El brazo de Igor
Aunque perdió un brazo al explotarle una mina en la región de Donetsk, el militar ucraniano Igor B. de 57 años no se queja de lo que ha vivido con la guerra de Ucrania, sino que cuenta que «es mejor morir con un arma en las manos que ser una colonia de Rusia». Ese espíritu es muy común entre los 36 heridos trasladados al Hospital Militar de Zaragoza (24 de ellos ya han regresado) y se espera que lleguen para ser atendidos unos cuantos más ya que permanecen en espera en Ucrania cerca 800 afectados con pérdidas de extremidades.
Igor se alistó voluntario en el Ejército ucranio. Cuando hizo la mili en 1983 todavía existía la Unión Soviética y le tocó ir a un cuartel situado en Letonia, que hoy ya es un país independiente pese a las amenazas constantes de Putin. A las puertas de las Navidades, las primeras que va a vivir fuera de su país, decidió bajar a la plaza del Pilar para comprar unos regalos navideños de recuerdo para sus hijos Alejandro y Ángela, que viven en Kiev y sufren las consecuencias de la invasión, como la falta de calefacción parte del día, cuando están a cinco bajo cero.
Trabajó 25 años en una empresa de radio y los últimos once en una compañía de ferrocarril, a la que se siente muy unido. Cree que volverá a Ucrania con un brazo ortopédico que funcione, después de haberlo probado por primera vez el pasado jueves, ya con el alta del Hospital Militar zaragozano. Sin embargo, en el fondo, siente que acabará como un minusválido por efecto de la guerra. Está convencido de que Putin no piensa en firmar la paz por lo que obliga a los ucranianos a aceptar que están abocados a «ganar o perder» como única solución para su país.
