampoco escapan a la realidad del territorio y “estos últimos días han sido verdaderamente emocionantes”. Tras una ardua preparación “de varios meses de duración”, en la que se han preparado “a conciencia para el día a día en el Líbano”, todos ellos han aprovechado los últimos días en territorio español para despedirse de familiares y amigos a los que no volverán a ver hasta mediados del mes de octubre. “Da pena separarse, pero es algo irremediable. Aunque estemos a miles de kilómetros de distancia, los tendremos muy presentes cada día”, aseguran.

Durante los próximos seis meses, compartirán su día a día con sus homogéneos salvadoreños, alemanes, italianos, estadounidenses y serbios, entre otras muchas nacionalidades. Un viaje apasionante en el que seguro vivirán “experiencias únicas” y que marcará “un antes y un después a nivel personal y profesional”. Aunque la situación es muy complicada y "no tiene pinta de que vaya a solucionarse pronto” confían en que las cosas “no vayan a peor” y una vez finalizada la misión, vuelvan a casa “sanos y salvos”.

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